2/14/2015

Carta a abierta a Diputadas y Diputados de la Asamblea Nacional sobre Anteproyecto de Ley Código de Familia

La Habana, 14 de febrero de 2015

A las diputadas y diputados de la Asamblea Nacional del Poder Popular:

Miguel Barnet

Miriam Ofelia Ortega

Mariela Castro Espín

Raúl Suárez

Oden Marichal

Estimadas compañeras y compañeros,

Me dirijo a ustedes como ciudadano cubano para expresar mi más profunda preocupación por la reciente publicación en diferentes medios de información nacionales de artículos y coberturas periodísticas que abogan por la legitimidad exclusiva del matrimonio heterosexual, de las familias nucleares heteroparentales, a tono con el constante bombardeo de información sesgada y heteronormativa más o menos explícita sobre la maternidad y la paternidad, las bajas tasas de natalidad y fecundidad en Cuba y sobre una definición única y discriminatoria de la familia cubana.

En la edición del 14 de febrero de 2015, el órgano oficial del Partido Comunista de Cuba publicó a toda página en las versiones digital e impresa el artículo «Un código de amor para la familia». En el subtítulo la periodista Lisandra Fariñas Acosta dice: «Cuatro décadas después de ser promulgado, el 14 de febrero de 1975, el Código de Familia cubano sigue constituyendo un ejemplo de progresión y superioridad jurídica en América Latina».

En el contenido del texto se destaca el carácter progresista y revolucionario que, sin dudas, tuvo la promulgación del Código en 1975. También se reconoce por parte de algunas de las expertas entrevistadas la necesidad de su actualización, pero se soslaya las modificaciones propuestas por la Unión de Juristas de Cuba y la FMC en un largo proceso de casi veinte años. Tampoco se hace mención a las sugerencias realizadas desde el Ministerio de Justicia y sobre el estado actual del anteproyecto de Ley Código de Familia.

El Código de Familia vigente es conservador y obsoleto a la luz de nuestro proyecto socialista de inspiración martiana y desde las evidencias científicas disponibles. Por lo tanto requiere una actualización urgente que promueva la garantía de los derechos de un grupo numeroso de ciudadanas y ciudadanas cubanos que no nos sentimos representados en la letra y espíritu de la versión actual.

Tomando en cuenta la iniciativa legislativa que ustedes poseen como Diputados, les propongo la consideración de los siguientes aspectos:

  1. Redefinir el concepto de familia desde un enfoque diverso, con pleno reconocimiento de las uniones entre personas de ambos géneros, de igual género y de los derechos de las personas trans a constituir familias sin la necesidad de someterse a tratamientos médicos de transición de género.

  2. Reconocer a las familias monoparentales y monomaternales.

  3. Ampliar el matrimonio a la unión entre personas, independientemente del género, y garantizar los derechos que de ellos se derivan sin distinción alguna. Aunque en lo personal no apruebo el matrimonio por su carácter patriarcal y asimétrico, considero que es un derecho inalienable a cualquier ciudadano y ciudadana.

  4. Reconocimiento legal a las uniones poliamorosas, con igualdad de derechos.

  5. Garantía a la adopción por parejas del mismo género o por una sola persona, además de flexibilizar los mecanismos legales y burocráticos para hacer expedito este derecho.

  6. Establecer de forma explícita el derecho a las mujeres lesbianas a los procedimientos de reproducción asistida, así como a cualquier otra mujer que lo desee sin requerir la formalización legal de su relación con un hombre.

  7. Reconocimiento de los derechos reproductivos de los hombres sin que sea imprescindible la relación afectivo-erótica con una mujer.

  8. Redefinir la patria potestad y la guarda y cuidado hacia formas jurídicas más flexibles e individualizadas.

  9. Reconocer el derecho a una vida plena y segura hacia el interior de las familia de las personas que no se sienten identificadas con la identidad legal de género asignada al nacer. Incluye el normal desarrollo de las y los infantes con estas características.

  10. Hacer efectivo el compromiso de Cuba, como firmante de la Convención de Derechos del Niño y la Niña, de considerar al infante como sujeto de derecho y definir con claridad los marcos jurídicos en relación al maltrato infantil y el pleno derecho a recibir educación sobre la sexualidad con enfoque no binario (feminino/masculino) ni heteronormativo (lo heterosexual como norma e ideología).

  11. Incluir y definir los diferentes tipos de violencia en el marco de las familias, así como sus fundamentos para su prevención y atención diferenciada.

Estos son algunos de los elementos que convertirían realmente a nuestro Código de Familia en un instrumento actualizado, revolucionario y progresista, que requiere la realidad social cubana del siglo XXI.

Sin otro asunto,


Alberto Roque Guerra

aroqueg@infomed.sld.cu

aroqueg@nauta.cu



Matrimonios, patrimonios y otros demonios...

