El parlamento cubano acaba de aprobar La Ley Código de Trabajo después de un amplio proceso de participación de las trabajadoras y los trabajadores. En el artículo 2 concerniente a la igualdad, se sustituyó la palabra sexo por género, raza por color de la piel y se incluyó la orientación sexual como causas de discriminación.
Sin dudas es un hecho histórico, pues es la primera ocasión que se incluye legalmente el reconocimiento y respeto de las personas con diversas orientaciones sexuales en Ley alguna en nuestro país.
También se percibe una incipiente comprensión desde el punto de vista jurídico de las limitaciones de la categoría sexo y sobre la necesidad de reconocer al género y sus dimensiones como elementos claves para la generación e implementación de las políticas.
El documento final que se llevó a votación no incluyó a la identidad de género explícitamente, ni a la discapacidad o el seroestatus al VIH como causales de discriminación. Se consideró que caben dentro de la sombrilla de ≪cualquier otra lesiva a la dignidad humana≫.
Una vez más, estas categorías se ubican en una zona borrosa y ambigua que permite a los operadores del derecho interpretar la letra y el espíritu de la Ley de acuerdo lo que ellas o ellos consideren ≪lesivo a la dignidad humana≫.
Sobre este particular, la diputada Mariela Castro Espín explicó con claridad y profundidad la importancia de reconocer estas causales y también la inclusión del lenguaje de género y la violencia en el puesto de trabajo. Sus argumentos se adecuaron a la Legislación Internacional de Derechos Humanos, aplicada a la orientación afectivo-erótica del deseo y a la identidad de género.
Pero lo más significativo fue el apoyo que recibió Castro Espín de los diputados que representan a grupos religiosos y que centran su trabajo pastoral en el ser humano y en el respeto a su dignidad.
También se escucharon voces opuestas a la inclusión de la identidad de género, en su mayoría juristas, que aludieron a tecnicismos ya superados por la propia academia cubana referentes a los temas de género. El presidente de la Comisión de Asuntos Constitucionales y Jurídicos del parlamento, José Luís Toledo Santander, consideró que la utilización del discurso de género crearía un cambio en todas las legislaciones cubanas de ahora en lo adelante y que no es la norma a nivel internacional.
No debe temerse en lo absoluto en que las leyes futuras, que fortalezcan la democracia y el republicanismo cubanos deben tener enfoque de género. Por eso debe crearse el nombramiento de ministra y no exclusivamente de ministro, en oposición a lo expresado por el diputado Homero Acosta. No veo nada de malo en que seamos uno de los pocos países en el Mundo que aplique el enfoque de género. Nuestro proyecto social tiene muchas peculiaridades que lo hacen favorablemente singular.
Las normas jurídicas no son hormas. Las bases y tradición del Derecho son patriarcales, excluyentes de las mujeres y de todas las sexualidades que atenten contra el poder del patriarcado. La construcción de la Nación cubana no ha podido superar este enfoque ni siquiera desde que gozamos de los derechos contenidos en la Constitución de la República Socialista de 1976.
Las mujeres cubanas tienen garantizados sus derechos legalmente hablando, pero en la práctica cotidiana, a pesar de las favorables estadísticas, siguen siendo discriminadas en cuanto al acceso al poder y en sus relaciones con los hombres en el ámbito público. Ni hablar del ámbito privado con la consabida ≪doble jornada≫ y el estatus de subordinación al hombre, jefe de núcleo familiar. Aún siento un marcado tufo cómplice con la ideología patriarcal de algunas de nuestras ministras, que han llegado a ocupar sus puestos por sus méritos y trabajo personal, pero no se cuestionan esta realidad.
El discurso de género importa porque lo que no se menciona no existe. Coincido con la diputada Ofelia Ortega, quien dijera durante el debate que ≪el lenguaje es formativo≫, pero añadiría que el lenguaje es poder y naturaliza las relaciones asimétricas entre hombres mujeres. La lengua no es un ente estático, se enriquece y se adecua a los cambios sociales, políticos e ideológicos que acontecen en un momento histórico dado. Si alguien tiene dudas le invito a reflexionar sobre los términos eufemísticos: ≪moneda libremente convertible≫, ≪cuentapropismo≫ y otros no aceptados -por ahora- por la Academia de la Lengua y que se utilizan ampliamente en los registros discursivos y las leyes cubanas.
