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1/25/2011

Carta respuesta a Oscar Cuevas Romeros. Parte III

Debate Vs. Difamación y el Sentido de la Responsabilidad

Estimado Oscar,

Después de que el contenido de su correo electrónico viajara de forma expedita de cadena en cadena, un amigo lo calificó como una “joyita”. Imagino que se refería al compendio de homofobia contemporánea que hace palidecer a los estamentos de la Santa Inquisición.

Sus opiniones homofóbicas constituyen un excepcional aprendizaje en la desarticulación de los prejuicios acerca de la diversidad sexual, de la que también usted es parte, por supuesto. Por ese motivo me sentí obligado a separar la hojarasca y centrarme en las cartas anteriores al mencionado ejercicio del debate sobre sexualidad y derechos sexuales. Fíjese que esto se realiza a muy bajo costo y sin gastar un solo centavo del presupuesto del CENESEX.

Hurgando en la hojarasca y a tono con la discusión de los Lineamientos de la Política Económica y Social, hoy dediqué unas horas a averiguar el monto del presupuesto anual asignado a esta institución por el Ministerio de Salud Pública. Las cifras me sorprendieron y mi incredulidad duró muy poco al recibir un mensaje que también trataba el asunto de marras.

Supe que el presupuesto asignado a esa institución anual está alrededor de los 361,300 pesos cubanos. Como a usted solamente le interesan las divisas, le ahorro el cálculo: esa cifra equivale a 14,452 CUC. Sin embargo usted dice: ¿por qué el Cenesex no se ocupa de este tema y destina parte de los millones de dólares que se gastan en campañas por el día mundial contra la homofobia? (…)

Lo anterior me hizo meditar sobre la mentira y el sentido de la responsabilidad al expresarnos en el debate. Estos comentarios resultan sumamente graves, puesto que la mentira, transmitida sin cesar en la red de redes, ha sido utilizada para difamar a una institución del Estado cubano. Su silencio preocupa y en ese sentido consulté también el Código Penal Cubano, que dice textualmente en su capítulo IV, artículo 204:

El que públicamente difame, denigre o menosprecie a las instituciones de la República, a las organizaciones políticas, de masas o sociales del país, o a los héroes y mártires de la Patria, incurre en sanción de privación de libertad de tres meses a un año o multa de cien a trescientas cuotas.

El sentido de la responsabilidad no limita en lo absoluto la libertad de expresión, ni la polémica constructiva que tanto necesita la Nación. La mentira y la difamación son inaceptables. Creo que, por el momento, no se requiere decir nada más.

Saludos,


Alberto Roque Guerra
25 de enero de 2011

2/08/2009

Derechos Homosexuales en Cuba: por el respeto a la dignidad humana

Alberto Roque Guerra
27 de mayo del 2008

El complejo proceso de formación del imaginario homófobo tiene marcados antecedentes religiosos que surgieron en gran parte de los países occidentales por la influencia del credo judeocristiano. De esa manera, con el paso de los siglos, se empoderó férreamente el pensamiento patriarcal, machista y heterosexual en las relaciones entre los seres humanos y se perpetuaron la discriminación y la marginalización de las mujeres y de toda aquella persona que se apartara de esas rígidas normas impuestas por la Iglesia. La Inquisición persiguió y eliminó a todo ser humano que desafiara estas relaciones de poder. Con el debilitamiento de la Iglesia y el aumento del papel gobernante del Estado en las formaciones sociales occidentales, el delito de pederastia se incluyó en los códigos penales de los países europeos y de sus colonias de ultramar.

El término homosexualidad surge en el siglo XIX con los aportes de la Medicina. El sexólogo inglés Havelock Ellis denominó entonces a estas personas como invertidas, designación que se popularizó posteriormente. Sin duda alguna, la Medicina profundizó el estigma contra las personas homosexuales.

A finales del siglo XIX y principios del XX, el sexólogo judío alemán, Magnus Hirschfeld, realizó importantes aportes a la comprensión de la sexualidad humana en sus expresiones más diversas y fue un valiente luchador por los derechos de las personas homosexuales y transgéneros. Lamentablemente, gran parte de su obra se perdió por la persecución nazi durante las primeras décadas del siglo XX.

En los años 60 y 70 del pasado siglo, surge el llamado movimiento de liberación homosexual en los Estados Unidos. En 1973 la Sociedad Americana de Psiquiatría concluía que “La homosexualidad, de por sí, no implica ningún impedimento en el juicio, la estabilidad, la confiabilidad ni las capacidades sociales y vocacionales en general…”. Sin embargo, no fue hasta el 17 de Mayo de 1990, que la Organización Mundial de la Salud eliminó del Manual de Enfermedades Mentales a la Homosexualidad.

