1/25/2011

Carta respuesta a Oscar Cuevas Romeros. Parte III

Debate Vs. Difamación y el Sentido de la Responsabilidad

Estimado Oscar,

Después de que el contenido de su correo electrónico viajara de forma expedita de cadena en cadena, un amigo lo calificó como una “joyita”. Imagino que se refería al compendio de homofobia contemporánea que hace palidecer a los estamentos de la Santa Inquisición.

Sus opiniones homofóbicas constituyen un excepcional aprendizaje en la desarticulación de los prejuicios acerca de la diversidad sexual, de la que también usted es parte, por supuesto. Por ese motivo me sentí obligado a separar la hojarasca y centrarme en las cartas anteriores al mencionado ejercicio del debate sobre sexualidad y derechos sexuales. Fíjese que esto se realiza a muy bajo costo y sin gastar un solo centavo del presupuesto del CENESEX.

Hurgando en la hojarasca y a tono con la discusión de los Lineamientos de la Política Económica y Social, hoy dediqué unas horas a averiguar el monto del presupuesto anual asignado a esta institución por el Ministerio de Salud Pública. Las cifras me sorprendieron y mi incredulidad duró muy poco al recibir un mensaje que también trataba el asunto de marras.

Supe que el presupuesto asignado a esa institución anual está alrededor de los 361,300 pesos cubanos. Como a usted solamente le interesan las divisas, le ahorro el cálculo: esa cifra equivale a 14,452 CUC. Sin embargo usted dice: ¿por qué el Cenesex no se ocupa de este tema y destina parte de los millones de dólares que se gastan en campañas por el día mundial contra la homofobia? (…)

Lo anterior me hizo meditar sobre la mentira y el sentido de la responsabilidad al expresarnos en el debate. Estos comentarios resultan sumamente graves, puesto que la mentira, transmitida sin cesar en la red de redes, ha sido utilizada para difamar a una institución del Estado cubano. Su silencio preocupa y en ese sentido consulté también el Código Penal Cubano, que dice textualmente en su capítulo IV, artículo 204:

El que públicamente difame, denigre o menosprecie a las instituciones de la República, a las organizaciones políticas, de masas o sociales del país, o a los héroes y mártires de la Patria, incurre en sanción de privación de libertad de tres meses a un año o multa de cien a trescientas cuotas.

El sentido de la responsabilidad no limita en lo absoluto la libertad de expresión, ni la polémica constructiva que tanto necesita la Nación. La mentira y la difamación son inaceptables. Creo que, por el momento, no se requiere decir nada más.

Saludos,


Alberto Roque Guerra
25 de enero de 2011

1/24/2011

CENESEX, "la institución de los millones", carta respuesta a Oscar Cuevas Romeros. Parte II

Estimado Oscar:

En mi carta anterior se quedaron algunos puntos en el tintero. Antes de
adentrarme en el tema central de esta, la segunda carta, considero
importante agregar que nosotros, las personas homosexuales, no sólo
trabajamos en el sector de la salud, estamos en todas las esferas de la vida
social de este país. Somos y hemos sido parte indivisible de la historia de
la nación cubana, aun cuando algunos -como usted- se esfuercen en negarlo.

Es por ello que me asiste el derecho a referirme a otros puntos de su
opinión, esta vez desde mi posición de médico y también orgullosamente
homosexual y comunista. La idea central de su opinión es puramente política
y desvía pérfidamente la atención de los temas relacionados con el
reconocimiento y el respeto a la diversidad sexual en Cuba. Sus burdos
ataques a Mariela Castro Espín, al CENESEX y al Sistema de Salud cubano son
más que elocuentes.

De manera confusa y manipuladora usted realiza un paralelismo de los costos
de los tratamientos de la infertilidad y las cirugías de reasignación sexual
(CRS) o de "cambio de sexo". Usted niega el derecho a un grupo reducido de
compatriotas a aliviar el intenso sufrimiento que les produce no sentirse
identificados desde muy pequeños con el género asignado al nacer. Puede que
usted no sepa que en Cuba se atienden a las personas transexuales desde el
año 1979, siempre de forma gratuita y mucho antes de que se introdujeran las
técnicas de reproducción asistida en la segunda mitad de la década de 1980.
Ningún problema de salud es superior ni más perentorio que otro. Nuestro
estado es garante del derecho a la salud de forma universal y gratuita.

Las CRS, el tratamiento psicológico y hormonal que se les brinda a estas
personas no son una opción, una moda, un capricho, ni responde a intereses
cosméticos de estas personas; todos persiguen aliviar el sufrimiento de
ellas como consecuencias de la discriminación familiar, escolar, laboral y
social de la que son víctimas. Es responsabilidad de la salud pública cubana
garantizarlos de forma universal y gratuita.

También es un derecho de las parejas (las parejas de lesbianas también) y en
lo particular de las mujeres, tener acceso a los métodos de reproducción
asistida. Nuestro sistema de salud parece haber garantizado el estudio de su
esposa - y asumo que también lo estudiaron a usted- de forma gratuita.
Lamentablemente este es un servicio muy caro, con tecnología muy
especializada. Adicionalmente, le recomiendo informarse mejor sobre sobre
las complejas determinantes demográficas, económicas y sociales que inciden
en la baja natalidad en Cuba.

Parece gustarle a usted las cifras económicas. No cuento con información
detallada de los costos de ambos procedimientos en Cuba. Solamente le puedo
informar que en el exterior los costos aproximados de la CRS son de 10,000
USD y los de los procedimientos de reproducción asistida fluctúan entre 15,
000 a 25, 000 USD, cuando se utilizan óvulos de donante. Cuando fracasan las
técnicas de fertilización in vitro los costos aumentan de 30,000 a 49,000
USD, por paciente; sin contar con los costos de la infraestructura y de las
facilidades. Ponga usted ahora en una balanza, lejos de sus rencores
políticos, lo que aquí le expongo; sobre todo cuando en Cuba contamos
solamente con 32 personas en espera de las CRS, algunas de ellas desde hace
más de 20 años. Es un golpe bajo criticar la realización de las CRS desde
una perspectiva económica, sobre todo por lo sensible del tema en la
realidad nacional actual.

Es una mentira atroz que el CENESEX recibe millones de dólares en las
campañas contra la homofobia en Cuba. Le emplazo a presentar pruebas de lo
que afirma. Soy testigo de que la mencionada institución realiza todas las
iniciativas educativas con la colaboración de muchas otras instituciones y
organizaciones cubanas en el marco de la Estrategia Educativa por el Respeto
a Libre Orientación Sexual e Identidad de Género. CENESEX desarrolla un
maravilloso trabajo educativo con las mismas limitaciones y restricciones de
recursos humanos y financieros que el resto de las instituciones del sistema
nacional de salud.