No podía dejar de escribir en mi bitácora sobre el Día del amor y la
amistad, más patriarcal y comercialmente conocido como Día de San
Valentín. Esta vez abordaré el tema del matrimonio, que no es nuevo ni
muchos menos, pero se reactiva por estos días desde las clarinadas
oficiales que promueven la supervivencia de una institución vetusta.
Las percepciones del matrimonio en Cuba han cambiado significativamente
en los últimos 56 años, todo ello gracias a nuevos derroteros globales
en relación uniones amorosas entre los seres humanos desde los valores
morales laicos occidentales y también a las propias dinámicas en que se
ha construido la sociedad cubana en tiempos de Revolución.
Cabe reconocer que en Cuba el divorcio se legalizó desde 1918 y desde
1959 hemos transitado desde el ideal burgués de la formalización de la
unión entre hombre y mujer hacia un incremento del número de divorcios y
de nuevas formas de unirse y conformar familias no basadas en el matrimonio.
Las razones son fundamentalmente económicas y se relacionan de forma
compleja con la crisis habitacional, a las migraciones internas y
externas, a una mayor equidad de género, entre otros factores.
También han emergido nuevas formas de parentescos con las que convivimos
a diario: familias con una sola madre, un solo padre, uniones de
personas transgénero, uniones de personas del mismo género y las uniones
poliamorosas de tres o más personas con un proyecto de vida
legítimamente consensuado.
Desde lo jurídico el marco sigue siendo estrecho, conservador y burgués.
Se reconoce en nuestra Constitución ¡Socialista! únicamente a las
uniones surgidas en matrimonio entre hombre y mujer. En las leyes que
de ella emanan se aboga por la entelequia de la igualdad de los
cónyuges, mientras en la práctica las relaciones de subordinación y
jerarquías siguen siendo la norma.
Estar heterosexualmente casado no genera automáticamente espacios de
libertad ni de felicidad. Muchas personas se casan por amor y otras no
necesitan de reconocimiento alguno que legitime su derecho a la
intimidad, al amor, al disfrute del placer sexual y a establecer
compromisos y proyectos de vida conjuntos.
El matrimonio sigue siendo fiel a su origen patriarcal y utilitarista y
ha quedado relegado fundamentalmente al reconocimiento y disfrute de los
bienes patrimoniales. Sus fundamentos abogan por una monogamia
hipócrita, contraria a las esencias y capacidad humanas de amar
simultáneamente a más de una persona. En ellos hay un doble rasero mucho
más exigente para las mujeres que genera las llamadas crisis de
infidelidad desde un marcado sentido de propiedad.
El matrimonio es un deseo del Estado también requerido por personas del
parejas del mismo género. Ese es un derecho incuestionable, pero me
opongo a que se mantenga una actitud acrítica hacia sus bases
patriarcales y que no se reconozcan jurídicamente a otras uniones,
también legítimas, incluyendo las relaciones poliamorosas con total
apego a la igualdad, la autonomía, la responsabilidad y la libertad de
cada persona.
El Estado debe garantizar el respeto a la libertad de cada sujeto adulto
para elegir responsablemente la manera en que desee asociarse afectiva y
eróticamente con otras personas adultas e intervenir solamente cuando
los derechos son vulnerados. No tiene derecho a meterse en la cama ni en
los modos en que las personas decidan amarse. De ser así, ame con
felicidad, pero todo el año. [Centro Habana, 14 de febrero de 2015]

--
Este mensaje le ha llegado mediante el servicio de correo electronico que ofrece Infomed para respaldar el cumplimiento de las misiones del Sistema Nacional de Salud. La persona que envia este correo asume el compromiso de usar el servicio a tales fines y cumplir con las regulaciones establecidas

Infomed: http://www.sld.cu/

2/02/2015

Algunas notas queer sobre el feminismo en Cuba

¿Existe en Cuba un movimiento feminista? ¿Se realizan estudios académicos desde una perspectiva feminista? Una destacada activista feminista respondió negativamente a estas preguntas durante una entrevista.

Desde hace varias décadas se investiga y se publica desde Cuba sobre género, con una mirada fundamentalmente centrada en los temas de las mujeres heterosexuales y hacia las masculinidades, pero pobremente enfocada desde una perspectiva feminista. De hecho, para muchas personas en Cuba el feminismo es una palabra incómoda.

Más recientemente, en los diferentes espacios de participación en los que se ha desenvuelto el activismo político sobre género y sexualidad, se evidencian nuevas voces feministas cubanas que interpelan las maneras tradicionales de abordarlos desde una perspectiva binaria, heteronormativa, falocéntrica, salubrista y reproductiva.

Los debates públicos, con su irrupción en el espacio virtual, la aparición de blogueras y blogueros y el encomiable trabajo de los medios informativos alternativos muestran nuevos discursos críticos, revolucionarios y radicales desde diferentes aristas del feminismo. Sus exponentes más destacadas convocan a desnaturalizar las diferencias de género mediante la desarticulación del poder patriarcal y su perpetuación, a pesar del visible empoderamiento de las mujeres y las halagüeñas estadísticas resultantes de las políticas del Estado cubano en relación con sus derechos.

De esta manera, se ha ido conformando una incipiente relectura sobre los géneros y las sexualidades que se interceptan con la racialidad, la orientación erótica del deseo, el nivel escolar y económico, el lugar de residencia, las discapacidades, las migraciones, la religiosidad, entre otras. Dichos discursos invitan a dialogar con la ortodoxia académica y del activismo por la equidad de género y las sexualidades no heteronormativas producidos desde las instituciones cubanas. Muchas de ellas se identifican como feministas queer o toman algunos aspectos de la teoría y práctica queer anglosajona y latinoamericana.

En el presente texto no se pretende realizar un análisis exhaustivo y objetivo sobre la existencia o no de un feminismo cubano en la actualidad. Esa sería una tarea compleja y llena de sesgos marcados por la subjetividad, mucho más cuando se aborda desde una perspectiva masculina.  Más bien se intentará situar en el debate algunos de los elementos que la teoría y las prácticas queer pudieran aportar a la producción académica y a la generación de políticas sobre géneros y sexualidades.

 

Lo queer y la relectura del género y el deseo erótico

Queer proviene del inglés y su traducción se hace difícil en idioma español. Pudiera definirse como torcido, raro, extraño; en la jerga anglosajona se utiliza para calificar peyorativamente a las personas homosexuales.

Las y los activistas estadounidenses por los derechos de las personas homosexuales se apropiaron del término para refundar su movimiento político, que para finales de la pasada década del ochenta enfrentaba nuevos desafíos y mostraba un evidente agotamiento en sus estrategias de lucha. Fue esa una época compleja, caracterizada por el liderazgo casi absoluto de hombres gays anglosajones y de clase media que enfrentaban el dolor por las muertes que provocó la epidemia del sida, en plena implementación de políticas neoliberales por la administración de Ronald Reagan.

Las feministas radicales de izquierda, muchas de ellas marxistas y con una reconocida trayectoria académica, interpelaron la categoría de género basadas en la diferencia sexual, reinterpretaron las relaciones de poder que atraviesan al cuerpo como ente material y simbólico, definieron de forma separada los campos del género y la sexualidad y legitimaron los deseos y cuerpos que no fueron tomados en cuenta ni siquiera por el propio movimiento a favor los derechos homosexuales.

