Estuve tentado a escribir una entrada antes de concluir el año, que pretendía hacer un análisis balanceado sobre los derechos de las personas con sexualidades no heteronormativas en Cuba.
Por adversas circunstancias profesionales no estaba de humor para hacerlo, además del desbalance evidente con que se mueve este tema en nuestro país, propiciado por un marasmo en el marco de las políticas y por el postergado debate participativo en la sociedad cubana.
Al mismo tiempo noté como el 2015 cerró con cuatro legislaturas de la Asamblea Nacional de Poder Popular en las que no se aprueba ninguna Ley sustantiva y las cuestiones de la economía nacional siguen acaparando «los debates» de las diputadas y diputados. La Comisión de Asuntos Constitucionales y Jurídicos trató muchos temas, pero no se debaten —al menos en público— sobre como perfeccionar nuestra democracia a todos los niveles.
Me preocupa en lo particular por qué nuestros legisladores no ejercen su función de hacer propuestas legislativas y que el protagonismo siga siendo ejercido por los funcionarios de nuestros ministerios, estrechamente monitoreados por el Partido.
Los cambios que se requieren para promover políticas que se ajusten a las apremiantes y crecientes necesidades de nuestra población también deben operar en el marco legislativo.
¿Por qué no se hace público — de acuerdo a los derechos del soberano, es decir los electores— el programa o plan legislativo?, ¿hasta cuándo vamos a seguir presenciado debates interminables llenos de lugares comunes y que no conllevan a acciones específicas?, ¿por qué nuestros diputadas y diputados, tan diversos y representativos de la sociedad cubana, no tienen la preparación profesional para legislar?
En una de las sesiones de la Comisión de asuntos de la mujer y la juventud, transmitidas edición mediante por la televisión nacional, se trató el tema de la violencia de género. En el soso intercambio se mencionó por fin la palabra género, pero no se pronunció en ningún momento machismo o patriarcado, este último una ideología tan consustancial y naturalizada por el imaginario de hombres y mujeres.
Digo todo esto porque en términos de derechos de las personas con sexualidades no heteronormativas cualquier iniciativa o demanda institucional o de la sociedad civil colisiona con estos problemas.
En Cienfuegos las Redes Sociales Comunitarias por los Derechos Sexuales acaban de publicar una carta abierta al Parlamento cubano, que según se ha dicho, será canalizada a través del Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX). En ella se reunieron más de 300 firmas por el reconocimiento del matrimonio igualitario.
Tengo un flash back recurrente cuando leo esas iniciativas y sé muy bien sobre sus frustres impactos. Pero eso no significa que no sigamos demandando desde el activismo social lo que nos corresponde como ciudadanos que seguimos viviendo en esta isla.
Me sumo con mi firma, siempre y cuando se genere un debate con propuestas de cambios tangibles en la institución del matrimonio, de la estructura de las familias nucleares, del poder del patriarcado en todos los órdenes de la vida familiar. También demando la inclusión de la facilitación de la adopción para toda la ciudadanía interesada en ejercerla, en términos legales no burgueses.
Abogar por el matrimonio tal y como se define en la actualidad es como mínimo un gesto reaccionario. Por eso debe extenderse la discusión a otros elementos relacionados con el ámbito familiar, como son la violencia de género (tanto real como simbólica), los derechos reproductivos de las mujeres lesbianas, de las personas transgénero y de los hombres, entre otros.
Nuestro presidente ha llamado reiteradamente a actuar contra toda acción de derrotismo. Tomemos entonces acciones concretas dentro del marco de la legalidad para impulsar nuestros derechos para este año. De pronto logramos que algunos de los vicepresidentes —también diputados con larga experiencia—, que aparecen en televisión reunidos con los ciudadanos en importantes centros económicos, también lo hagan con los grupos sociales más desfavorecidos y escuchen de primera mano sus demandas. [Centro Habana, 12 de enero de 2016]