El liderazgo de Mariela Castro Espín como directora del CENESEX lo respalda
su loable desempeño como profesional, reconocido a nivel internacional. Su
activismo en incidir en las políticas cubanas sobre la sexualidad no es una
prerrogativa familiar, es parte del objeto social de la institución que
dirige, heredera de las humanistas y avanzadas iniciativas de su madre,
Vilma Espín Guillois.

La acusación de corrupción autorizada e ilegalidad en su último párrafo sólo
hablan de su bajo talante y sus odios sin sentido.

En próxima misiva trataré otro tema referente a su opinión, ojalá y las
personas que facilitan estas cadenas participaran con igual entusiasmo en
este necesario debate.

Alberto Roque Guerra
23 de enero de 2011

--

Este mensaje le ha llegado mediante el servicio de correo electronico que ofrece Infomed para respaldar el cumplimiento de las misiones del Sistema Nacional de Salud. La persona que envia este correo asume el compromiso de usar el servicio a tales fines y cumplir con las regulaciones establecidas

Infomed: http://www.sld.cu/

1/22/2011

Carta abierta a Oscar Cuevas Romeros, referente a opinión sobre el programa Tabú, en Pasaje a lo Desconocido.

Estimado Oscar,

He notado que el mensaje enviado por usted al programa Pasaje a lo Desconocido ha comenzado a circular a través de varias cadenas de correos electrónicos. Llama poderosamente la atención que en los programas radiales subsiguientes, en los que Taladrid ha tratado el tema, se dijo que se han recibido cientos de opiniones positivas hacia el programa, pero ninguna ha circulado en cadenas de correos electrónicos… mi sexto sentido me dice que “algo huele mal en el Reino de Dinamarca”. No obstante,  le confieso sentirme feliz por el impacto que ha tenido el programa.

Usted ha divido su opinión en varios bloques,  en cada uno de ellos opina vehementemente sobre temas que le preocupa. Considero oportuno responder - por ahora- algunos de sus puntos.

Su opinión me hace pensar  que  transitamos por el camino correcto en el debate y la reflexión participativa que necesitamos para eliminar todas las formas de discriminación que aún persisten en la sociedad cubana. Taladrid fue cuidadoso con este tema, con preguntas profundas, bien estudiadas. No lo conozco personalmente, pero como periodista debe sentir mucha satisfacción al provocar estados de opinión y reflexiones sobre este tópico en los televidentes. Sin dudas toma distancia de las aburridas y sosas políticas informativas que consideran a los consumidores como una masa homogénea, pasiva y manipulable. El buen periodismo no debe ser complaciente. Lamento su “poca confianza” y al mismo tiempo admiro su coraje al disentir.

Usted dice: “en Cuba no hay manifestaciones de Homofobia”. Su comentario es peligrosamente absoluto, deliberadamente homofóbico y encierra una contradicción evidente. Su carta toda apuesta por el silencio, por ocultar una realidad que niega derechos a muchos ciudadanos y ciudadanas cubanos que no se alinean a las normas rígidas de una sociedad machista, patriarcal y dónde solo tienen cabida la heterosexualidad y dos géneros rígidos, estancos, ¿inmutables?. El SILENCIO es también HOMOFOBIA y ambos DISCRIMINACIÓN. 

En Cuba la violencia física hacia las personas homosexuales y transgéneros  también se silencia. El hecho de que no se haga pública no significa que no exista. Si bien es cierto que es muy raro escuchar sobre asesinatos a estas personas, como lamentablemente sucede en esta parte del mundo por ese motivo, sí persiste la violencia psicológica y verbal. Lamentablemente no sabemos –con enfoque académico y científico- los resortes ni las articulaciones de las discriminaciones  por orientación sexual e identidad de género en la Cuba profunda, periférica. Tampoco se han tipificado los crímenes de odio en nuestro país, ni siquiera existe consenso internacional sobre esta problemática.

Sin embargo, en la cotidianidad  convivimos, en muchas ocasiones pasivamente, muchas actitudes y pensamientos discriminatorios hacia las personas lesbianas, gays, bisexuales y transgéneros (LGBT) y también entre estas personas y hacia las personas heterosexuales. En las escuelas los niños y niñas que muestran amaneramiento o incipientes roles de género diferentes al sexo asignado al nacer sufren de agresiones verbales, en ocasiones físicas. Muchas y muchos son condenados al aislamiento y a la exclusión. La situación es mucho más compleja cuando los maestros y maestras no cuentan con las herramientas necesarias para lidiar con estas situaciones y se ven obligados a actuar desde sus prejuicios.  Los temas relacionados con la educación sexual y sobre la diversidad sexual en lo particular no se imparten en los programas curriculares de los estudiantes y profesores. A pesar de que estos contenidos están incluidos en el Programa Nacional de Educación Sexual. A propósito, quisiera agregar que no se trata de enseñar a las y los educandos a ser homosexuales o travesti. Esto es imposible y no está comprobado desde el punto de vista científico. La escuela es responsable de transmitir valores humanos, sobre todo de igualdad y no discriminación, principios básicos para la creación de una cultura de derechos humanos que debe comenzar desde edades tempranas.

Las bases de la homofobia escolar se aprenden en la familia. La palabra destacada obedece a que los estigmas y la discriminación son culturalmente aprendidos. Desde las primeras horas de nuestra existencia nuestras familias nos moldean de acuerdo a los papeles de género (masculino o femenino) socialmente permitidos. A las personas se les  adjudica  poderes en dependencia del aspecto de los genitales. Quien no encaje en esas normas está destinado a sufrir de incomprensión, rechazo y discriminación dentro de su propia familia. Las madres y los padres sufren de mucha angustia ante esta contradicción. Algunas de las víctimas han acudido al suicidio como única salvación. Si usted no ha identificado a alguna familia conocida o no conoce de casos como esto, hágalo saber al CENESEX, puede que se identifique el primer barrio modelo referencial de Cuba. Se dará cuenta entonces que, con lo aquí dicho, no hay “tormenta en vaso de agua” alguna, más que eso: lamentablemente vivimos en  las aguas engañosamente tranquilas de la discriminación y la simulación.

Otra penosa realidad es que las y los homosexuales no podemos pertenecer oficialmente a ningún cuerpo armado. No existe lógica alguna en este punto. Desde el surgimiento de la nación cubana muchas personas catalogadas como homosexuales blandieron el machete en los campos de batalla. Asociar la orientación sexual o la identidad de género a la moral o la ideología no tiene basamento científico alguno. Ser patriota no guarda relación alguna con nuestros cuerpos o con quien (o quienes) decidimos compartir nuestra vida amorosa y nuestro erotismo.