Consecuentemente, la homofobia transitó por enfoques religiosos, jurídicos y científicos. Estas influencias fueron determinantes en la formación de la nación cubana y se complementaron con los aportes de los cultos africanos. El triunfo de la Revolución Cubana representó un avance en eliminar la discriminación racial y de género, sin embargo, no fue así con el reconocimiento de las personas homosexuales. De hecho, se cometieron injusticias y arbitrariedades avaladas por criterios médicos, políticos y jurídicos. La ostentación pública de la homosexualidad siguió siendo penada por la Ley hasta la década de 1980.

Los últimos 18 años han sido favorables en la evolución del imaginario social en este sentido, sin embargo, la sociedad cubana actual continúa permeada de ideas y concepciones machistas y patriarcales, a pesar de los esfuerzos realizados por la Revolución por eliminar esta herencia cultural de casi 500 años. La familia, como núcleo fundamental de la sociedad, es el marco fundacional de estas relaciones de poder. Las personas homosexuales nacen y crecen, en la mayoría abrumadora de los casos, en el seno de una familia heteroparental, es decir, son hijos de padres heterosexuales y crecen, por lo tanto, bajo códigos heterosexistas y machistas.

La orientación erótica hacia personas del mismo sexo –homosexualidad- o hacia ambos sexos- bisexualidad- se forma natural en inconscientemente a lo largo de la niñez y se consolida al final de la adolescencia. La dura tarea de ser “macho”, de la cual tampoco escapan los varones heterosexuales, conlleva a una alta carga de responsabilidad para los padres. La simple insinuación o muestra de que la homosexualidad o la bisexualidad será una de las maneras de expresar la sexualidad se convierte en una tragedia para toda la familia. Nadie escapa a ese sufrimiento.

La invisibilidad de las lesbianas, discriminadas doblemente por el hecho de ser mujeres y homosexuales, así como el rechazo abierto a las personas transgéneros –travestis y transexuales- son una realidad en la Cuba de hoy.

La marcada resistencia a comprender esta realidad deriva en la exclusión, la marginación y hasta el maltrato físico de los niños y adolescentes que comienzan a tener inclinaciones homosexuales. Ellos crecen con una marcada culpa ante la ingenuidad para entender el motivo de estas acciones. La familia se fracciona y ha provocado hasta la ocurrencia de suicidio de algunos de sus miembros.

Bajo estas mismas condiciones se esgrimen hoy día todas las razones para impedir que las parejas homosexuales formen una familia -en este caso homoparental-. Pero, ¿cual es el referente de la familia homoparental? Los estudios realizados en otras sociedades de occidente demuestran que las niñas y los niños que crecen bajo la tutela de padres del mismo sexo no presentan una mayor incidencia de trastornos psicológicos ni de problemas con el aprendizaje en comparación con las hijas e hijos de personas heterosexuales. El ejercicio de la maternidad y de la paternidad, además de ser un derecho, no guarda relación alguna con la orientación sexual ni con la identidad de género. La familia homoparental no representa una amenaza a la fecundidad ni a la reproducción humanas. Las personas homosexuales, bisexuales y transgéneros – de ambos sexos- desean ejercer una maternidad y una paternidad responsables y son capaces de transmitir valores morales.

El reconocimiento legal de las parejas homosexuales en nuestro país es también un asunto pendiente. Mientras perdure esta situación, seguirá siendo discriminatoria. Muchas personas de nuestra generación han adoptado el concubinato como forma de unión entre personas de diferentes sexos que es reconocida ante la ley con las mismas prerrogativas que el sacrosanto matrimonio. Las parejas de hecho son, al menos en Cuba, la forma más viable por el momento, de lograr el reconocimiento legal de estas uniones. Esto no representa tampoco una amenaza a la institución del matrimonio. La familia es el objetivo fundamental a sensibilizar sobre los temas de la diversidad sexual. Las instituciones y los actores de la sociedad civil tendremos que continuar desarrollando un intenso trabajo educativo que permita revertir los prejuicios relacionados con la sexualidad.

La educación en asumir una sexualidad sana y responsable debe formar parte de los programas educativos en todos los niveles de enseñanza mediante la implementación del Programa Nacional de Educación Sexual.

