Por Mercedes García
Cuando sonó el reloj no sentí esas ganas de desaparecerlo para quedarme un rato más en los brazos de ella y no precisamente en los de Morfeo.
Sucede que siempre cuando se trata de participar en algún evento del CENESEX, siento como una adrenalina, un placer que imagino relacionado con esa seguridad de saber que voy con mochila vacía y regreso con ella llena de saberes, experiencias y el sospechómetro activado al constatar, como en esta Jornada Científica: Habana Sexología, que queda un buen trecho por andar para naturalizar la diversidad y los derechos sexuales al tratar temas de salud sexual de l@s human@s.
Durante dos días de esta Jornada y de sol a sol, permanecí en las salas escuchando las intervenciones brillantes de especialistas sobre reproducción asistida, la pareja cubana actual, programas terapéuticos para mejorar la calidad de la relación de pareja, salud reproductiva, ideales de pareja, climaterio, perimenopausia, postmenopausia y disímiles bondades emanadas de serios estudios pero sustentados sólo en la investigación de la pareja heterosexual o la mujer y el hombre heteros.
Mis expectativas de verme en esos estudios se alejaron por el camino de la invisibilidad. Al acercarme a algunas de esas especialistas, mujeres maravillosas y comprometidas con el mejoramiento de la calidad de vida y trasladarles mi inquietud, constaté que me consideraban incluida por ser mujer, otras exclamaban: ¡caramba!, es cierto.
Parecería, por ejemplo, que con mi orientación lésbica soy una mujer como todas, solo que amo a otra mujer. Muchos estarían totalmente de acuerdo con esta afirmación en aras de no discriminar e incluir.
Soy mujer pero diferente por varias razones. En primer lugar, al romper el modelo heterosexual por amar a una persona de mi mismo sexo, quedo inmediatamente devaluada e invisibilizada no sólo como mujer, sino también como ser humano. Piensan que soy una mujer que quiere ser un hombre y que mis relaciones de pareja se fundamentan en que una hace de hombre y otra de mujer.
Muchas lesbianas viven ocultando su orientación erótico-afectiva, actuando un personaje delante de quienes más aman, la familia o en sus trabajos donde pasan la mayor parte del día. Renunciamos a la maternidad o se nos priva de ese derecho humano al no poder disfrutar como parejas de las bondades de la maternidad asistida. Los servicios de salud no poseen el conocimiento de nuestras necesidades, la ley no nos protege explícitamente y se nos veta el derecho a la información basada en el conocimiento científico al no vernos en la mayoría de esos estudios.
Si desea tener una idea aproximada de esta realidad, imagine por un día que es alguna de nosotras. Responda con evasivas o mienta deliberadamente sobre su orientación sexual, piense que esas personas que hoy le tratan, le admiran y reciben tan amablemente no la tratarían igual si dijera la verdad. Salga a pasear con su compañero e imagínese en un mundo donde el amor entre hombre y mujer fuese sancionado, donde sufriera usted violencia por heterofobia, donde tuviese que pasar horas en espacios públicos sin tocar, besar o abrazar cariñosamente a la persona que su corazón eligió, imagine no tener reconocimiento y protección como una familia, como cualquier otra familia que enfrenta serios retos para ser exitosa, feliz, en fin, funcional…y no entiende usted ¿por qué? si siente que tiene todo lo humanamente necesario para ello y es amor, responsabilidad por ese sentimiento y derechos.
Piense que la mayoría de nosotras vive así. ¿Con un día de su vida bajo esas condiciones, le parece que somos iguales?
Tengo inquietudes, quiero saber qué sucede con la mujer lesbiana al enfrentar el padecimiento del climaterio, cómo asume la pareja lésbica este proceso, qué precio paga nuestra salud al no lograr el desarrollo integral de la personalidad por meras valoraciones subjetivas del rol, cómo enfrentar el envejecer con o sin pareja, el cáncer cérvico uterino y de mamas en mujeres lesbianas, la atención primaria de salud y la mujer lesbiana, entre otros temas medulares. Si no hay diferencias me gustaría conocerlo por estudios serios que lo demuestren. Tal vez los resultados ayudarían también a las mujeres con otras orientaciones.
Agradezco la posibilidad que me brinda siempre el CENESEX, como miembro de sus redes sociales de participar en todo tipo de evento que organiza y a sus especialistas, que desde las distintas profesiones, están prestos a intercambiar saberes con nosotr@s para unidos impactar el muro de la ignorancia, el estigma y la discriminación.
Esto es sólo y con toda humildad una incitación de exigibilidad a la reflexión. No creo justo venir al CENESEX, un lugar donde se venera y promueve el respeto a la diversidad, para hablar de salud sexual y no hacerlo desde esa plataforma.
Aunque me expresé como mujer lesbiana y miembro del grupo de reflexión HxD, aclaro que en temas de diversidad y derechos sexuales, asumidos como genuinos derechos humanos, me siento también gay, bisexual, trans, inter y heterosexual, además de otras orientaciones que puedan identificarse mañana.
[Grupo HxD]
La Habana, 29 de septiembre de 2011
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