También nos vemos obligados a guardar absoluto silencio sobre nuestras sexualidades en el puesto de trabajo. Aun así, somos blanco de comentarios, burlas y actitudes discriminatorias, sin contar con el acoso laboral. Las y los administrativos niegan el empleo, en franca violación de la Constitución y leyes laborales, a las personas travestis y transexuales, que se ven obligadas a recurrir al trabajo sexual o a empleos “no formales”. Esto ocurre también con muchas personas transgénero que a duras penas llegan a graduarse como profesionales o técnicos. Usted probablemente me dirá que la expresión de la sexualidad tiene que estar restringida al ámbito personal o privado. Sin embargo, le respondo que la sexualidad nos acompaña en todo momento de nuestra existencia y es un derecho inalienable expresarla. Lamentablemente, en la Cuba de hoy esto solamente parece ser un “privilegio” de hombres heterosexuales y en menor medida de las mujeres heterosexuales. Ellas también tienen limitaciones para “contar sus experiencias sexuales” o para piropear a los hombres, todo gracias a la opresión del género masculino dominante.

Usted dice, en artero ataque homofóbico hacia el sistema de salud cubano, que “si hubiera homofobia no habría personal disponible en los hospitales”. Mito al fin, contrasta con la mayoría de personas heterosexuales que trabajan en el sector de la salud, ámbito que tampoco escapa de los efectos de la homofobia. Se lo dice un profesional, que ejerce la medicina hace 17 años y trabaja en un hospital con casi 3000 trabajadores.

Resulta pretensioso hablar en nombre de todos los cubanos cuando se refiere a la tolerancia hacia los homosexuales, y puede que tenga algo de razón cuando usted apuesta por el silencio y limitar nuestro derecho a expresar nuestras sexualidades. Le invito a pensar en términos de respeto, igualdad y solidaridad.

Alberto Roque Guerra


 

Reinaldo Taladrid: Esperé a ver la segunda parte del documental  Tabú para hacer, por esta vía,  algunos comentarios del programa y el tema.

 

Primero:  

No era el acostumbrado periodista, hacedor de preguntas difíciles, agresivo, capaz de poner en situaciones difíciles al “especialista del tema”, que interrumpe cuando no le contestan lo que él quiere, que insiste en preguntas polémicas, no, esta vez Pasaje  tenia a un noble “conductor”, con un rostro tímido y diferente, más bien complaciente, asustadizo, con preguntas evidentemente conciliadas con su “oponente”. No debiste hacer ese programa  pues como yo, muchos cubanos perdimos un poco de confianza en ti.

Segundo:

Lo que más me desagrada del tema es el empeño del CENESEX y de Mariela Castro Espín de hacer del este una tormenta en un vaso de agua.  En Cuba no hay manifestaciones de homofobia. El cubano tolera a los homosexuales y transexuales.  Solo irrita el comportamiento grosero de muchos de estos individuos, al igual que al delincuente y antisocial común, cuando no sabe comportarse y cumplir las normas elementales de conducta social. (Si fuera de otra manera los hospitales de nuestro país hoy no pudieran funcionar).

Tercero:  

Mariela Castro, usted querido periodista y yo nacimos en Cuba y no en Europa. Fastidia mucho las contantes comparaciones al tratar el tema de la “libertad de género”, entre Cuba y las tendencias actuales en los países de la “vieja y culta Europa”. Cuba es rumba, tabaco y ron, es el gran ajiaco cultural que nunca fue sazonado con lesbianas y homosexuales.  Ni antes del 59 ni después nos dijeron que “eso era bueno” o que “era normal”. ¿ Cómo empeñarse en un cambio tan brusco en la manera de pensar, en la idiosincrasia y en el comportamiento de estos isleños caribeños que no nos parecemos a nadie más?. Este comportamiento de la doctora Castro Espín provoca más rechazo que adeptos.

Cuarto: 

Mi esposa y yo batallamos durante años para lograr que ésta saliera embarazada. Finalmente no lo logramos aún cuando ella fue diagnosticada como una mujer fértil y el resto de las pruebas fueron satisfactorias. Puede ser que la Dra. Castro Espín  no sepa que solo en la “Capital de todos los Cubanos” existe (en el Vedado)  consultas con tecnología para atender los miles y miles de casos de parejas que no logran procrear, que hay que hacer colas inmensas para lograr que un especialista te atienda.  En mi provincia esta es una de las especialidades más demandadas y a la cual el sistema de salud no le presta la más mínima atención. Sería bueno que la  encumbrada doctora supiera que no todos tenemos la suerte y el dinero del reconocido pelotero Eduardo Pared que para lograr el embarazo de su pareja tuvo que permanecer por un año en México. ¿ por qué el Cenesex no se ocupa de este tema y destina parte de los millones de dólares que se gastan en campañas por el día mundial contra la homofobia  para impulsar un programa de atención a la reproducción en un país donde la mujer no logra ni las tasas de reproducción que garanticen su remplazo?. 

Quinto

Preferiría que se gastara dinero (divisa)  en comprar colchones y pomadas anti escaras para los miles de personas encamadas, o la materia prima que los cientos de medicamentos faltantes hoy en las farmacias demandan, o para mejorar el estado de importantes áreas  hospitalarias, prácticamente en ruina. Preferiría fuertes campañas (con financiamiento, como lo logra el Cenesex) para atender los pacientes y los familiares de la demencia senil, para lograr que las madre parturientas dispongan de culeros desechables, para enfrentar con mas efectividad el tema del consumo de droga, alcohol y tabaco. Cuando estos problemas se estén atendiendo adecuadamente pudiéramos entonces pensar en las operaciones para el cambio de sexo.

ÚLTIMO

Tengo la confianza de que cualquier modificación a la legislación actual que pretenda cambiar los principios y los lineamientos concebidos y aprobados en la actual constitución,  se consultará al pueblo, el que ha demostrado en estos más de 50 años  no estar equivocado.  No creo que a alguien se le ocurra presentar las propuestas que se “cocinan” a la Asamblea  Nacional sin tener la consideración del electorado. Nadie tiene derecho a utilizar recursos financieros del País y que son del pueblo para hacer cuantas campañas publicitarias le de la gana haciendo uso de la fuerza que le confiere el cargo, acaso esto no es desvío de recursos, violación de la legalidad o corrupción autorizada y respaldada?. Otro gallo cantará un dia.

Oscar Cuevas Romeros.

Santa Clara. Villa Clara.

 

 

11/29/2010

Voto de Cuba sobre orientación sexual en ONU

Los derechos sexuales y reproductivos son parte indisoluble de la naturaleza humana y por lo tanto son derechos humanos inalienables, intransferibles y universales. En el marco de las Naciones Unidas no existe consenso sobre este tema, pero la Asociación Mundial de Salud Sexual (WAS, por sus siglas en inglés) y los grupos e instituciones a cargo de la defensa de los derechos humanos de las personas lesbianas, gay, bisexuales, transgéneros e intersexuales (LGBTI) desarrollamos un conjunto de acciones educativas y de abogacía con los Estados y Gobiernos para que sean reconocidos como tal.

