El ingeniero Luis Orlando Abascal Barbán, de Bayamo, Granma, fue sancionado a separación definitiva de su puesto de trabajo, con cuatro años sin poder rehabilitarse, por tener en la computadora portátil que tenía asignada como medio básico la serie de documentales titulada La guía sexual del siglo XXI
09:38 Francisco Rodríguez Cruz / 25-07-2011
Periódico Trabajadores
Los prejuicios de no pocas personas al abordar y conocer sobre la sexualidad humana son conocidos, pero tal vez sea menos frecuente que estos lleven a conflictos laborales como los que nos relata el ingeniero Luis Orlando Abascal Barbán, desde Bayamo, Granma.
Este trabajador de la empresa eléctrica provincial se desempeñaba como especialista B en máquinas eléctricas y equipos primarios de centrales y subestaciones eléctricas hasta febrero de este año, cuando fue sancionado a separación definitiva de su puesto de trabajo, con cuatro años sin poder rehabilitarse, por tener en la computadora portátil que tenía asignada como medio básico la serie de documentales titulada La guía sexual del siglo XXI.
El material fue detectado en el equipo por una supervisión de una especialista en informática de dicha empresa y acto seguido una comisión disciplinaria determinó aplicar la citada medida, alegando que el material encontrado “si bien no se trataba de pornografía, su contenido es contrario al interés social y a las buenas costumbres, principios y valores éticos que caracterizan a la sociedad cubana”.
Por ser Luis Orlando un trabajador con buena trayectoria laboral y que nunca antes había sido sancionado, ello tuvo gran repercusión en su colectivo. Plantea que sabía de la auditoría informática, pero no borró la serie “pues no creí que el material fuera a ser visto de esa absurda manera”. Además tenía autorización para llevar la laptop diariamente a su casa, por lo cual no podían imputarle afectaciones al horario laboral.
Abascal reclamó ante el órgano de justicia laboral de base, porque incluso el reglamento de seguridad informática de la empresa autorizaba a “tener en las PCs videos (musicales, películas, seriales, novelas, documentales) hasta 4 Gb”.
En su defensa, el trabajador acudió a la opinión de la presidenta de la comisión provincial de educación sexual, la Máster en Sexualidad Zeida Santiesteban, quien evaluó el programa y emitió su juicio por escrito especificando “… su alto valor científico, técnico, didáctico y educativo y que resulta de interés general y de obligada
consulta no solo para los especialistas del área de la sexualidad sino para la población en general…”
Citó incluso una referencia hecha a esta serie en la sección Sexo sentido, del diario Juventud Rebelde, en su edición del 19 de marzo.
Luego de múltiples irregularidades en la actuación del órgano —según refiere Luis Orlando—, entre ellas dilaciones e imposibilidad de presentar sus pruebas, la reclamación fue dada sin lugar por el órgano y también por el tribunal municipal, que no tuvieron en cuenta la opinión de los especialistas ni el alegato de un abogado.
Envuelto en este conflicto que al afectado le parece “un cuento de Senel Paz” —escritor y guionista cubano conocido por la película Fresa y chocolate—, este ingeniero no entiende por qué le aplicaron la sanción más extrema sin considerar su historial y conducta como trabajador; su condición de padre de familia, con dos niñas de 5 años y de 10 meses y la esposa de licencia de maternidad; y los criterios de los expertos sobre el carácter educativo de la serie. ¿Acaso es tan grave procurar información científica sobre la sexualidad, en la Cuba del siglo XXI?