Del orgullo por expresar públicamente el deseo erótico homosexual, lo queer devino en una actitud y práctica políticas subversivas y cuestionadoras de las estructuras institucionales que asimilaban a la persona homosexual en medio de una dictadura heterosexista y patriarcal. También visibilizó a los innombrables, a los que no cuentan ni existen siquiera para los oprimidos por el poder patriarcal: mujeres lesbianas, bisexuales, negras, pobres, migrantes, chicanas, indocumentadas, personas trans, musulmanes, comunistas o socialistas.

Más allá de las políticas y prácticas institucionales, lo queer convoca a desestructurar los mecanismos más sutiles y perversos que mantienen el poder heteronormativo desde una propuesta que sitúa al género como categoría que produce asimetrías jerárquicas si toma como punto de partida a la diferencia sexual.

Lo queer desmonta la relación lineal del sistema sexo-género-deseo, que desde el feminismo de la diferencia ya reconocía que no siempre se nace hembra y se deviene mujer heterosexual apta para la reproducción; desde sus postulados el género nombra al sexo, es decir, le confiere significados a un cuerpo anatómicamente diferente mediante la asignación de normas culturales, sociales y políticas.

La identidad desde lo queer se la considera como un construcción cultural y política que desde las perspectivas del género y la sexualidad implican la pertenencia a una compleja estructuración de poderes jerarquizados.

Cuerpos femeninos en la transición de una Nación sexuada

Ser mujer y lograr ocupar espacios de poder y participar en la toma de decisiones políticas y sociales, pero reproduciendo las mismas prácticas definidas por el poder patriarcal y heteronomativo, no significa que se disfrute de mayor libertad e igualdad. Ser mujer desde la oposición binaria a lo masculino, aún y cuando dicha oposición sea confrontacional o radicalmente femenina no genera mayores espacios de equidad si no se desmontan las formas evidentes o sutiles de la opresión masculina en los discursos —incluye las formas opresivas contenidas en el lenguaje— y en las prácticas cotidianas, tanto en los espacios públicos como privados.

En Cuba las políticas afirmativas han promovido mayor representatividad femenina, incluso en estratos de la alta política. Las féminas han ocupado los espacios públicos como nunca antes en la historia de la Nación cubana, pero atrapadas en los dictados de la norma heterosexista profundamente patriarcal.

La situación es aún más inequitativa y perversa en los espacios privados. Las labores domésticas son un trabajo no remunerado que sigue siendo responsabilidad de las mujeres. La Federación de Mujeres Cubanas (FMC) —organización de masas que funciona como una especie de correa de transmisión entre el Estado y las mujeres cubanas— no ha mostrado una posición clara ni radical en relación a la denominada “segunda jornada”. Esta forma de dominación se naturaliza desde los discursos mediáticos, donde se apela escandalosamente a que las féminas deben recibir la ayuda de los hombres y más recientemente al reconocimiento de sus esfuerzos por sus tareas domésticas.

También se han generado algunos mensajes institucionales que responsabilizan a las mujeres con la urgente necesidad de aumentar las tasas de natalidad, ante el envejecimiento poblacional en un país con una sostenida precariedad económica. Como respuesta, los contradiscursos feministas que defienden la autonomía sobre el cuerpo femenino han sido aislados, fragmentados y recluidos a los espacios virtuales. La FMC se ha hecho públicamente eco de las necesidades del Estado sobre este particular y sigue pendiente el imprescindible debate a nivel de sus organizaciones de base y en las comunidades sobre complejos factores que influyen en las bajas tasas de natalidad.

Lo queer cuestiona la construcción de la feminidad en estos términos y apela a transformar las relaciones de género, al no tomar como punto de partida al sexo y la reproducción, referencias que imponen roles desde la cultura. El pensamiento y la práctica queer plantea que el género es una especie de representación (performance) cotidiana y ritualizada, que se asume de forma subconsciente y en ocasiones conscientemente. En ello radica la posibilidad de ser transformado.

Un feminismo queer nos propone una especie de paleta multicolor para reinterpretar al género y transformarlo paulatinamente hasta su desaparición como categoría basada en  asimetrías de poder. Desde lo queer se reconocen formas heterogéneas, difusas y siempre cambiantes de feminidad, no adscritas a los deseos de una ideología hegemónica de la masculinidad. Las diferencias anatómicas de los sexos no son una condición para que lo femenino signifique la asignación cultural de tareas y roles diferentes y subordinados a lo masculino.

Ni el activismo social ni la academia cubana han realizado una aproximación feminista de las identidades trans, a pesar de que la historia de la Nación cubana cuenta con algunos ejemplos de hombres biológicos que transgredieron las normas de género y sobre todo a la inversa, es decir, mujeres biológicas que irrumpieron en el espacio público con roles y atributos masculinos[i].

El transfeminismo tiene un amplio registro de producción de saberes a nivel internacional, que se ha legitimado desde el activismo político y se ha enriquecido con los aportes de la teoría queer y de numerosas activistas y académicas[ii] que asumen la fluidez y flexibilidad de los géneros como militancia y como una actitud ante la vida.

La plataforma del transfeminismo acoge a una heterogeneidad de expresiones subversivas del poder patriarcal y heteronormativo, que incluyen a las feminidades trans (transexuales femeninas), a las personas que no se identifican con ningún género (agéneros), o expresan atributos de ambos géneros (transgéneros) y a las personas con género queer.