La mención específica a la orientación sexual en la resolución de la tercera comisión de la Asamblea General de la ONU (AGNU) que condena a las ejecuciones extrajudiciales, arbitrarias o sumarísimas obedecía a que aún no existe ninguna resolución de Naciones Unidas que condene explícitamente la discriminación por orientación sexual e identidad de género. Con el voto cubano de apoyo a la enmienda que retira esta categoría se incluye a Cuba en el grupo de países que promueven no condenar los asesinatos y otros tratos discriminatorios por causa de la orientación sexual, entre los que se destacan los 76 países que criminalizan la homosexualidad y en cinco de ellos mediante la aplicación de la pena de muerte. No particularizar la discriminación por orientación sexual da luz verde a que muchos Estados y gobiernos mantengan la homosexualidad (o la simple sospecha) como delito en sus legislaciones y silencia la impunidad ante los crímenes de odio que sufren millones de seres humanos en el mundo por expresar su sexualidad.

Esto ha llamado particularmente la atención por contradecir la Declaración de la AGNU (no vinculante) sobre el respeto a la orientación sexual e identidad de género, de diciembre de 2008, que en su párrafo 6 condena “las violaciones de derechos humanos basadas en la orientación sexual o la identidad de género dondequiera que tengan lugar, en particular el uso de la pena de muerte sobre esta base, las ejecuciones extrajudiciales, sumarias o arbitrarias (…)”.

Cuba es el único país latinoamericano apoyando esta enmienda que votó a favor de dicha Declaración, por lo que se nos acusa de seguir una política incoherente en estos temas. El apoyo a esta posición contradice la letra y el espíritu del Programa Nacional de Educación Sexual y sitúa en un escenario políticamente desfavorable a la SOCUMES, al Centro Nacional de Educación Sexual y a nuestro propio gobierno ante nuestra reconocida posición internacional a favor del respeto a libre orientación sexual e identidad de género, como por ejemplo, la Asociación Sexual de Salud Sexual (WAS) y la Asociación Internacional de Gays, Lesbianas, Bisexuales y Transgéneros (ILGA), de la cuales somos miembros.

Aún desconozco oficialmente las razones que llevaron a nuestros representantes a votar de esta manera en la AGNU. Espero que en el futuro se adopten posiciones en temas de derechos humanos como lo hacemos – de forma destacada- ante los derechos de las mujeres, de la infancia y tantos otros; aún cuando nuestro voto no coincida con los países hermanos de África, Medio Oriente y Asia.

Opino que tenemos que seguir aportando elementos a nuestros decisores políticos en estos temas, mediante la educación, la investigación y sobre toda las cosas, el diálogo. Esto es un trabajo paciente, en el que aprendemos todas y todos a superar nuestras contradicciones y prejuicios sobre la sexualidad.

2/08/2009

El erotismo masculino desde la homosexualidad y la bisexualidad

Por: Alberto Roque Guerra
(Versión de la conferencia impartida en el Hemiciclo de Arte Universal del Museo Nacional de Bellas Artes, el 30 de enero del 2009, en el Panel “Pregunte usted lo que quiera: Expresiones de la sexualidad y el erotismo” como parte de la exposición “Erótica, erotismo y sexualidad en el arte”)

Homoerotismo

¿Existe el homoerotismo? ¿Existen diferencias entre el comportamiento erótico de hombres homosexuales, bisexuales y heterosexuales?

El homoerotismo se ha contemplado ampliamente en el contexto de las artes y la literatura científica, imprimiéndole un papel identitario cuando se aborda la sexualidad entre personas del mismo sexo. Sin embargo, la respuesta sexual humana es inherente a cada cuerpo, independientemente de su orientación sexual. Todas y todos tenemos potencialidades eróticas que son descubiertas, y explotadas en mayor o menor medida, en cada etapa de nuestras vidas. Los matices del erotismo tienen lógicas diferencias anatómicas entre hombres y mujeres; además de las múltiples influencias familiares, educativas y culturales.

Subrayo entonces el hecho de que el homoerotismo es una construcción social, que ha sido útil denominarlo de esta manera para abordarlo y comprenderlo mejor.

Desde el punto de vista psicológico y corporal, la capacidad de sentir placer erótico en los hombres homosexuales no difiere en lo absoluto a la de los hombres heterosexuales. Las diferencias radican en el contenido de las fantasías eróticas y en las maneras de expresar e intercambiar estas sensaciones.

Desafortunadamente, los hombres bisexuales han sido poco estudiados y extremadamente incomprendidos tanto por homosexuales como por heterosexuales. La orientación erótica y afectiva natural de estas personas hacia ambos sexos, resulta extremadamente interesante y muy rica en expresiones. El erotismo de estas personas rompe con los estereotipos impuestos de que nuestros cuerpos masculinos han sido “diseñados”, biológicamente o “por creación divina”, para sentir placer sexual exclusivamente con cuerpos femeninos.

Autoerotismo

La capacidad de obtener y disfrutar el placer sexual, a punto de partida de la estimulación propia de las zonas erógenas de nuestro cuerpo, constituye una práctica sexual saludable. La exploración de nuestro cuerpo es, sin dudas, la única manera de conocerlo a plenitud. Nos permite descubrir innumerables sensaciones de placer y desatar la capacidad de evocar fantasías eróticas que enriquecen la sexualidad como parte inseparable del desarrollo de la personalidad humana. Se practica el autoerotismo cuando se evocan representaciones visuales, auditivas, olfatorias, entre otras, que producen placer sexual.

La masturbación constituye una forma sana y placentera de expresar el autoerotismo. En las sociedades occidentales aún existen mitos y prejuicios relacionados con las prácticas masturbatorias. Es lamentable que la masturbación se focalice, fundamentalmente, en el área genital, cuando existen otras zonas del cuerpo capaces de desencadenar el placer sexual.


Erotismo en parejas homosexuales y sus variantes

El erotismo en parejas de hombres homosexuales incluye una serie de códigos que permiten una identificación entre estas personas y, en gran medida, se expresan de forma oculta, pues pasan desapercibidos por la mayoría de las personas heterosexuales. En mi opinión, esto es el resultado de la discriminación y exclusión de la vida pública que sufren los individuos homosexuales.

El “flete” o “fleteo”, que es como se conoce popularmente en Cuba el “flirteo” entre hombres, es una de las formas más frecuentes en que los varones homosexuales se reconocen entre sí. Esto incluye inflexiones de la voz, intenciones, gestos y miradas que pueden ser captadas a distancias inimaginables, sobre todo en los espacios públicos.

El intercambio erótico que ocurre entre dos hombres homosexuales se focaliza en la búsqueda del placer sexual mediante la estimulación mutua de zonas erógenas muy similares entre sí. Cabría preguntarse si esta forma de manifestar el erotismo garantiza de antemano alguna ventaja en comparación con el intercambio erótico entre personas de diferentes sexos. Si se toma en cuenta que muchas de las disfunciones sexuales entre parejas heterosexuales obedecen a la falta de conocimiento de la respuesta sexual o de las potencialidades eróticas del otro sexo, pienso que el erotismo entre personas homosexuales pudiera significar alguna ventaja, aunque se requiere de investigaciones científicas que lo demuestren.