Los medios de difusión desempeñan un papel fundamental en la lucha contra la homofobia. La realidad de las personas homosexuales en Cuba aun tiene un pálido reflejo en los medios. El acercamiento a la espiritualidad de las personas homosexuales y transgéneros se realiza desde una perspectiva eminentemente heteroxesista, en la que se silencia a la persona homosexual y se profundizan los estereotipos que se tienen sobre ellos. No se debe pretender saturar respecto a este tema, ni de dar la idea de proselitismo sexual o de “homosexualizar” a la población. Los medios de comunicación deben trazarse estrategias inteligentes y dinámicas que eduquen y sensibilicen a la gente. No se trata de provocar un enfrentamiento entre homosexuales y heterosexuales, sino de promover el diálogo y la comprensión de todas las realidades de la diversidad humana. También deben eliminarse de una vez y por todas a los personajes humorísticos que se burlan del “diferente”. Esto nos llevaría a transmitir mensajes mucho más cercanos al respeto a la dignidad humana.

Resulta llamativo el contenido de un artículo que leí hace unos días, en el marco de la conmemoración de la Jornada Cubana contra la Homofobia, donde el autor -cubano él- evoca en un discurso invertebrado a Dios, la ONU. y a Martí para exponer su posición respecto a estos temas. Evocar a Dios, se explica por sí sólo en el marco de este escrito. Evocar al apóstol me pareció un golpe bajo, sobre todo por descontextualizar el pensamiento de Martí sobre las relaciones amorosas de la época en que le tocó vivir. Citar al Maestro es contradecir su profundo pensamiento emancipador, de igualdad y de apelación a la dignidad humana.

En cuanto al tema de los Derechos Humanos Universales reconocidos por la ONU, es evidente que el autor desconoce todo el movimiento que crece en el mundo por la defensa de los derechos de las personas homosexuales y transgéneros. La Asociación Mundial de Salud Sexual (WAS, por sus siglas en inglés), reconocen la existencia de los Derechos Sexuales y Reproductivos (1). Los especialistas del Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX) y de la Sociedad Cubana Multidisciplinaria para el Estudio de la Sexualidad (SOCUMES) son miembros de la WAS y participaron en la elaboración de esa Declaración. Los gobiernos miembros de las Naciones Unidas aun tienen que sensibilizarse en trazar políticas que reconozcan plenamente estos derechos. En el marco jurídico se redactaron en 2006 los Principios de Yogyakarta (2), en plena concordancia con la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Prestigiosas instituciones científicas del mundo y las organizaciones no gubernamentales trabajan arduamente en buscar un espacio en el marco de las Naciones Unidas que permitan el reconocimiento de los derechos sexuales como derechos humanos universales.

Las cubanas y los cubanos, independientemente de nuestra orientación sexual, tenemos la responsabilidad ética y moral de eliminar cualquier forma de discriminación. Voltear la cara ante estos hechos desde la mayoría –no por ello dominante- es un acto de injusticia.

Notas:

Identidad gay y homofobia

(Palabras en el panel "Masculinidad y homofobia", durante la Primera Jornada Cubana contra la Homofobia, Pabellón Cuba, La Habana, 17 de mayo del 2008)
Resulta un privilegio y al mismo tiempo un reto hablar sobre homosexualidad masculina y homofobia. El privilegio, que tengo el gusto de compartir con ustedes, es precisamente el de contar con un espacio de reflexión y diálogo como este. El reto consiste en abarcar en su totalidad el problema de la homofobia ante las múltiples y diversas expresiones de la sexualidad humana. En consecuencia, intentaré realizar una aproximación a la homofobia basada en mi experiencia, en las ricas influencias de mi entorno social y en las útiles lecciones aprendidas en estos últimos 4 años de continuada colaboración con el Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX).

La familia

La sociedad cubana actual continúa permeada de ideas y concepciones machistas y patriarcales, a pesar de los esfuerzos realizados por la Revolución por eliminar esta herencia cultural de casi 500 años. La familia, como núcleo fundamental de la sociedad, es el marco fundacional de estas relaciones de poder. Las personas homosexuales nacemos y crecemos, en la mayoría abrumadora de los casos, en el seno de una familia heteroparental, es decir, somos hijos de padres heterosexuales y crecemos por lo tanto bajo códigos heterosexistas y machistas.

