4/04/2015

Sociedad civil, géneros y sexualidades: que no pare el debate

Recién se han celebrado numerosos foros donde participaron una representación de la sociedad civil cubana de cara a la VII Cumbre de las Américas. Se conoce que en la cita regional la sociedad civil de las Américas tendrá un espacio colateral a las reuniones gubernamentales.

Allí asistirán representantes de las miles de organizaciones cubanas jurídicamente reconocidas por el estado y también asistirán miembros de la oposición política neoanexionista, organizada y financiada por el gobierno estadounidense y otras entidades neoliberales que les son afines.

Las coyunturas son propicias para oxigenar el debate sobre los significados, alcances y limitaciones de la sociedad civil cubana en los tiempos que corren. Más que el sentido potencialmente histórico de la cita panamericana, considero más provechoso la mirada hacia adentro, que suscita criterios encontrados y levanta no pocas suspicacias.

Las interpretaciones sobre la sociedad civil en Cuba están atravesadas por la hostilidad permanente del gobierno estadounidense que previsiblemente persistirá en sus objetivos de desmontar nuestro sistema político con nuevas estrategias.

También influye el enfoque dogmático de corte soviético y profundamente estatizado que hemos aplicado a la concepción de la sociedad civil desde nuestra experiencia socialista, que ha limitado la emergencia y la supervivencia de interesantes proyectos de participación ciudadana.

La propia Ley de Asociaciones vigente establece el requisito de que toda organización no gubernamental debe contar con un órgano de relación estatal entre otras limitaciones. En no pocas ocasiones el funcionamiento de las propias entidades no gubernamentales se impregna de las regulaciones burocráticas que limitan su autonomía y dinamismo.

Algunos decisores nuestros, que se definen como revolucionarios y marxistas, ven en la sociedad civil una oposición al estado. Dicho enfoque responde al concepto de sociedad civil liberal y burgués y se contradice con los aportes de Carlos Marx y Antonio Gramsci sobre la sociedad civil y el papel del estado en el socialismo. Tampoco se toma en cuenta los elementos contemporáneos que contribuyen a la existencia de una sociedad civil internacional ni las experiencias de los movimientos sociales de izquierda y progresistas en los procesos de cambios dinámicos de la sociedad cubana.

La participación, entendida en una dimensión compleja y activa, implica sobre todo formar parte de los procesos de transformación social con un liderazgo horizontal que promueva la desarticulación de los mecanismos de opresión que persisten en nuestro imaginario social y en la implementación de las políticas. El logro de una autonomía integradora de los sujetos sería uno de los objetivos a lograr para poder hablar de verdadera participación y emancipación en todos los órdenes.

Numerosos intelectuales han resaltado una reconfiguración de la sociedad civil cubana. Los temas raciales, ambientales, contra la violencia, en pos de una cultura de paz, los proyectos ecuménicos y la creación de espacios de participación que han visibilizado las demandas de las personass lesbianas, gays, bisexuales y trans son algunos de los ejemplos más destacados.

 

En estos procesos participan tanto el estado como la sociedad civil, pero ella deberá ser un ente pujante y dinámico que contribuya a la implementación de las políticas sociales y también a interpelarlas constructivamente desde las contradicciones que surjan constantemente.

En los temas relacionados con la equidad e igualdad de géneros y sexualidades han sido lideradas por instituciones del estado y ha contado con la participación de la sociedad civil. Algunos teóricos lo destacan como un logro, sin dudas se ha posicionado en el debate público desde las campañas por la no violencia y contra la homofobia, pero ello no significa que el liderazgo y representatividad del estado en estos temasno estén lastrados por su tradición históricamente salubrista, asimilacionista y con pobre impacto en el destierro de la ideología patriarcal del imaginario social y de las propias estructuras estatales.

No se trata de decir «ustedes participan, ellos participan, nosotros participamos, yo decido». Se requiere la construcción de espacios dialógicos y empáticos en las iniciativas transformadoras que fortalezcan el papel del estado.

Por ello la sociedad civil cubana debe robustecerse y en los temas relacionados con la igualdad de género y de las sexualidades (sin etiquetas) deben posibilitarse la formación de grupos autónomos, intregadores de las necesidades específicas de los menos favorecidos o contemplados en las políticas estatales.

La construcción de liderazgos en estos campos son palpables y se sostienen a contracorriente de intereses políticos e ideológicos internos y foráneos, pero sobre todo de los últimos, pues desarrollan un activismo social y político basados en los principios de soberanía y autodeterminación, se autodefinen como anticapitalistas y antineoliberales y rechazan al burdo mercenarismo sietemesino que se intenta fabricar para subvertir y dividir.

Ojalá y no se silencie el tema después de la Cumbre, ya sabemos que los silencios han salido demasiado caros. [Centro Habana, 4 de abril de 2015]

4/03/2015

«Diferente. Cine y diversidad sexual», una reseña de Paquito el de Cuba

He pedido autorización a mi amigo Francisco Rodríguez, Paquito el de Cuba, para publicar en mi blog una entrada de su autoría sobre el texto Diferente, Cine y diversidad sexual del también amigo Frank Padrón.