La masturbación mutua -que incluye la práctica del sexo oral (buco-genital y buco-anal), las caricias de los genitales, la frotación del pene en diferentes regiones del cuerpo de la otra persona, entre otras- constituye una de las formas más placenteras y seguras del erotismo.

La penetración anal es también una fuente de intenso placer, siempre y cuando se realice por consentimiento mutuo. Se recomienda practicarlo con la lubricación y la dilatación necesarias que eviten lesiones en esta región del cuerpo. Esta práctica erótica no es exclusiva de los hombres homosexuales. En los intercambios eróticos de parejas heterosexuales también se practica esta forma de erotismo: las mujeres pueden ser penetradas por vía anal e, incluso, ellas pueden utilizar juegos eróticos en la zona anal de su pareja masculina, sin que esto se considere una práctica homosexual.

Los intercambios eróticos y afectivos en grupos –entiéndase entre más de dos personas- son formas válidas de expresar la sexualidad. En culturas antiguas se le daba un valor trascendental a estas prácticas. En esta exposición (“Erótica: erotismo y sensualidad en el arte”) podemos encontrar muestra de ello en los bellos jarrones de arte griego que exponen los llamados symposium.

En nuestros tiempos se conoce de la existencia de las triejas, relaciones poliamorosas estables donde el intercambio afectivo-erótico y sentimental se produce entre tres o más personas, sin que por ello se afecte la voluntad o los derechos de sus integrantes. También existen variantes denominadas “swinger”, que se aplican en relaciones homosexuales. Todo ello cuestiona los rígidos fundamentos en los que se han enmarcado tradicionalmente las relaciones sexuales entre los seres humanos; es decir, el único reconocimiento de una relación “sana y normal” a la pareja heterosexual monógama.

Bajo ningún concepto estoy promoviendo la poligamia, la promiscuidad ni el desenfreno sexual. Simplemente me limito a exponer variantes de la sexualidad humana, que se incluyen dentro de la variopinta diversidad del erotismo, siempre y cuando sea entre personas adultas y que expresen su pleno consentimiento a practicarlas.


Eros y sus mitos en la homosexualidad

El tamaño del pene se considera, al menos en nuestra cultura occidental, un asunto de importancia mayúscula. Los significados del falo, en el imaginario popular de nuestra tradición machista, dirigen la atención a centralizar la sexualidad en los genitales. Esta expresión falocéntrica se observa también entre hombres homosexuales, que reproducimos los patrones culturales aprendidos en el seno de nuestras propias familias y que generan múltiples comentarios y apreciaciones desde las primeras horas del nacimiento.

Las dimensiones en grados extremos, fundamentalmente en aquellas concebidas como pequeñas por el imaginario popular (un pene se define como pequeño cuando es menor de 6 cm., según las opiniones de los especialistas), condicionan la aparición de trastornos psicológicos también en los hombres homosexuales y bisexuales, que en ocasiones conllevan a disfunciones sexuales por la terrible angustia y descalificación que generan. Tener un pene de dimensiones “enormes” ofrece garantías de poder y dominación del macho sobre la persona poseída. Sin embargo, también estas personas corren el riesgo de ser rechazadas, por las molestias que pudieran producir durante la penetración, sobre todo anal.

Pienso que es necesario desarticular esta tradición falocéntrica en la educación sexual. Los cambios fundamentales deben realizarse en el contexto de la propia familia -donde apenas se habla de sexualidad- con el fin de lograr un disfrute más pleno del erotismo. En la enseñanza escolar debiera expandirse la educación sexual en estos temas, mucho más allá de las clásicas y anquilosadas definiciones biológicas, adecuadas a cada grupo de edades.

Debe desterrarse de una buena vez de nuestras mentes la falacia de que la sexualidad humana es instintiva. La sexualidad debe ser enseñada, para garantizar que se practique de forma plena y sana.

El sexo anal entre hombres generalmente se expresa en el imaginario a través de tres papeles fundamentales: pasivo –si se es penetrado o “poseído”-, activo –si se penetra o se “posee” al otro-, y versátil –si se practican ambos papeles. La figura del “macho dominante” se reproduce con el papel activo, quienes generalmente imponen un poder de dominación psicológica sobre el otro, lo cual no difiere en lo absoluto del comportamiento machista de muchos hombres heterosexuales.

Independientemente de las preferencias eróticas de cada individuo, esta construcción de roles de género es meramente social y se contrapone con la capacidad potencial que tenemos todos los varones de sentir placer mediante la penetración anal. También produce rechazo y discriminación contra las personas etiquetadas como “pasivas” y es fuente de disfunciones en las relaciones de pareja y en los intercambios eróticos fortuitos entre personas del mismo sexo.


Erotismo, homosexualidad y salud sexual

Las prácticas eróticas pueden conllevar a un riesgo para la salud. Los hombres que tienen sexo con hombres (HSH), constituyen uno de los grupos más vulnerables a las ITS, debido a que el 80% de las personas infectadas por el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH/Sida) ocurre entre estas personas.

Las prácticas eróticas realizadas sin protección son las responsables de la transmisión de las ITS y el VIH/Sida, al permitir el intercambio de fluidos corporales. Las prácticas del sexo oral, con depósito de líquido seminal o semen en la boca, y del sexo anal desprotegido son las de mayor riesgo. De ahí la importancia de priorizar el trabajo de prevención.

En este sentido, se hace necesario dirigir aun más el contenido de las campañas de prevención contra la transmisión de las ITS y el VIH/Sida hacia los HSH. Los medios de difusión masiva son un poderoso instrumento para lograr este objetivo.


Homoerotismo desde los derechos sexuales

El derecho a la privacidad y también a expresar públicamente las relaciones afectivo-eróticas entre personas del mismo sexo, son derechos sexuales inalienables. La Asociación Mundial de Salud Sexual (WAS, por sus siglas en inglés) estableció en 1997 la “Declaración de los derechos sexuales”, entre los que destaco los siguientes:

1. El derecho a la libertad sexual. La libertad sexual abarca la posibilidad de la plena expresión del potencial sexual de los individuos. Sin embargo, esto excluye toda forma de coerción, explotación y abuso sexuales en cualquier tiempo y situación de la vida.

2. El derecho a la autonomía, integridad y seguridad sexuales del cuerpo. Este derecho incluye la capacidad de tomar decisiones autónomas sobre la propia vida sexual dentro del contexto de la ética personal y social. También están incluidas la capacidad de control y disfrute de nuestros cuerpos, libres de tortura, mutilación y violencia de cualquier tipo.

3. El derecho a la privacidad sexual. Este involucra el derecho a las decisiones y conductas individuales realizadas en el ámbito de la intimidad siempre y cuando no interfieran en los derechos sexuales de otros.

4. El derecho a la equidad sexual. Este derecho se refiere a la oposición a todas las formas de discriminación, independientemente del sexo, género, orientación sexual, edad, raza, clase social, religión o limitación física o emocional.