La orientación erótica hacia personas del mismo sexo o hacia ambos sexos –permítanme hablar a nombre de los bisexuales- se forma paulatinamente a lo largo de la niñez y se consolida al final de la adolescencia. La dura tarea de ser “macho”, de la cual tampoco escapan los varones heterosexuales, conlleva a una alta carga de responsabilidad para los padres. La simple insinuación o muestra de que la homosexualidad o la bisexualidad será una de las maneras de expresar nuestra sexualidad se convierte en una tragedia para toda la familia. Ni ellos ni nosotros estamos ajenos a ese sufrimiento.

No somos homosexuales porque lo hemos elegido, ni es tampoco un comportamiento o una inclinación aprendida. Si todo fuera de esta manera, no fuéramos homosexuales, no existirían estos conflictos, y el CENESEX y el Centro de prevención del Sida probablemente se dedicarían a trabajar en otros temas. La marcada resistencia a comprender esta realidad deriva en la exclusión, la marginación y hasta el maltrato físico de los niños y adolescentes que comienzan a tener inclinaciones homosexuales, quienes crecen con una marcada culpa ante la ingenuidad para entender el motivo de estas acciones. La familia se fracciona y ha provocado la ocurrencia de suicidio de algunos miembros.

Bajo estas mismas condiciones se esgrimen hoy día todas las razones para impedir que las parejas homosexuales formemos una familia -en este caso homoparental-. Pero, ¿cual es el referente de la familia homoparental? Los estudios realizados en otras sociedades de occidente demuestran que las niñas y los niños que crecen bajo la tutela de padres del mismo sexo no presentan una mayor incidencia de trastornos psicológicos ni de problemas con el aprendizaje en comparación con las hijas e hijos de personas heterosexuales. El ejercicio de la paternidad, además de ser un derecho, no guarda relación alguna con la orientación sexual ni con la identidad de género.

El reconocimiento legal de las parejas homosexuales en nuestro país es también un asunto pendiente. Mientras perdure esta situación, seguirá siendo discriminatoria. Muchas personas de nuestra generación han adoptado el concubinato como forma de unión entre personas de diferentes sexos que es reconocida ante la ley con las mismas prerrogativas que el sacrosanto matrimonio. No me atrevo a decir que las personas homosexuales que disfrutamos de nuestras relaciones de pareja estables rechacen del todo la idea del matrimonio. Las parejas de hecho son, al menos en Cuba, la forma más viable por el momento, de lograr el reconocimiento legal de nuestras uniones. De aprobarse la nuevas y revolucionarias modificaciones del Código de Familia, se tendrán que realizar –cuando sea oportuno- los pertinentes cambios a nuestra Constitución. Si me lo permiten, deseo expresar que personalmente no pretendo acatar el modelo tradicional de familia heteroparental, solo quiero compartir mi vida , junto a otro hombre, con igualdad de derechos y en el respeto a cualquier otra forma de conformar familia que sea capaz de educar con valores humanos.

La familia es el objetivo fundamental a sensibilizar referente a los temas de la diversidad sexual. Las instituciones y los actores de la sociedad civil tendrán que continuar desarrollando un intenso trabajo educativo que permita revertir los prejuicios relacionados con la sexualidad. Nosotros, las personas homosexuales, también tenemos un papel crucial en este empeño, en la medida que seamos capaces de educar a todos los miembros de nuestras familias, con paciencia, mediante la persuasión, demostrando que somos seres humanos que no nos avergonzamos de nuestra orientación sexual y que valemos por las personas que somos.

La escuela

La escuela es el espacio canalizador de la homofobia, de hecho, la potencia a niveles insospechados en la medida que el niño “diferente” “no encaja” con el resto de sus compañeros. Estos niños, generalmente catalogados como “pajaritos” o “mariquitas”, por su gestualidad femenina, o por no participar en juegos violentos, son vejados y ridiculizados a la vista indiferente de sus maestros quienes a su vez no cuentan con las herramientas necesarias para tratar estos problemas. La educación en Cuba sigue reproduciendo e inculcando a los educandos profundos preceptos sexistas. Esto se expresa en la división del aula en varones y niñas para determinadas tareas, así como en una marcada definición de juegos apropiados para niñas y para niños.

La adolescencia es un periodo también complejo y extremadamente confuso. El varón adolescente que se sienta atraído por otros varones es también discriminado por su colectivo. En las escuelas donde se sorprenda a dos varones con relaciones afectivo-eróticas se les separa y se les traslada hacia otro centro, mientras que las relaciones entre personas de diferentes sexos son totalmente toleradas por ser consideradas “dentro de la norma”, aun cuando se expresen de forma inadecuada públicamente. Consideramos que la educación en asumir una sexualidad sana y responsable debe formar parte de los programas educativos en todos los niveles de enseñanza mediante la implementación del Programa Nacional de Educación Sexual.