El transfeminismo queer resulta particularmente interesante por ser un movimiento radical que se opone a las políticas y a las relaciones sociales que promueven la asimilación de los géneros y las sexualidades por el poder heteronormativo; rechazan el hecho de que las personas trans tengan que acomodar su cuerpo y el resto de sus expresiones de género a la feminidad o a la masculinidad (según corresponda) hegemónicas. Es decir, una persona trans femenina (varón, biológica y legalmente) debe mostrar en el espacio público, ante su familia y ante el poder biomédico que cumple con la mayoría de los patrones de feminidad extrema que establece la cultura, todo ello para poder integrarse socialmente y que se le reconozca el pleno ejercicio de ciudadanía. No es raro ver a personas trans con  expresiones de género marcadamente femeninas que reproducen los mismos estereotipos de delicadeza, sumisión y subordinación de numerosas mujeres cisgénero[iii].

Para el transfeminismo queer semejante realidad no es integración, se trata de una asimilación por un poder jerarquizado que ubica a estas personas en los márgenes de la sociedad, no es más que una mascarada performativa que no genera automáticamente derechos ni espacios de libertad.

En el contexto cubano es importante destacar que, al reconocimiento de la personalidad jurídica de acuerdo a la identidad con las que las personas trans se identifican, las obligan a pasar por una transformación total del cuerpo, con la pérdida de las funciones reproductivas, y dejan fuera a un grupo importante de individuos trans que solamente solicitan trasformaciones parciales.

Hasta el momento no se avizora el surgimiento de actores sociales trans que propongan o demanden un reconocimiento pleno de identidades fluidas de género. Los sujetos trans sobrevivientes a la violencia real y simbólica desarrollan un activismo empoderador y participativo en Cuba, de acuerdo a intereses institucionales muy definidos, generalmente restringidos al campo de la salud sexual. Ellos aún están muy lejos de apropiarse de las teorías y fundamentos del feminismo, mucho menos con enfoque queer.

Los sujetos con género queer son enfáticos en que se reconozca el derecho a la autonomía de cada persona para nombrarse y autodefinir su identidad tal y como lo considere, sin coerción, ni etiquetas, ni intervenciones médicas. Ellos defienden una integración   transformadora de las relaciones sociales, con pleno goce de la autonomía sobre los cuerpos.

Prácticas, deseos y parentescos queer

Lo queer abraza también a las prácticas y deseos sexuales fluidos, consentidos y responsables, que generen disfrute pleno de una capacidad casi inherente al ser humano: el placer sexual.

El feminismo a nivel internacional ha debatido ampliamente sobre las representaciones del cuerpo femenino, incluyendo el erotismo, el homoerotismo y la pornografía. De hecho, ya se habla de estudios post-pornográficos y de las relecturas sobre el cuerpo en relación con su consumo cultural en tiempos de altos flujos de información, donde prevalece lo visual.

En Cuba se han realizado acercamientos críticos sobre el placer sexual que utilizan un enfoque de género feminista, sobre todo en las artes escénicas. Otros pocos destacados académicos y activistas han incursionado en el ensayismo influido por los estudios queer en las artes visuales y en la literatura.

Sin embargo, el activismo político y la academia siguen posponiendo el tema del placer sexual y los estudios sobre pornografía apenas se realizan, siendo una palabra más proscripta que el feminismo.

Lo queer en este contexto brinda un enfoque amplio y flexible sobre el cuerpo y su potencial erótico que fluctúa desde la legitimidad del autoerotismo hasta las prácticas sexuales no monogámicas responsables, sin importar género, racialidad o estatus social. La abstinencia sexual completa es también válida, siempre y cuando no se deba a coerción o a la limitación de la autonomía de la persona. Desde lo queer se desgenitaliza el placer sexual y se promueve la exploración de todo el potencial erótico del cuerpo.

Un feminismo influido de estos preceptos podría contribuir a derribar los mitos sobre la mujer cubana siempre hermosa y deseada, que nunca se masturba y que siempre tiene relaciones monogámicas. Lo queer promueve la comprensión de otras prácticas sexuales entre las propias mujeres, libres de normativas patriarcales, con entera libertad, donde no sea un mero objeto de deseo sino una participante activa en el intercambio de placeres.

Las uniones sexuales y los tipos de parentescos son otra problemática que perviven en nuestro imaginario y en los marcos institucionales. La ideología patriarcal comprende solamente las uniones monogámicas heterosexuales y, al mismo tiempo, se muestra hipócritamente permisiva con las relaciones poligámicas practicadas por hombres heterosexuales. El resto sigue siendo una aberración, aun y cuando existen en el contexto cubanos los tríos o triejas, muchos de ellos heterosexuales, que tienen que mantenerse ocultos o de forma discreta si pretenden construir un proyecto de vida y una intimidad erótica entre ellos. No es raro que los miembros de estas uniones soliciten evaluación psicológica o de consejería como resultado de las incomprensiones de sus familiares o por la presión social en los espacios donde residen.

Desde el feminismo se propone la posibilidad de construir parentescos múltiples sin que por ello se niegue el derecho a las relaciones monogámicas. Lo queer en este punto propone la desarticulación del matrimonio como institución patriarcal y el reconocimiento legal de múltiples tipos de uniones, independientemente del género y el número de personas que la integren. De esta manera el Estado debería reconocer los derechos patrimoniales y los deberes indispensables que se deriven de estas asociaciones sexo-eróticas, sin intervenir en la autonomía personal de sus integrantes en relación a su sexualidad, con plena garantía de la igualdad y de sus derechos humanos.

Utopía: Nación feminista en Revolución queer

El proyecto de Nación que se construye en Cuba debe pasar por el desmontaje de las relaciones jerarquizadas entre los géneros que se basan en la diferencia sexual, sin asimilaciones ni políticas triunfalistas. No será suficientemente revolucionario un proyecto de país que no genere los espacios de participación que hagan comprender que un ser humano no debe ser clasificado de acuerdo al sexo, el género o la orientación erótica del deseo, así como su conexión con la racialidad, las discapacidades, su estatus económico, el seroestatus al VIH, ideología y creencias religiosas.

No se trata de copiar y aplicar forzosamente teorías sino de combinar dinámicamente los aportes de diferentes saberes y prácticas revolucionarias y emancipatorias. El feminismo, y los aportes de la teoría queer parecen ser propuestas útiles. En el reconocimiento y respeto a esa compleja heterogeneidad de la Nación le va la preservación de su propia unidad.