5. El derecho al placer sexual. El placer sexual, incluyendo el autoerotismo, es fuente de bienestar físico, psicológico, intelectual y espiritual.

EL Código Penal cubano no contempla en ninguno de sus artículos la limitación del derecho de las personas homosexuales y bisexuales a disfrutar de sus relaciones afectivo-eróticas en privado, ni de mostrar sus afectos en público. Tampoco se cuenta con leyes en el Código Civil que protejan sus derechos.

El reconocimiento de estos derechos debe partir, en primer lugar, de cada uno de nosotros –no sólo de las personas homosexuales, sino también de las personas heterosexuales sensibilizadas con esta problemática. Independientemente del trabajo realizado por el Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX) y otras instituciones cubanas en este propósito, cada individuo tiene la responsabilidad de producir cambios en su contexto local, es decir en la familia, el vecindario, el centro de trabajo y la escuela. Esto permitirá los logros paulatinos de los cambios globales o macro sociales que garanticen el reconocimiento de la dignidad plena de los seres humanos y el disfrute de una sexualidad basada en la igualdad y el amor.

Derechos Homosexuales en Cuba: por el respeto a la dignidad humana

Alberto Roque Guerra
27 de mayo del 2008

El complejo proceso de formación del imaginario homófobo tiene marcados antecedentes religiosos que surgieron en gran parte de los países occidentales por la influencia del credo judeocristiano. De esa manera, con el paso de los siglos, se empoderó férreamente el pensamiento patriarcal, machista y heterosexual en las relaciones entre los seres humanos y se perpetuaron la discriminación y la marginalización de las mujeres y de toda aquella persona que se apartara de esas rígidas normas impuestas por la Iglesia. La Inquisición persiguió y eliminó a todo ser humano que desafiara estas relaciones de poder. Con el debilitamiento de la Iglesia y el aumento del papel gobernante del Estado en las formaciones sociales occidentales, el delito de pederastia se incluyó en los códigos penales de los países europeos y de sus colonias de ultramar.

El término homosexualidad surge en el siglo XIX con los aportes de la Medicina. El sexólogo inglés Havelock Ellis denominó entonces a estas personas como invertidas, designación que se popularizó posteriormente. Sin duda alguna, la Medicina profundizó el estigma contra las personas homosexuales.

A finales del siglo XIX y principios del XX, el sexólogo judío alemán, Magnus Hirschfeld, realizó importantes aportes a la comprensión de la sexualidad humana en sus expresiones más diversas y fue un valiente luchador por los derechos de las personas homosexuales y transgéneros. Lamentablemente, gran parte de su obra se perdió por la persecución nazi durante las primeras décadas del siglo XX.

En los años 60 y 70 del pasado siglo, surge el llamado movimiento de liberación homosexual en los Estados Unidos. En 1973 la Sociedad Americana de Psiquiatría concluía que “La homosexualidad, de por sí, no implica ningún impedimento en el juicio, la estabilidad, la confiabilidad ni las capacidades sociales y vocacionales en general…”. Sin embargo, no fue hasta el 17 de Mayo de 1990, que la Organización Mundial de la Salud eliminó del Manual de Enfermedades Mentales a la Homosexualidad.

Consecuentemente, la homofobia transitó por enfoques religiosos, jurídicos y científicos. Estas influencias fueron determinantes en la formación de la nación cubana y se complementaron con los aportes de los cultos africanos. El triunfo de la Revolución Cubana representó un avance en eliminar la discriminación racial y de género, sin embargo, no fue así con el reconocimiento de las personas homosexuales. De hecho, se cometieron injusticias y arbitrariedades avaladas por criterios médicos, políticos y jurídicos. La ostentación pública de la homosexualidad siguió siendo penada por la Ley hasta la década de 1980.

Los últimos 18 años han sido favorables en la evolución del imaginario social en este sentido, sin embargo, la sociedad cubana actual continúa permeada de ideas y concepciones machistas y patriarcales, a pesar de los esfuerzos realizados por la Revolución por eliminar esta herencia cultural de casi 500 años. La familia, como núcleo fundamental de la sociedad, es el marco fundacional de estas relaciones de poder. Las personas homosexuales nacen y crecen, en la mayoría abrumadora de los casos, en el seno de una familia heteroparental, es decir, son hijos de padres heterosexuales y crecen, por lo tanto, bajo códigos heterosexistas y machistas.

La orientación erótica hacia personas del mismo sexo –homosexualidad- o hacia ambos sexos- bisexualidad- se forma natural en inconscientemente a lo largo de la niñez y se consolida al final de la adolescencia. La dura tarea de ser “macho”, de la cual tampoco escapan los varones heterosexuales, conlleva a una alta carga de responsabilidad para los padres. La simple insinuación o muestra de que la homosexualidad o la bisexualidad será una de las maneras de expresar la sexualidad se convierte en una tragedia para toda la familia. Nadie escapa a ese sufrimiento.

La invisibilidad de las lesbianas, discriminadas doblemente por el hecho de ser mujeres y homosexuales, así como el rechazo abierto a las personas transgéneros –travestis y transexuales- son una realidad en la Cuba de hoy.

La marcada resistencia a comprender esta realidad deriva en la exclusión, la marginación y hasta el maltrato físico de los niños y adolescentes que comienzan a tener inclinaciones homosexuales. Ellos crecen con una marcada culpa ante la ingenuidad para entender el motivo de estas acciones. La familia se fracciona y ha provocado hasta la ocurrencia de suicidio de algunos de sus miembros.

Bajo estas mismas condiciones se esgrimen hoy día todas las razones para impedir que las parejas homosexuales formen una familia -en este caso homoparental-. Pero, ¿cual es el referente de la familia homoparental? Los estudios realizados en otras sociedades de occidente demuestran que las niñas y los niños que crecen bajo la tutela de padres del mismo sexo no presentan una mayor incidencia de trastornos psicológicos ni de problemas con el aprendizaje en comparación con las hijas e hijos de personas heterosexuales. El ejercicio de la maternidad y de la paternidad, además de ser un derecho, no guarda relación alguna con la orientación sexual ni con la identidad de género. La familia homoparental no representa una amenaza a la fecundidad ni a la reproducción humanas. Las personas homosexuales, bisexuales y transgéneros – de ambos sexos- desean ejercer una maternidad y una paternidad responsables y son capaces de transmitir valores morales.

El reconocimiento legal de las parejas homosexuales en nuestro país es también un asunto pendiente. Mientras perdure esta situación, seguirá siendo discriminatoria. Muchas personas de nuestra generación han adoptado el concubinato como forma de unión entre personas de diferentes sexos que es reconocida ante la ley con las mismas prerrogativas que el sacrosanto matrimonio. Las parejas de hecho son, al menos en Cuba, la forma más viable por el momento, de lograr el reconocimiento legal de estas uniones. Esto no representa tampoco una amenaza a la institución del matrimonio. La familia es el objetivo fundamental a sensibilizar sobre los temas de la diversidad sexual. Las instituciones y los actores de la sociedad civil tendremos que continuar desarrollando un intenso trabajo educativo que permita revertir los prejuicios relacionados con la sexualidad.

