Estoy preocupado pero no sorprendido. La Universidad Central Marta
Abreu de las Villas (UCLV) ha expulsado a la estudiante de periodismo
Kala María Pérez González.
Mediante una declaración de la Federación de Estudiantes
Universitarios (FEU), se justifica el hecho por la pertenencia de la
estudiante a la organización contrarrevolucionaria Somos + y su
supuesta actividad política proselitista dentro de la Universidad.
Como ocurre en estos casos, las versiones que circulan en las redes
sociales sufren el sesgo de la propaganda política de ambos lados, por
lo que me situaré en el peor de los escenarios posibles: Karla
pertenece Somos +, ella y su familia son contrarias al socialismo, son
opositores abiertos al gobierno y al Estado cubanos y reciben
financiamiento de potencias extranjeras para su activismo.
¿Son estas razones válidas para expulsar a la estudiante Karla de la
UCLV? Mi respuesta es no, por ser una violación del derecho la
educación, consagrada en nuestra Constitución en relación a la
igualdad como sigue:
artículo 43o.- El Estado consagra el derecho conquistado por la
Revolución de que los ciudadanos, sin distinción de raza, color de la
piel, sexo, creencias religiosas, origen nacional y cualquier otra
lesiva a la dignidad humana:
• tienen acceso, según méritos y capacidades, a todos los cargos y
empleos del Estado, de la Administración Pública y de la producción y
prestación de servicios;
• ascienden a todas las jerarquías de las Fuerzas Armadas
Revolucionarias y de la seguridad y orden interior, según méritos y
capacidades;
• perciben salario igual por trabajo igual;
• disfrutan de la enseñanza en todas las instituciones docentes del
país, desde la escuela primaria hasta las universidades, que son las
mismas para todos;
• reciben asistencia en todas las instituciones de salud;
• se domicilian en cualquier sector, zona o barrio de las ciudades y
se alojan en cualquier hotel;
• son atendidos en todos los restaurantes y demás establecimientos de
servicio público;
• usan, sin separaciones, los transportes marítimos, ferroviarios,
aéreos y automotores;
• disfrutan de los mismos balnearios, playas, parques, círculos
sociales y demás centros de cultura, deportes, recreación y descanso.
Aunque este artículo contiene ambigüedades y en varias ocasiones ha
sido infelizmente violado por normativas coyunturales, resulta arbitrario expulsar una estudiante por sus ideas políticas.
El trato selectivo que se le aplica a la negación de su derecho
legítimo de continuar sus estudios superiores es también una violación
de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y del Pacto
Internacional de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales, derechos de segunda generación que nuestro país se honra de cumplir en
letra y espíritu.
Resulta interesante que los argumentos utilizados en la mencionada
declaración se basan en las Palabras a los Intelectuales de FidelCastro cuando dijo:
"…dentro de la Revolución, todo; contra la Revolución, nada. Contra
la Revolución nada, porque la Revolución tiene también sus derechos; y
el primer derecho de la Revolución es el derecho a existir. Y frente
al derecho de la Revolución de ser y de existir, nadie."
De sobra sabemos cómo se utilizó el «adentro» y el «contra» que Fidel
enarbolara en la compleja coyuntura política de 1961. Aunque sigue
pendiente un debate serio sobre las políticas implementadas
posteriormente, en el ámbito cultural se invalidó la obra creadora de numerosos artistas, se perdieron muchos otros que estaban dispuestos a
integrarse a la creación revolucionaria y democrática. Desde un
nacionalismo excluyente y stalino-machista se ningunearon a creadores
homosexuales. El costo político para la Revolución aún lo estamos pagando.
Por esos mismos años, en el ámbito educativo se implementó una reforma
universitaria, que aunque imbuida de un enfoque positivista y
paternalista, condujo a la garantía de la educación como derecho
humano.
Pero la contradicción sobrevino cuando por similares motivos se
enarboló que la universidad era para los revolucionarios. La condición
revolucionaria se impuso mediante estrechos marcos excluyentes,
dogmáticos y homogeneizantes del pensamiento. El hervidero de ideas
que debe ser la universidad dejo ser dialógico y edificante, la FEU
perdió paulatinamente su autonomía y mucho del espíritu de Julio
Antonio Mella.
Volviendo al caso de Karla, se evoca por la FEU el principio martiano "con todos y para el bien de todos", rector de la República soñada,
pero en nombre de una supuesta unidad Karla no es parte de ese todo.
Si la unidad niega la diversidad de ideas, no es unidad sino exclusión opresiva y hegemónica. El propio apóstol en su tiempo tuvo que
confluir con las ideas autonomistas y el legado de las ideas de
antiesclavistas e independentistas que también fueron racistas.
Al mismo tiempo no es ética la exclusión ni la violencia simbólica desde el atrincheramiento y la parcelación. Preocupa que la estrategia
de lucha de la FEU no incluya el diálogo, la confrontación de ideas,
el ejercicio del pensamiento crítico. De esa manera Karla tendría que
(de)mostrar la validez ética y moral de sus ideas políticas. ¿Tendrá
Karla esos fundamentos?
Las purgas han demostrado ser inútiles y contraproducentes y resulta
más pernicioso y contrarrevolucionario la convivencia con la apatía,
la inercia, la simulación, con el creciente neoanexionismo y los
antivalores neoliberales.
La FEU debiera articular más su trabajo ante tamaños desafíos. La
juventud es la base para la construcción de una República incluyente,
es fuente de cambio, de avance, con todos y para el bien de todos,
pero como lo quiso José Martí. [Santos Suárez, 17 de abril de 2017]