 Notas:



[i] Ver González Pagés, J. C.: En busca de un espacio: historia de mujeres en Cuba: Ediciones de Ciencias Sociales, 2003.

[ii] Para una mejor comprensión del texto, usamos el género masculino o femenino, aunque muchas de estas personas no se identifican necesariamente con ninguno de los dos. En inglés se autodefinen con los neutros transgender, bigender y gender queer. Cada vez es más frecuente el uso de la @ para incluir a los dos géneros o de la X para expresar una neutralidad total referente a los géneros en la lengua española. La problemática, no aceptada por la Real Academia de la Lengua Española, se origina por la jerarquización de géneros binarios en nuestro idioma, el cual, como ente incesantemente vivo, podría ir adoptando a los nuevos aportes de la academia y de las prácticas sociales sobre el género y la sexualidad.

[iii]    Cisgénero se refiere a las personas no transgénero.


Tomado de: Feminismos de hoy. Retos y perspectivas en Cuba y más allá de sus fronteras. Servicio de Noticias de la Mujer de América Latina y el Caribe. Año I, No. II, 2014

1/06/2015

1er Encuentro Nacional sobre Estudios de Género y Sexualidades No Heteronormativas.


Colegas activistas, académicas y académicos sobre género y sexualidad residentes en Cuba,

Reenviamos nuevamente la convocatoria al 1er Encuentro nacional sobre estudios de género y sexualidades no heteronormativas. Le recordamos que el plazo para el envío de los resúmenes es el próximo 10 de enero. También queremos aclarar que los gastos de alojamiento y alimentación durante el evento serán cubiertos por los organizadores, así como el transporte;  para lo cual serán alquilados dos ómnibus que saldrán desde la Habana y Santiago de Cuba en viaje de ida y regreso hasta Cienfuegos.

Aquí les va la convocatoria nuevamente:

LA SECCION DE DIVERSIDAD SEXUAL DE LA SOCUMES CONVOCA AL:



1er Encuentro Nacional sobre Estudios de Género y Sexualidades No

 Heteronormativas.



Nota conceptual:


La Sociedad Cubana Multidisciplinaria de Estudios sobre la Sexualidad (SOCUMES) es una organización no gubernamental creada en 1986 como una organización de carácter científico que aglutina a profesionales de disimiles profesiones que estudian y abordan el desarrollo de las sexualidades libres, plenas y responsables. Como parte de la sociedad civil cubana cuenta con representación, a través de la Sección de Diversidad Sexual, en la Asociación Internacional de Gays, Lesbianas, Bisexuales, Trans e Intersex (ILGA, por sus siglas en inglés) desde el año 2003.

Las acciones se han centrado en la educación e investigación de temas relacionados con la sexualidad con enfoque de género y de derechos humanos, además de una activa incidencia política, basados en el conocimiento científico interdisciplinar, como la contribución al desarrollo de la estrategia nacional a favor del respeto a la libre orientación sexual e identidad de genero y la necesidad del legislar por el establecimiento de sus garantías dentro del ordenamiento jurídico cubano.

La sexualidad es aspecto fundamental de la personalidad y en la construcción de la identidad del ser humano, en un contexto social e históricamente determinados. El género y la orientación erótica del deseo son dimensiones de la sexualidad sometidas a un sistema de clasificaciones y etiquetas binarias, atravesadas por relaciones asimétricas de poder.

La producción epistemológica más reciente no se ha despojado de un enfoque medicalizado, que conciben a la sexualidad y al género como inteligibles dentro de una matriz heteronormativa.

El paulatino reconocimiento de los derechos humanos de las personas con sexualidades que no se ajustan al patrón heteronormativo y las tendencias positivas desde la investigación científica en la generación de saberes que contribuyan a cambios culturales, sociales y políticos hacia este grupo humano no han logrado en todos lo ámbitos sobrepasar los enfoques cartesianos binarios en la interpretación del género y del deseo erótico.

La academia cubana no es la excepción. Las investigaciones y los posicionamientos científicos se muestras fragmentados y padecen de un retraso respecto a la producción epistemológica de la región, donde hace décadas se generan nuevos conocimientos desde una percepción no binaria y fluida, con propuestas radicales en la interpretación del género y las sexualidades.

La sección Diversidad Sexual de la Sociedad Cubana Multidisciplinaria para el Estudio de la Sexualidad (SOCUMES) convoca a investigadoras e investigadores de todo el país a su Primer Encuentro Nacional sobre Estudios de Género y Sexualidades No Heteronormativas, a celebrarse desde el 21 al 23 de Enero de 2015 en el Hotel Pasacaballos, Cienfuegos.

ORGANIZA:

Sección de Diversidad Sexual de la SOCUMES.


AUSPICIAN:

Sociedad Cubana Multidisciplinaria para el Estudio de la Sexualidad (SOCUMES)

Embajada del Reino de Noruega en la Habana.


OBJETIVOS:

  1. Analizar experiencias teóricas y aplicadas en el estudio de la Sexualidad y la Salud Sexual con enfoque de género y enfoque de derechos realizadas en el país sobre las sexualidades no heteronormativas.

  2. Identificar las principales tendencias de desarrollo de estos estudios en el país y adelantar estrategias conjuntas para su abordaje con enfoque multidisciplinario y participación social.

  3. Reflexionar sobre los vínculos, alcance y efectividad de las acciones de proyección comunitaria, activismo político y abogacía de derechos realizadas en el contexto de la interacción entre los aportes académicos y la sociedad civil.


TEMATICAS:

Se sesionara en forma de Simposios donde los participantes debatirán desde sus experiencias las temáticas que a continuación se relacionan:


  1. Aproximaciones teóricas al sistema sexo-género-deseo”

  2. Vulnerabilidades asociadas a la discriminación por orientación sexual e identidad de género”

  3. Violencia y sexualidades no heteronormativas: víctimas y supervivientes”

  4. Ciudadanías sexuales: emancipación Vs. asimilación”

CALENDARIO:

Los interesados deberán enviar un resumen de sus ponencias, trabajos o proyectos que no exceda las 250 palabras antes del 10 de Enero de 2015 a: alaindr@jagua.cfg.sld.cu y aroqueg@infomed.sld.cu.

