Por estos días he reflexionado profundamente sobre el complejo proceso de salir del clóset. Las personas que no somos heterosexuales atravesamos un camino difícil a lo largo de nuestra existencia.
Mostrar lo que somos, sin miedos, es un derecho inalienable. Sin embargo, ese proceso requiere de mucho coraje y determinación.
Muchas personas viven en la mentira, niengan su propio deseo erótico y reprimen sus prácticas sexuales. Para algunas parece cómodo, la mentira los mantiene en su zona de confort heterosexual pero a la larga se termina complaciendo los deseos de otras personas.
Los closets generan sufrimiento, angustia, baja autoestima, vergüenza y no es infrecuente que se genere daños a otras personas como resultado del engaño. Una mentira genera otra y así sucesivamente. De esa manera no hay disfrute de la libertad personal. El derecho de no mostrar nuestra sexualidad tal y como la sentimos concluye cuando se produce daños a otras personas.
Salir del clóset tranquiliza el espíritu y aunque se sufra en el proceso, siempre será mejor vivir con la verdad.
Nunca dejamos de salir del clóset, es por eso que se trata de un ejercicio permanente. Nuestras relaciones sexo eróticas enfrentarán siempre la mirada sospechosa en nuevos escenarios y momentos. Si pensamos que la heterosexualidad está cargada de tantos otros closets vale la pena vivir plenamente tal y como sentimos que somos.(Santos Suárez, 13 de octubre de 2019)
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