La educación en asumir una sexualidad sana y responsable debe formar parte de los programas educativos en todos los niveles de enseñanza mediante la implementación del Programa Nacional de Educación Sexual.

Los medios de difusión desempeñan un papel fundamental en la lucha contra la homofobia. La realidad de las personas homosexuales en Cuba aun tiene un pálido reflejo en los medios. El acercamiento a la espiritualidad de las personas homosexuales y transgéneros se realiza desde una perspectiva eminentemente heteroxesista, en la que se silencia a la persona homosexual y se profundizan los estereotipos que se tienen sobre ellos. No se debe pretender saturar respecto a este tema, ni de dar la idea de proselitismo sexual o de “homosexualizar” a la población. Los medios de comunicación deben trazarse estrategias inteligentes y dinámicas que eduquen y sensibilicen a la gente. No se trata de provocar un enfrentamiento entre homosexuales y heterosexuales, sino de promover el diálogo y la comprensión de todas las realidades de la diversidad humana. También deben eliminarse de una vez y por todas a los personajes humorísticos que se burlan del “diferente”. Esto nos llevaría a transmitir mensajes mucho más cercanos al respeto a la dignidad humana.

Resulta llamativo el contenido de un artículo que leí hace unos días, en el marco de la conmemoración de la Jornada Cubana contra la Homofobia, donde el autor -cubano él- evoca en un discurso invertebrado a Dios, la ONU. y a Martí para exponer su posición respecto a estos temas. Evocar a Dios, se explica por sí sólo en el marco de este escrito. Evocar al apóstol me pareció un golpe bajo, sobre todo por descontextualizar el pensamiento de Martí sobre las relaciones amorosas de la época en que le tocó vivir. Citar al Maestro es contradecir su profundo pensamiento emancipador, de igualdad y de apelación a la dignidad humana.

En cuanto al tema de los Derechos Humanos Universales reconocidos por la ONU, es evidente que el autor desconoce todo el movimiento que crece en el mundo por la defensa de los derechos de las personas homosexuales y transgéneros. La Asociación Mundial de Salud Sexual (WAS, por sus siglas en inglés), reconocen la existencia de los Derechos Sexuales y Reproductivos (1). Los especialistas del Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX) y de la Sociedad Cubana Multidisciplinaria para el Estudio de la Sexualidad (SOCUMES) son miembros de la WAS y participaron en la elaboración de esa Declaración. Los gobiernos miembros de las Naciones Unidas aun tienen que sensibilizarse en trazar políticas que reconozcan plenamente estos derechos. En el marco jurídico se redactaron en 2006 los Principios de Yogyakarta (2), en plena concordancia con la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Prestigiosas instituciones científicas del mundo y las organizaciones no gubernamentales trabajan arduamente en buscar un espacio en el marco de las Naciones Unidas que permitan el reconocimiento de los derechos sexuales como derechos humanos universales.

Las cubanas y los cubanos, independientemente de nuestra orientación sexual, tenemos la responsabilidad ética y moral de eliminar cualquier forma de discriminación. Voltear la cara ante estos hechos desde la mayoría –no por ello dominante- es un acto de injusticia.

Notas:

Identidad gay y homofobia

(Palabras en el panel "Masculinidad y homofobia", durante la Primera Jornada Cubana contra la Homofobia, Pabellón Cuba, La Habana, 17 de mayo del 2008)
Resulta un privilegio y al mismo tiempo un reto hablar sobre homosexualidad masculina y homofobia. El privilegio, que tengo el gusto de compartir con ustedes, es precisamente el de contar con un espacio de reflexión y diálogo como este. El reto consiste en abarcar en su totalidad el problema de la homofobia ante las múltiples y diversas expresiones de la sexualidad humana. En consecuencia, intentaré realizar una aproximación a la homofobia basada en mi experiencia, en las ricas influencias de mi entorno social y en las útiles lecciones aprendidas en estos últimos 4 años de continuada colaboración con el Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX).

La familia

La sociedad cubana actual continúa permeada de ideas y concepciones machistas y patriarcales, a pesar de los esfuerzos realizados por la Revolución por eliminar esta herencia cultural de casi 500 años. La familia, como núcleo fundamental de la sociedad, es el marco fundacional de estas relaciones de poder. Las personas homosexuales nacemos y crecemos, en la mayoría abrumadora de los casos, en el seno de una familia heteroparental, es decir, somos hijos de padres heterosexuales y crecemos por lo tanto bajo códigos heterosexistas y machistas.

La orientación erótica hacia personas del mismo sexo o hacia ambos sexos –permítanme hablar a nombre de los bisexuales- se forma paulatinamente a lo largo de la niñez y se consolida al final de la adolescencia. La dura tarea de ser “macho”, de la cual tampoco escapan los varones heterosexuales, conlleva a una alta carga de responsabilidad para los padres. La simple insinuación o muestra de que la homosexualidad o la bisexualidad será una de las maneras de expresar nuestra sexualidad se convierte en una tragedia para toda la familia. Ni ellos ni nosotros estamos ajenos a ese sufrimiento.

No somos homosexuales porque lo hemos elegido, ni es tampoco un comportamiento o una inclinación aprendida. Si todo fuera de esta manera, no fuéramos homosexuales, no existirían estos conflictos, y el CENESEX y el Centro de prevención del Sida probablemente se dedicarían a trabajar en otros temas. La marcada resistencia a comprender esta realidad deriva en la exclusión, la marginación y hasta el maltrato físico de los niños y adolescentes que comienzan a tener inclinaciones homosexuales, quienes crecen con una marcada culpa ante la ingenuidad para entender el motivo de estas acciones. La familia se fracciona y ha provocado la ocurrencia de suicidio de algunos miembros.

Bajo estas mismas condiciones se esgrimen hoy día todas las razones para impedir que las parejas homosexuales formemos una familia -en este caso homoparental-. Pero, ¿cual es el referente de la familia homoparental? Los estudios realizados en otras sociedades de occidente demuestran que las niñas y los niños que crecen bajo la tutela de padres del mismo sexo no presentan una mayor incidencia de trastornos psicológicos ni de problemas con el aprendizaje en comparación con las hijas e hijos de personas heterosexuales. El ejercicio de la paternidad, además de ser un derecho, no guarda relación alguna con la orientación sexual ni con la identidad de género.