Deberan destacar en que línea temática prefieren incluir su estudio y la dirección electrónica de contacto. Los trabajos elegidos serán comunicados por esta via el dia 12 de Enero. Cada autor podrá enviar tantos trabajos como considere pertinente, entre los cuales serán seleccionados los participantes, las ponencias completas les serán solicitadas con vista a su próxima publicación.

Los gastos de alojamiento y alimentación durante el evento serán cubiertos por los organizadores, así como el transporte para lo cual serán alquilados dos ómnibus que saldrán desde la Habana y Santiago de Cuba en viaje de ida y regreso hasta Cienfuegos.

Programa propuesto:

1er día:

9:00-12:00 Sesión plenaria. Palabras de apertura y Conferencia Magistral

12:00- 13:30: Almuerzo

13:30-16:00 Simposio “Aproximaciones teóricas al sistema sexo-género-deseo”

2do día:

9:00-12:00: Simposio “Vulnerabilidades asociadas a la discriminación por orientación sexual e identidad de género”

12:00- 13:30: Almuerzo

13:30-16:00: Simposio “Violencia y sexualidades no heteronormativas: víctimas y supervivientes”

3er día:

9:00-12:00: Simposio “Ciudadanías sexuales: emancipación Vs. asimilación”

12:00- 13:30: Almuerzo

13:30-16:00: Sesión plenaria: Conferencia magistral y Clausura.


COMITÉ ORGANIZADOR:

MSc Alain Darcout Rodríguez. Presidente de la Sección de Diversidad Sexual de la SOCUMES.

MSc Yasmany Días Figueroa. Vicepresidente de la Sección de Diversidad Sexual de la SOCUMES.

Dr Alberto Roque Guerra. Presidente de la Comisión Científica del Evento.

Para cualquier duda comunicarse a través de las direcciones electrónicas ya mencionadas





12/20/2014

Derechos, sexualidades y géneros en transición

Por Alberto Roque Guerra
Especial para SEMlac

La Declaración de derechos del hombre y el ciudadano, nacida con la gesta de la revolución francesa de 1789, se considera la fuente de inspiración de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, proclamada el 10 de diciembre de 1948.

La revolución francesa convocó a la barbarie y a la destrucción del orden moral, según ha dicho Edmund Burke (Burke, 2003). La proclama «Los hombres nacen y permanecen libres e iguales en derechos», sustentada en el contrato social de Jacques Rosseau y otros contractualistas, promulgó un contrato sexual en los nacientes Estados laicos burgueses.

El contrato sexual superó en brutalidad e ignominia a la crítica liberal conservadora de Burke hacia los fundamentos ilustrados de la revolución francesa mediante la sanción jurídica del matrimonio, que institucionalizó sus esencias patriarcales y sentó las pautas para la normalización de los géneros y las sexualidades consideradas entonces como abyectas y no productivas. También delimitó las esferas pública de la privada y sistematizó científica y políticamente a la diferencia sexual dicotómica como punto de partida para la atribución de roles de géneros, es decir, de poderes jerarquizados (Pateman, 1995).

A pesar de los avances logrados desde 1948 en materia de derechos sexuales y reproductivos como derechos humanos, en la actualidad perviven muchas de las arcaicas estructuras del contrato sexual burgués que colisionan con los principios de igualdad, libertad, dignidad, no discriminación y justicia social.

Sobre los orígenes burgueses liberales de los derechos sexuales, su enfoque marcadamente salubrista y sobre su crisis de universalidad se ha escrito y debatido con creces. Acá se pretende realizar una aproximación sobre las agendas pendientes en Cuba en cuanto a la consideración, la garantía y el goce efectivos de los derechos sexuales como derechos humanos. Se enfatizará en algunos de los remanentes post-coloniales que en plena transición socialista, perpetúan las discriminaciones por orientación sexual y de género en nuestro imaginario socio-cultural, en la academia y las instituciones.

Derechos reproductivos

Quisiera comenzar por los derechos mejor garantizados en nuestro país: los derechos reproductivos. Ellos han sido reconocidos de forma radical desde la década de 1960. Las féminas han gozado desde entonces de libertad sobre su cuerpo, con acceso pleno al aborto institucional, al control de la natalidad y a la atención de sus necesidades específicas en cuanto a la salud reproductiva. Sin embargo, lo hasta aquí dicho ha funcionado para las mujeres heterosexuales o al menos para aquellas que han logrado legitimar dicho deseo públicamente.

La limitación al acceso a las tecnologías de reproducción asistida por las parejas de mujeres lesbianas y por mujeres que desean formar una familia monoparental es una realidad no resuelta. Las políticas del Estado cubano reconocen a la parentalidad heterosexual como la únicamente legítima; sobre todo a aquellas parejas heterosexuales casadas que por infertilidad requieren de métodos de reproducción asistida de alta tecnología.

En los tiempos que corren se ha vuelto prioritaria la implementación de las políticas de incremento de la natalidad, por lo que resulta paradójico que las parejas femeninas o las mujeres que desean una familia monoparental no estén incluidas en los mencionados programas. Dichos servicios no requieren de altas tecnologías puesto que no es la infertilidad lo que motiva la demanda sino el noble deseo de tener descendencia sin vínculo erótico con hombre alguno. Sin dudas, son biopolíticas excluyentes que contravienen el principio de universalidad y equidad en la atención de salud en nuestro país.

Asimismo, debe entenderse que el cuerpo femenino no es una especie de reservorio-incubadora pues también tiene derecho al reconocimiento y garantía del disfrute del placer sexual. Lamentablemente existe una orfandad académico-investigativa y en las políticas de salud cubanas en relación al placer sexual. Los pocos espacios disponibles en la actualidad para la atención de los malestares de la respuesta sexual se centran sobre todo en la sexualidad masculina y fundamentalmente en garantizar las erecciones del pene como objetivo central.