La entrada es una excelente reseña sobre el texto de Frank, a la cual me adhiero totalmente. Aquí les va.

Un libro de Frank Padrón o La guía ilustrada del cine Diferente

A veces me hago trampa a mí mismo en la cola de los libros que tengo pendientes de lectura. Fue el caso de Diferente. Cine y diversidad sexual, el último título de Frank Padrón bajo el sello de Ediciones ICAIC, a cuya presentación hace algunas semanas, por estar yo fuera de La Habana, mandé a mi pareja con la misión expresa de comprarme un ejemplar.

Y es que muchas de las mejores visiones que hoy tenemos en Cuba sobre los avances y conflictos universales alrededor de las sexualidades no heteronormativas las debemos, ante la ausencia casi total hasta ahora de información sistemática sobre el asunto en nuestros medios de prensa, al acercamiento que podemos conseguir a través del llamado séptimo arte.

Además, en esta temática del cine homoerótico o que intenta aprehender la problemática de las distintas orientaciones e identidades sexuales, mi gran amigo y colega Frank Padrón es una suerte de enciclopedia humana, por el seguimiento sistemático que le ha hecho durante décadas en su condición de crítico especializado.

El texto no me defraudó, y hasta me tranquilizó la conciencia por mi pecado de violentar mi lista de títulos en espera de su turno. Diferente sistematiza buena parte de la historia del cine de las sexualidades no convencionales o fuera de la norma hegemónica.

Lo hace a partir de la revisión, compendio y actualización de un conjunto de ensayos de su autor, que consiguen hilvanar en una primera y muy sólida parte del volumen una amplia guía referencial de lo mejor del cine de todas las épocas que abordó tangencial o directamente la diversidad sexual.

Un pobre aficionado como yo, por ejemplo, aprende mucho de lo que nos cuenta Frank, incluyendo las revelaciones y los guiños en escenas de no pocas películas que quizás algún día vimos, pero por nuestro desconocimiento o poca atención nunca nos percatamos de su posible vínculo con el homoerotismo.

La profundización en la obra de íconos como el director manchego Pedro Almodóvar, así como en la filmografía latinoamericana o en producción documental alrededor de la vida de lesbianas, gays, bisexuales, trans e intersex, tanto en el mundo como en Cuba, son otros aportes imprescindibles para cualquiera que aspire, no solo a conocer sobre cine, sino incluso a hacer activismo sobre los derechos sexuales, aquí y ahora.

El análisis de los pasos más notorios y también de las deudas del cine cubano con esta realidad por mucho tiempo invisible, constituyó para mí otro capítulo esencial del libro, que en un alarde de actualidad llega incluso hasta la reciente película de Marilyn Solaya, Vestido de novia.

Tengo que confesarles que para un neófito en cultura audiovisual como yo, fue motivo casi de orgullo descubrirme en sintonía con la óptica de Frank Padrón — ¡y él sí sabe de eso!, me dije— acerca de la insuficiencia que todavía caracterizan los intentos de nuestros guionistas y realizadores por abordar el mundo LGBTI.

No hablo, por cierto, de la cantidad de obras de ficción o documentales, que aunque tampoco son tantas, ya no son tan pocas; sino de la originalidad, el acercamiento natural, pertinente y provechoso, tanto en términos artísticos como humanos.

Por si fuera poco, el libro nos ofrece una segunda parte que recoge el concepto y los resultados de los primeros seis años del proyecto educativo y cultural Cineclub Diferente, una propuesta que fusiona la labor del periodista cinéfilo con la de ese activista que también es Frank Padrón y que llegó para quedarse luego de la primera Jornada Cubana contra la Homofobia, con el apoyo del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex) y el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos.

Y Frank —que conste— es de los mejores activistas que conozco, porque lo hace desde la experticia de su conocimiento profesional y también desde la sensibilidad y el compromiso personal de quien siente y disfruta lo que hace, por una causa que también le pertenece.

Así, nos regala un compendio de reseñas breves pero enjundiosas de títulos muy representativos del mejor cine LGBTI de los últimos tiempos que pasaron por la pantalla grande de céntricas salas capitalinas, como parte de esa propuesta del Cineclub Diferente, las cuales motivaron en su momento el debate del amplio y heterogéneo público que cada mes asiste a esa cita con Frank.

Para quienes no siempre pudimos acudir a esos encuentros —y esto es una autocrítica que me hago públicamente—, resulta muy útil esa relación y compendio de filmes cuyas sinopsis y postulados ahora podemos conocer en el libro —con sus virtudes y defectos, pero sin que Frank nos cuente el final, como hacen los buenos críticos que saben motivar al público —, para luego buscarlas, según nuestros gustos e intereses.

Incluso, hasta para aquellas personas remolonas que no aprecian lo suficiente el valor de la lectura —pero tal vez sí aman el cine y/o la diversidad sexual—, Diferente contiene más de 80 fotogramas o imágenes de no pocas escenas clave —y hasta eróticas— en muchas de las películas a las que hace referencia el volumen.

Si esto no les motiva a comprar y leer el libro de Frank Padrón —que por cierto, está en las librerías actualmente—, entonces nada lo hará. Y les advierto, no presto el mío.