Por Alberto Roque Guerra
Al cine debemos el comienzo de la conmemoración del Día Mundial contra la Homofobia en Cuba. La proyección del filme Los Chicos no Lloran, el 17 de mayo de 2007 en la céntrica sala 23 y 12, con su ulterior debate sobre los significados de la homo –trans- fobia y sobre los crímenes de odio, sentó pautas para incluir esta iniciativa en las celebraciones de la primera Jornada Cubana contra la Homofobia en 2008.
Desde entonces, el escritor y crítico cinematográfico Frank Padrón, modera mensualmente este espacio en la misma sala 23 y 12. Su sistematicidad ha enfrentado disímiles desafíos relacionados con la programación cinematográfica, el horario y la disponibilidad de filmes que aborden los temas relacionados con la diversidad sexual. Mantener el balance entre el rigor artístico y la utilidad para el debate ha sido uno de los retos más significativos.
A lo largo de estos casi 3 años, Frank Padrón ha sabido articular los elementos teóricos sobre sexualidad y los elementos artísticos de cada filme. El espacio ha mantenido una asistencia de público de composición variable, en cuanto a edad, género y orientación sexual.
Aun cuando usualmente gran parte del auditorio abandone la sala después concluida la proyección del filme, decenas de personas aprovechamos regularmente un espacio donde se vierten e intercambian opiniones sobre el filme en cuestión y en muchas ocasiones se contextualiza su argumento a la realidad cubana. En lo personal he aprendido sobre cine y sexualidad y sobre todo de las ricas experiencias y opiniones de las y los participantes.
Notamos como en ocasiones los filmes con argumentos más planos o simples devienen en magníficos debates. En otras ocasiones, filmes de alto vuelo artístico han “acallado” algunas voces, pero siempre queda la satisfacción de disfrutar de buen arte y nos deja rumiando sobre la obra que acabamos de disfrutar.
Lamento la poca asistencia de activistas involucrados en las campañas educativas que se desarrollan en el país por el respeto a la libre orientación sexual e identidad de género, lideradas por el Centro Nacional de Educación Sexual, tan empeñados en lograr una cultura de diálogo y de respeto entre nosotros. Casi siempre se deja esta responsabilidad a un pequeño grupo, en ocasiones informal, conocedor de los resortes y herramientas para el buen debate.
Lamento también que, en dudoso ejercicio de transparencia, algunos se atrevan a criticar lo que allí acontece con tan solo asistir a dos o tres funciones y ser eternos ausentes del debate. Sean también bienvenidas esas opiniones, porque lo que cuenta es la permanencia del espacio y la necesidad de mejorarlo, enriquecerlo, hacerlo más atractivo y educativo.
Felicito a Frank por su eterna disposición a colaborar, por su activismo desinteresado, sin divismos ni pretensiones y por permitirnos aprender sobre la cultura del debate que tanto necesitamos.
A todas y todos, activistas o no, bienvenidos al cine 23 y 12 el tercer martes de cada mes. (25/03/11)
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