Pero si de hombres se trata, nuestro país está aun muy lejos de comprender los derechos reproductivos de las parejas homosexuales y a la monoparentalidad masculinas. El derecho a la equidad sexual y a la autonomía sobre los cuerpos masculinos no se toma en cuenta al soslayarse las necesidades y el derecho a la toma de decisiones reproductivas libres también por parte de los hombres. La monoparentalidad masculina, y el derecho a la homoparentalidad mediante acuerdos consentidos no son ni siquiera motivo de debate en la actualidad.

El asunto es aun más complejo en el caso de los derechos reproductivos de las personas trans, quienes se ven obligadas a someterse a la esterilización farmacológica (con hormonas del otro sexo) y quirúrgica (cirugías para la afirmación del género) para ser reconocidas jurídicamente con la identidad de género que se identifican. A nivel internacional existen evidencias sobre la práctica de castraciones obligatorias para hacer inteligibles los cuerpos de las personas trans por los Estados. En Cuba los protocolos médicos vigentes para la afirmación del género incluyen estos procedimientos de forma tácita, de otra manera no pueden acceder al proceso judicial que les permita el reconocimiento del género deseado.

También conocemos a varias mujeres transexuales cubanas que han comenzado la transición hacia el otro género después de concebir hijos y que no desean someterse a cirugías de reasignación sexual por el temor a perder el derecho a su guarda y cuidado.

A contrapelo de lo anterior, hace relativamente poco tiempo, el embarazo ―en algunos casos gemelares― de varias personas trans masculinas en los Estados Unidos, Chile y España pusieron en tela de juicio los cánones tradicionales en las biopolíticas sobre la paternidad y la maternidad y existe una amplia producción de nuevos saberes sobre esta temática que legitima los derechos reproductivos de este grupo humano.

Derecho a las identidades de género

Por otra parte, existen dificultades en el reconocimiento de la identidad de género, elemento esencial para el normal desarrollo de la personalidad. El sexo continúa siendo la manera de identificar a las ciudadanas y ciudadanos desde el punto de vista jurídico. Desde su asignación legal al nacer se establecen como uno de los elementos sobre los cuales se adquiere la capacidad de tener derechos y obligaciones como personas jurídicas.

El reconocimiento legal se establece de acuerdo a las características morfológicas de los genitales externos y en casos específicos, se procede a la exploración de los cromosomas para definirlo en categorías binarias que actuan en oposición: hembra o macho. De hecho, la sociedad está estructurada en estos estancos binarios.

Sin embargo, existen variantes no inusuales donde el sexo genital o cromosómico no pueden ser determinados y la relación entre la información contenida en el ADN, los cromosomas, las hormonas sexuales, sus receptores en los tejidos periféricos, los genitales internos y la diferenciación sexual en el cerebro no tienen una correspondencia lineal absoluta. En este contexto se ubican a las personas intersexuales.

En el caso de las personas trans, la construcción de la identidad de género o los roles de género no se corresponden con el sexo asignado al nacer, aun y cuando los genitales externos son congruentes con el sexo asignado.

Desde el punto de vista de los derechos humanos, ¿cuáles son limitaciones que enfrentan estas expresiones sexo-genéricas?

En nuestro país las biopolíticas jurídicas y biomédicas demandan una clarificación inteligible de uno de los dos sexos en el caso de los genitales ambiguos o cuando la morfología se aparta de la norma (clítoris grades, penes pequeños, etc.). Las intervenciones médicas irreversibles sobre los genitales se hacen entonces necesarias para modificarlos de acuerdo a una norma binaria deseada. Los resultados en Cuba de estas prácticas generan nuevos problemas de salud física y mental, según lo documentado en investigaciones científicas sobre la atención a las personas intersexo en nuestro país (Agramonte 2006; Agramonte & Ledón, 2010), además de constituir una forma de mutilación genital que vulnera los derechos de la infancia y que no todas las asignaciones de sexo a estas personas se corresponden con la identidad de género que construyen durante el trascurso de sus vidas.

De manera similar ocurre con las personas trans. El biopoder jurídico les demanda la realización obligatoria de adecuaciones genitales para reconocerles derechos «plenos», previa demostración ante el biopoder psiquiátrico de que sus identidades pasan socialmente como masculinas o femeninas y de que padecen de algo llamado disforia de género.

La fantasía edificada desde los malestares de la cultura y de las instituciones se sustenta en la cruel realidad de que no es posible modificar los otros elementos que constituyen la categoría sexo y que las cirugías alivian, pero no borran el sufrimiento que generan las discriminaciones y la precariedad de la vida de estas personas.

Entonces, ¿cambiarán los paradigmas biomédicos y jurídicos en relación a las personas intersexo?, ¿es posible una moratoria de las intervenciones quirúrgicas precoces a personas intersexo con genitales ambiguos?, ¿qué solución pudiera ofrecer el ordenamiento jurídico cubano a las personas trans que no desean o tienen contraindicaciones médicas para someterse a tratamientos de transición de género?, ¿cuándo abordaremos estas problemáticas en la infancia y en la adolescencia, con pleno respeto al infante como sujeto de derecho?, ¿por qué no considerar a la identidad de género como constitutiva de la identidad personal y jurídica desde que el sujeto tiene capacidad demostrada para decidir sobre su cuerpo?.

Como plantean los principios de Yogyakarta: «La orientación sexual o identidad de género que cada persona defina para sí, es esencial para su personalidad y constituye uno de los aspectos fundamentales de su autodeterminación, su dignidad y su libertad. Ninguna persona será obligada a someterse a procedimientos médicos, incluyendo la cirugía de reasignación de sexo, la esterilización o la terapia hormonal, como requisito para el reconocimiento legal de su identidad de género» (The Yogyakarta Principles, 2007)

La necesidad de una Ley de Identidad de Género que garantice estos derechos sin intervenciones médicas es perentoria. También reconocería las múltiples maneras de construir las masculinidades y las feminidades, tanto en personas trans como en personas cisgénero.