Además, los gobiernos con más avances en igualdad social en Latinoamérica han fortalecido la participación ciudadana con la inclusión del discurso de género. En no pocas ocasiones percibo que el proyecto de la Revolución cubana experimenta un retraso con tintes conservadores respecto a muchos cambios sociales que ocurren en naciones hermanas de la región.
La inclusión de la identidad de género no obedece únicamente al enfoque reduccionista de reconocer a las identidades trans (transexuales, transgénero, personas en transición de género) sino también los derechos a la identidad de género que implique la construcción de otras masculinidades (no hegemónicas), otras feminidades u otras identidades que no se adscriban a las rígidas hormas jurídicas, sociales o culturales de lo que signifique ser masculino o femenino.
Si nuestros legisladores no son expertos en la materia, deben consultar a quienes han estudiado el tema, además de interesarse por adquirir estos conocimientos que producen un enfoque más amplio, justo y equitativo sobre las sexualidades y el hecho de ser humanos.
No comprendí, quizás por mis desconocimientos en materia de funcionamiento del propio Parlamento, que se aprobara la Ley de Código de Trabajo sin conocer el resultado final de la Comisión de Estilos, compuesta por muchos parlamentarios que se opusieron a la inclusión de las propuestas de la diputada Castro Espín. También quedan pendientes muchas modificaciones legales que atañen a la sexualidad y el género, por ejemplo, la discusión del Anteproyecto del Código de Familia, que según supe, fue sugerido por el diputado y Presidente del Consejo de Estado y de Ministros Raúl Castro Ruz.
Queda pendiente las modificaciones de la Ley Código Penal y la eliminación del artículo de peligrosidad pre-delictiva que se sigue aplicando a personas gay, lesbianas y trans, además de no tener referentes en la legislación internacional, tal y como dijo el Diputado Toledo Santander en cuanto a los temas de género. En esa Ley también urge eliminar la figura de pederastia con violencia para referirse a la violación entre hombres. Pederastia era el término que se usaba en el Código de Defensa de la España Colonial para calificar a los homosexuales (antes la invención del término en 1869), por lo tanto continúa siendo discriminatorio.
Mientras tanto, me adhiero a lo dicho por el diputado Miguel Barnet, cuando en apoyo a la diputada Castro Espín dijera que ≪la Revolución no se ha anquilosado, por el contrario, se transforma constantemente≫. [Centro Habana, 22 de diciembre de 2013]
Sin dudas es un hecho histórico, pues es la primera ocasión que se incluye legalmente el reconocimiento y respeto de las personas con diversas orientaciones sexuales en Ley alguna en nuestro país.
También se percibe una incipiente comprensión desde el punto de vista jurídico de las limitaciones de la categoría sexo y sobre la necesidad de reconocer al género y sus dimensiones como elementos claves para la generación e implementación de las políticas.
El documento final que se llevó a votación no incluyó a la identidad de género explícitamente, ni a la discapacidad o el seroestatus al VIH como causales de discriminación. Se consideró que caben dentro de la sombrilla de ≪cualquier otra lesiva a la dignidad humana≫.
Una vez más, estas categorías se ubican en una zona borrosa y ambigua que permite a los operadores del derecho interpretar la letra y el espíritu de la Ley de acuerdo lo que ellas o ellos consideren ≪lesivo a la dignidad humana≫.
Sobre este particular, la diputada Mariela Castro Espín explicó con claridad y profundidad la importancia de reconocer estas causales y también la inclusión del lenguaje de género y la violencia en el puesto de trabajo. Sus argumentos se adecuaron a la Legislación Internacional de Derechos Humanos, aplicada a la orientación afectivo-erótica del deseo y a la identidad de género.
Pero lo más significativo fue el apoyo que recibió Castro Espín de los diputados que representan a grupos religiosos y que centran su trabajo pastoral en el ser humano y en el respeto a su dignidad.
También se escucharon voces opuestas a la inclusión de la identidad de género, en su mayoría juristas, que aludieron a tecnicismos ya superados por la propia academia cubana referentes a los temas de género. El presidente de la Comisión de Asuntos Constitucionales y Jurídicos del parlamento, José Luís Toledo Santander, consideró que la utilización del discurso de género crearía un cambio en todas las legislaciones cubanas de ahora en lo adelante y que no es la norma a nivel internacional.