El reconocimiento legal de las parejas homosexuales en nuestro país es también un asunto pendiente. Mientras perdure esta situación, seguirá siendo discriminatoria. Muchas personas de nuestra generación han adoptado el concubinato como forma de unión entre personas de diferentes sexos que es reconocida ante la ley con las mismas prerrogativas que el sacrosanto matrimonio. No me atrevo a decir que las personas homosexuales que disfrutamos de nuestras relaciones de pareja estables rechacen del todo la idea del matrimonio. Las parejas de hecho son, al menos en Cuba, la forma más viable por el momento, de lograr el reconocimiento legal de nuestras uniones. De aprobarse la nuevas y revolucionarias modificaciones del Código de Familia, se tendrán que realizar –cuando sea oportuno- los pertinentes cambios a nuestra Constitución. Si me lo permiten, deseo expresar que personalmente no pretendo acatar el modelo tradicional de familia heteroparental, solo quiero compartir mi vida , junto a otro hombre, con igualdad de derechos y en el respeto a cualquier otra forma de conformar familia que sea capaz de educar con valores humanos.

La familia es el objetivo fundamental a sensibilizar referente a los temas de la diversidad sexual. Las instituciones y los actores de la sociedad civil tendrán que continuar desarrollando un intenso trabajo educativo que permita revertir los prejuicios relacionados con la sexualidad. Nosotros, las personas homosexuales, también tenemos un papel crucial en este empeño, en la medida que seamos capaces de educar a todos los miembros de nuestras familias, con paciencia, mediante la persuasión, demostrando que somos seres humanos que no nos avergonzamos de nuestra orientación sexual y que valemos por las personas que somos.

La escuela

La escuela es el espacio canalizador de la homofobia, de hecho, la potencia a niveles insospechados en la medida que el niño “diferente” “no encaja” con el resto de sus compañeros. Estos niños, generalmente catalogados como “pajaritos” o “mariquitas”, por su gestualidad femenina, o por no participar en juegos violentos, son vejados y ridiculizados a la vista indiferente de sus maestros quienes a su vez no cuentan con las herramientas necesarias para tratar estos problemas. La educación en Cuba sigue reproduciendo e inculcando a los educandos profundos preceptos sexistas. Esto se expresa en la división del aula en varones y niñas para determinadas tareas, así como en una marcada definición de juegos apropiados para niñas y para niños.

La adolescencia es un periodo también complejo y extremadamente confuso. El varón adolescente que se sienta atraído por otros varones es también discriminado por su colectivo. En las escuelas donde se sorprenda a dos varones con relaciones afectivo-eróticas se les separa y se les traslada hacia otro centro, mientras que las relaciones entre personas de diferentes sexos son totalmente toleradas por ser consideradas “dentro de la norma”, aun cuando se expresen de forma inadecuada públicamente. Consideramos que la educación en asumir una sexualidad sana y responsable debe formar parte de los programas educativos en todos los niveles de enseñanza mediante la implementación del Programa Nacional de Educación Sexual.

Espacios e interacción macrosocial

Un aspecto casi unánime es el relacionado con los espacios para el esparcimiento y los llamados sitios de encuentro para personas homosexuales. A lo largo de décadas la Ciudad de la Habana ha contado con espacios públicos que abarcan socialmente a grupos de personas que comparten intereses comunes. La ausencia de sitios para el sano esparcimiento es un problema general que afecta a toda la población y en el que la autoridades deben pensar seriamente en la medida que mejoren las condiciones económicas del país. Opino que los espacios deben ser inclusivos y que permitan la coexistencia de personas de diferentes orientaciones sexuales. Debemos ser cuidadosos en que el reclamo de tener sitios de encuentro para personas únicamente homosexuales lleve a la aparición de especies de guetos y logremos con esto un mayor aislamiento social. De esta manera le estaríamos haciendo el juego a la homofobia.

Nos preocupa mucho la existencia de lugares donde la entrada es solo por parejas –hombre y mujer, por supuesto- o donde las administraciones se “reservan el derecho de admisión”. Estas regulaciones son arbitrarias y francamente discriminatorias. Pensemos en la posibilidad de crear sitios como el Mejunje en la ciudad de Santa Clara, donde coexisten en perfecta armonía la cultura, la diversidad humana y el esparcimiento.

Hacemos un llamado también a que se revise la manera en que las fuerzas del orden asedian a las personas homosexuales, únicamente por tener “apariencia gay” o por vestirse “raro”. Nuestro código penal no incluye la homosexualidad como figura delictiva y se hace necesario que todos conozcamos los derechos ciudadanos amparados por la Ley. El CENESEX cuenta con un departamento jurídico que tramita cualquier denuncia de las personas víctimas de esas arbitrariedades. Nuestros agentes del orden tienen que desarrollar su trabajo contra el delito y por mantener la tranquilidad ciudadana. Así mismo, los ciudadanos tenemos la obligación de cumplir lo establecido por la ley, independientemente de nuestra orientación sexual. Se requiere de una mejor educación e instrucción de la Policía en temas relacionados con la diversidad sexual.

Medios de Difusión

Los medios de difusión desempeñan un papel fundamental en la lucha contra la homofobia. Esta Jornada es un buen ejemplo de lo que puede lograrse en este sentido. La realidad de las personas homosexuales en Cuba aun tienen un pálido reflejo en los medios. El acercamiento a nuestra espiritualidad se realiza desde una perspectiva eminentemente heteroxesista, en la que se silencia a la persona homosexual y se profundizan los estereotipos que se tienen sobre nosotros. No se pretende saturar a los televidentes respecto a este tema, ni de dar la idea de proselitismo sexual o de “homosexualizar” a la población. Los medios de comunicación deben trazarse estrategias inteligentes y dinámicas que eduquen y sensibilicen a la gente. También deben evaluarse la eliminación de una vez y por todas de los personajes humorísticos que se burlan del “diferente”. Esto nos llevaría a transmitir mensajes mucho más cercanos al respeto a la dignidad humana.

Homofobia Internalizada

Antes de concluir quisiera a hacer mención a la discriminación entre gays, lesbianas y transgéneros. Resulta lamentable y muy frecuente el uso de frases despectivas en boca de los gays contra las lesbianas y las personas transgéneros. El hecho de ser más visibles en la sociedad obedece al hecho biológico de nacer varones y de reproducir en cierta medida, los estereotipos machistas. Reflexionemos seriamente sobre este tema y busquemos dentro de nosotros cuanto podemos mejorar en este sentido. Sintámonos orgullosos de lo que somos, de nuestra orientación sexual y del ejercicio de una sexualidad digna y plena.

Siempre recuerdo lo que escribiera a comienzos del pasado siglo, Margarite Yourcenar, en su obra “Alexis o el Tratado del Inútil Combate” y que define muy bien la esencia de la homofobia:

(…) No se figuran que los actos que juzgan reprensibles puedan ser al mismo tiempo fáciles y espontáneos, como los son la mayoría de los actos humanos. Echan la culpa a los malos ejemplos, al contagio moral y sólo retroceden ante la dificultad de explicarlos. No saben que la naturaleza es más diversa de lo que suponemos: no quieren saberlo porque les es más fácil indignarse que pensar. (…)

Cambiemos eso mediante el diálogo paciente y seremos todos mejores seres humanos. Muchas gracias.