4/22/2012

Lo natural en sexualidad y la disciplina desde el poder

Por Alberto Roque Guerra

Una de los preceptos más torpes y socorridos a los que se acude cuando se opina sobre sexualidad, desde los discursos homofóbicos y patriarcales, es la definición de lo natural. 1
Desde ese enfoque, “obvio”, y “natural” se erigen algunas ideas concretas, muy a pesar de que la realidad es variopinta y diversa; ideas, que repetidas hasta el cansancio, prevalecen en estos tiempos:
“Solamente existen dos sexos naturales: macho/hombre y hembra/mujer”
“La unión de hombre y mujer es la única válida y natural”
“La sexualidad es para reproducirnos, para mantener la especie humana”
“La familia es la forma natural de convivencia social, encabezada por hombre y mujer, unidos en matrimonio”
Las religiones dogmáticas sus dictados desde la culpa (confesión del pecado), la filosofía con sus interpretaciones teóricas y subjetivas (desde la que los seres humanos producen políticas en ocasiones ajenas a la realidad objetiva), el derecho con sus normas y castigos de las conductas humanas, la medicina con su poder tecnológico para clasificar (diagnosticar), tratar y corregir; defienden y garantizan el orden natural cuando de sexualidad se trata.
En oposición rígidamente binaria (natural/antinatural) desde el poder de un grupo humano, se ataca, persigue, reprime, corrige y disciplina a los cuerpos y las sexualidades antinaturales o contra natura. Si estas estrategias disciplinarias fallan se recurre al silencio y la invisibilidad.
Sexo es una creación de nuestras mentes para nombrar, clasificar, etiquetar e interpretar las diferencias entre los genitales externos. El significado político que estas acciones encierran implica la asignación de poderes asimétricos en un orden social discriminatorio y desigual. Nacer con pene y testículos confiere privilegios, lo demás es subordinado y periférico. En resumen, el mencionado orden social no es natural.
Numerosas personas nacen con ambigüedad en los genitales y en otras su aspecto externo no se corresponde con otros determinantes del sexo: cromosomas, cromatinas, hormonas, genitales internos y cerebro. Las ciencias las reconocen como personas intersex y no todas se consideran un trastorno o enfermedad. Sin embargo, se toman las medidas posibles (no siempre exitosas) para naturalizar sus cuerpos. Es decir, la naturaleza es diversa, pero la humanidad, con desfachatada arrogancia, interpreta lo contrario.
Otros nacen con sus genitales externos diferenciados, pero desde edades tempranas “no se ajustan al orden natural” de ser masculinos si se nace con pene y femeninas si se nace con vulva. Para ellos, se les reserva mucho sufrimiento, golpes, maltratos y silencio. Si tienen suerte, podrán acceder el menú tecnológico que les ofrece la medicina, que incluye el alivio de sus malestares psicológicos (disforia) y la transformación de sus cuerpos, según “el orden natural” de ser hembra o macho. La medicina, sin embargo, no dispone de nomenclatura ni remedios para el odio (transfobia y trans-repudio) que las y los victimarios ejercen sobre este grupo humano. Según un supuesto orden natural se le concibe como instrumento de poder para disciplinar.
Las últimas tres ideas identificadas al comienzo de este post, se relacionan con la estrecha finalidad reproductiva de la sexualidad, que parten de la naturalidad que representa la existencia de dos sexos  aún presente en nuestro imaginario. He escuchado criterios disparatados que conciben a las uniones entre personas del mismo sexo como “antiecológicas”, ante la supuesta imposibilidad de mantener la perpetuidad de la especie humana.2
Semejantes ideas niegan el placer, el amor y el erotismo como dimensiones también importantes de la sexualidad, que repercuten en percibir otras formas de asociarse y convivir en familia, más allá de la clásica familia heteroparental (padres con diferentes identidades /roles de género). A pesar de las abundantes evidencias científicas que fundamentan lo anterior, numerosos profesionales  de la salud mental, de la medicina y del derecho en Cuba mantienen un discurso anclado a la reproducción, al matrimonio  y al modelo tradicional de familia.
Más allá de la sexualidad, el enfoque naturalizador es políticamente peligroso y nocivo. Desde esa perspectiva se erigieron imperios, la esclavitud, la inquisición, el fascismo, el racismo, los nacionalismos fascistoides y se han justificado las guerras.3
Es mucho más provechoso reflexionar y dirigir nuestra atención a las maneras en la que convivimos de forma natural con la violencia, la homofobia, la xenofobia, el racismo, la misoginia y todas las asimetrías de poder entre los seres humanos. Queda mucho por hacer, las instituciones y la sociedad civil cubanas debemos trabajar sistemáticamente junto al estado por un país sin discriminación. (22/04/2012)
[1] Lo natural puede recorrer 4 categorías: 1. Biológica: basada en lo innato. 2. Tradición: el único modo en que nos conocemos, las cosas siempre fueron de ese modo. 3. Necesidad: único modo posible, las cosas no pueden ser de otro modo. 4 .Norma: lo cierto y apropiado, el modo en que las cosas deberían ser. Ver Cáceres, Carlos F. [et al.]. Sexualidad, ciudadanía y derechos humanos en América Latina: un quinquenio de aportes regionales al debate y la reflexión /–Lima: IESSDEH, UPCH, 2011. 330  ( p. 63)
2Reportaje de la II Jornada Cubana contra la Homofobia, CENESEX, mayo 2009.
3 Reflexiones de Barack Obama sobre la guerra: "reconozco el mundo tal y como es" (…) "la fuerza ,a veces es necesaria, no es una llamada al cinismo, sino admitir la historia y las imperfecciones del hombre y los límites de la razón". Ceremonia de entrega del Premio Nobel ¿de la Paz?, Oslo, 2009

2 comentarios:

  1. la guerra es la salida cobarde a los problemas de la paz,la homosexualidad es una bendicion cuando tu eres capaz de decir esta boca es mia,la iglesia es refugio de homosexuales pedofilos,que son perdonados ,y rendiran ante dios algun dia sus cuentas,el ser humano no tiene que pedir permiso a nadie para ejercer su sexualidad ese es un derecho.porque todos somos ciudadanos del mundo.

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