No debe temerse en lo absoluto en que las leyes futuras, que fortalezcan la democracia y el republicanismo cubanos deben tener enfoque de género. Por eso debe crearse el nombramiento de ministra y no exclusivamente de ministro, en oposición a lo expresado por el diputado Homero Acosta. No veo nada de malo en que seamos uno de los pocos países en el Mundo que aplique el enfoque de género. Nuestro proyecto social tiene muchas peculiaridades que lo hacen favorablemente singular.
Las normas jurídicas no son hormas. Las bases y tradición del Derecho son patriarcales, excluyentes de las mujeres y de todas las sexualidades que atenten contra el poder del patriarcado. La construcción de la Nación cubana no ha podido superar este enfoque ni siquiera desde que gozamos de los derechos contenidos en la Constitución de la República Socialista de 1976.
Las mujeres cubanas tienen garantizados sus derechos legalmente hablando, pero en la práctica cotidiana, a pesar de las favorables estadísticas, siguen siendo discriminadas en cuanto al acceso al poder y en sus relaciones con los hombres en el ámbito público. Ni hablar del ámbito privado con la consabida ≪doble jornada≫ y el estatus de subordinación al hombre, jefe de núcleo familiar. Aún siento un marcado tufo cómplice con la ideología patriarcal de algunas de nuestras ministras, que han llegado a ocupar sus puestos por sus méritos y trabajo personal, pero no se cuestionan esta realidad.
El discurso de género importa porque lo que no se menciona no existe. Coincido con la diputada Ofelia Ortega, quien dijera durante el debate que ≪el lenguaje es formativo≫, pero añadiría que el lenguaje es poder y naturaliza las relaciones asimétricas entre hombres mujeres. La lengua no es un ente estático, se enriquece y se adecua a los cambios sociales, políticos e ideológicos que acontecen en un momento histórico dado. Si alguien tiene dudas le invito a reflexionar sobre los términos eufemísticos: ≪moneda libremente convertible≫, ≪cuentapropismo≫ y otros no aceptados -por ahora- por la Academia de la Lengua y que se utilizan ampliamente en los registros discursivos y las leyes cubanas.
Además, los gobiernos con más avances en igualdad social en Latinoamérica han fortalecido la participación ciudadana con la inclusión del discurso de género. En no pocas ocasiones percibo que el proyecto de la Revolución cubana experimenta un retraso con tintes conservadores respecto a muchos cambios sociales que ocurren en naciones hermanas de la región.
La inclusión de la identidad de género no obedece únicamente al enfoque reduccionista de reconocer a las identidades trans (transexuales, transgénero, personas en transición de género) sino también los derechos a la identidad de género que implique la construcción de otras masculinidades (no hegemónicas), otras feminidades u otras identidades que no se adscriban a las rígidas hormas jurídicas, sociales o culturales de lo que signifique ser masculino o femenino.
Si nuestros legisladores no son expertos en la materia, deben consultar a quienes han estudiado el tema, además de interesarse por adquirir estos conocimientos que producen un enfoque más amplio, justo y equitativo sobre las sexualidades y el hecho de ser humanos.
No comprendí, quizás por mis desconocimientos en materia de funcionamiento del propio Parlamento, que se aprobara la Ley de Código de Trabajo sin conocer el resultado final de la Comisión de Estilos, compuesta por muchos parlamentarios que se opusieron a la inclusión de las propuestas de la diputada Castro Espín. También quedan pendientes muchas modificaciones legales que atañen a la sexualidad y el género, por ejemplo, la discusión del Anteproyecto del Código de Familia, que según supe, fue sugerido por el diputado y Presidente del Consejo de Estado y de Ministros Raúl Castro Ruz.
Queda pendiente las modificaciones de la Ley Código Penal y la eliminación del artículo de peligrosidad pre-delictiva que se sigue aplicando a personas gay, lesbianas y trans, además de no tener referentes en la legislación internacional, tal y como dijo el Diputado Toledo Santander en cuanto a los temas de género. En esa Ley también urge eliminar la figura de pederastia con violencia para referirse a la violación entre hombres. Pederastia era el término que se usaba en el Código de Defensa de la España Colonial para calificar a los homosexuales (antes la invención del término en 1869), por lo tanto continúa siendo discriminatorio.
Mientras tanto, me adhiero a lo dicho por el diputado Miguel Barnet, cuando en apoyo a la diputada Castro Espín dijera que ≪la Revolución no se ha anquilosado, por el contrario, se transforma constantemente≫. [Centro Habana, 22 de diciembre de 2013]
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