Espacios e interacción macrosocial

Un aspecto casi unánime es el relacionado con los espacios para el esparcimiento y los llamados sitios de encuentro para personas homosexuales. A lo largo de décadas la Ciudad de la Habana ha contado con espacios públicos que abarcan socialmente a grupos de personas que comparten intereses comunes. La ausencia de sitios para el sano esparcimiento es un problema general que afecta a toda la población y en el que la autoridades deben pensar seriamente en la medida que mejoren las condiciones económicas del país. Opino que los espacios deben ser inclusivos y que permitan la coexistencia de personas de diferentes orientaciones sexuales. Debemos ser cuidadosos en que el reclamo de tener sitios de encuentro para personas únicamente homosexuales lleve a la aparición de especies de guetos y logremos con esto un mayor aislamiento social. De esta manera le estaríamos haciendo el juego a la homofobia.

Nos preocupa mucho la existencia de lugares donde la entrada es solo por parejas –hombre y mujer, por supuesto- o donde las administraciones se “reservan el derecho de admisión”. Estas regulaciones son arbitrarias y francamente discriminatorias. Pensemos en la posibilidad de crear sitios como el Mejunje en la ciudad de Santa Clara, donde coexisten en perfecta armonía la cultura, la diversidad humana y el esparcimiento.

Hacemos un llamado también a que se revise la manera en que las fuerzas del orden asedian a las personas homosexuales, únicamente por tener “apariencia gay” o por vestirse “raro”. Nuestro código penal no incluye la homosexualidad como figura delictiva y se hace necesario que todos conozcamos los derechos ciudadanos amparados por la Ley. El CENESEX cuenta con un departamento jurídico que tramita cualquier denuncia de las personas víctimas de esas arbitrariedades. Nuestros agentes del orden tienen que desarrollar su trabajo contra el delito y por mantener la tranquilidad ciudadana. Así mismo, los ciudadanos tenemos la obligación de cumplir lo establecido por la ley, independientemente de nuestra orientación sexual. Se requiere de una mejor educación e instrucción de la Policía en temas relacionados con la diversidad sexual.

Medios de Difusión

Los medios de difusión desempeñan un papel fundamental en la lucha contra la homofobia. Esta Jornada es un buen ejemplo de lo que puede lograrse en este sentido. La realidad de las personas homosexuales en Cuba aun tienen un pálido reflejo en los medios. El acercamiento a nuestra espiritualidad se realiza desde una perspectiva eminentemente heteroxesista, en la que se silencia a la persona homosexual y se profundizan los estereotipos que se tienen sobre nosotros. No se pretende saturar a los televidentes respecto a este tema, ni de dar la idea de proselitismo sexual o de “homosexualizar” a la población. Los medios de comunicación deben trazarse estrategias inteligentes y dinámicas que eduquen y sensibilicen a la gente. También deben evaluarse la eliminación de una vez y por todas de los personajes humorísticos que se burlan del “diferente”. Esto nos llevaría a transmitir mensajes mucho más cercanos al respeto a la dignidad humana.

Homofobia Internalizada

Antes de concluir quisiera a hacer mención a la discriminación entre gays, lesbianas y transgéneros. Resulta lamentable y muy frecuente el uso de frases despectivas en boca de los gays contra las lesbianas y las personas transgéneros. El hecho de ser más visibles en la sociedad obedece al hecho biológico de nacer varones y de reproducir en cierta medida, los estereotipos machistas. Reflexionemos seriamente sobre este tema y busquemos dentro de nosotros cuanto podemos mejorar en este sentido. Sintámonos orgullosos de lo que somos, de nuestra orientación sexual y del ejercicio de una sexualidad digna y plena.

Siempre recuerdo lo que escribiera a comienzos del pasado siglo, Margarite Yourcenar, en su obra “Alexis o el Tratado del Inútil Combate” y que define muy bien la esencia de la homofobia:

(…) No se figuran que los actos que juzgan reprensibles puedan ser al mismo tiempo fáciles y espontáneos, como los son la mayoría de los actos humanos. Echan la culpa a los malos ejemplos, al contagio moral y sólo retroceden ante la dificultad de explicarlos. No saben que la naturaleza es más diversa de lo que suponemos: no quieren saberlo porque les es más fácil indignarse que pensar. (…)

Cambiemos eso mediante el diálogo paciente y seremos todos mejores seres humanos. Muchas gracias.