Las nuevas políticas no pueden seguir ancladas a una norma binaria de género que genera discriminaciones, como ha ocurrido en la recién aprobada Ley Código de Trabajo y en los nuevos modelos de documentos de identidad (pasaporte y carné de identidad), que a pesar de contar estos últimos con modernas tecnologías de identificación biométrica mantienen incluidas a la inestable y heterogénea categoría sexo.

Existen experiencias internacionales científicamente probadas que permiten la asignación del sexo al nacer y garantizan el reconocimiento jurídico de la identidad de género desde edades muy tempranas, a lo que se adicionan una serie de intervenciones afirmativas de acompañamiento de las familias y en los contextos comunitarios donde la persona vive. En Cuba tenemos una infraestructura institucional y un capital humano que pueden ser garante de este derecho. El desafío está en cambiar nuestras mentes hacia paradigmas verdaderamente emancipatorios, basados en la equidad y en la justicia social.

Derecho a la vida y la seguridad personal

Las redes sociales virtuales se han hecho eco de un debate sobre los crímenes de odio en Cuba. Los múltiples asesinatos de hombres homosexuales y de algunas personas trans femeninas han disparado la preocupación sobre una potencial escalada de estos hechos, donde parecen converger varias vulnerabilidades, entre las que se encuentran: la soledad en etapas medianas y avanzadas de las vidas de hombres homosexuales, las prácticas sexuales con prostitutos masculinos criminales y la invisibilizada violencia de la que son víctimas las personas trans.

El asunto se torna más complejo al no contar en el ordenamiento jurídico cubano con una tipificación de los crímenes de odio a lo que suma la criminalización de las prácticas sexuales entre personas del mismo género y la naturalización de la violencia mediante la nomenclatura de crímenes pasionales.

Tampoco se tipifica en la Ley penal a la violencia de género en todas sus dimensiones y que permita la intervención oportuna con medidas preventivas de daños físicos y psicológicos.

Aunque dichos crímenes no parecen ser frecuentes en nuestro país, preocupa que estemos ante una ilusión tipo iceberg que subregistre tales hechos. Debe inquietarnos mientras haya un solo ciudadano o ciudadana que se le niegue el derecho humano a la vida y a la seguridad personal.

Derecho a múltiples parentescos

Con toda intención he dejado para el final los temas de parentesco, que incluye la pertinencia de aprobar el matrimonio igualitario en Cuba y el derecho a la adopción.

Aunque no menos importantes en el ámbito de los derechos sexuales, en este punto colisionan los criterios personales de numerosos activistas, académicos y académicas y sobre todo de nuestros políticos. El matrimonio fue una de las concesiones que el Estado laico dejó a la Iglesia, las diversas apreciaciones políticas y religiosas sobre el tema crean una especie de parteaguas.

Con toda intención lo ubiqué en la introducción donde hago mención al contrato sexual, puesto que luchar por el matrimonio es aceptar ideológicamente a una estructura patriarcal que proclama en la letra de la Ley la igualdad entre los cónyuges, pero en la práctica cotidiana reconoce como únicamente legítima a la familia nuclear heteroparental, organizada por jerarquías estratificadas de poder.

En nuestro país el matrimonio continúa siendo un deseo, sobre todo del Estado, revalorizado últimamente en numerosos discursos públicos sobre la familia con cierto tufillo neoconservador.

Por otro lado, tampoco puede obviarse que muchas personas lesbianas, gays, bisexuales y trans cubanas anhelan y reproducen día a día los principios de la familia fundados bajo los preceptos patriarcales del matrimonio y reclaman la ampliación de estos derechos a toda la ciudadanía sin importar la orientación sexual o la identidad de género.

Lamentablemente, no se ha hecho una consulta amplia a los principales implicados sobre la concesión de este derecho ni se ha promovido un debate a nivel de la sociedad, anteponiéndose los habituales argumentos: «no estamos preparados, no es el momento, no es prioridad», y el más inmovilista de todos: «debemos preservar la unidad nacional».

En sintonía con el principio de participación de la ciudadanía en nuestro sistema democrático republicano y socialista, resulta preocupante que no se conozca el contenido del anteproyecto de Ley Código de Familia, presentado por organizaciones que conforman la sociedad civil cubana.

El matrimonio igualitario es políticamente necesario, pero también deben reconocerse a otras formas de uniones con iguales derechos, incluyendo la posibilidad de adoptar para aquellas parejas homosexuales que no puedan o no deseen disfrutar de derechos reproductivos plenos.

Una nación como la nuestra, en plena transición revolucionaria al socialismo debe replantearse nuevas maneras de entender y atender a las diversas conformaciones de familias. Ese es un derecho humano básico, como los es el debate permanente sobre estas temáticas que conlleven a desmontar las relaciones asimétricas que perviven hacia el interior de las familias, limitantes de la libertad y de la dignidad de los sujetos que las integran.

La voluntad política para reconocer los derechos sexuales como derechos humanos en Cuba debe expresarse en hechos concretos que la sustenten.


Bibliografía


Agramonte, A. (2006). Tratamiento quirúrgico de los genitales ambiguos: fundamentos e implicaciones psicológicas y sexuales. Rev Cubana Endocrinol, 17(3). Retrieved from http://scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1561-29532006000300004&lng=es

Agramonte, A., & Ledón, L. (2010). Intersexualidad, necesidad del cambio en el paradigma de atención. Rev Cubana Endocrinol, 21(3).

Burke, E. (2003). Reflexiones sobre la Revolución de Francia. Madrid: Alianza Editorial.

Pateman, C. (1995). El contrato sexual. Barcelona: Editorial Anthropos.

The Yogyakarta Principles. (2007). The Yogyakarta Principles. Principles on the application of international human rights law in relation to sexual orientation and gender identity. en www.yogyakartaprinciples.org, última revisión: 2 de septiembre de 2011.