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12/20/2018

Código de Familia: entre el referéndum y la consulta


En todo intercambio de ideas se recogen buenos frutos. La retirada del artículo 68 (A68) y la inclusión del A82 han motivado diferencias de criterios. Dejando fuera las pasiones, los intereses políticos mezquinos y las descalificaciones sietemesinas, existe una preocupación compartida en relación a la realización de consulta popular y referéndum del anteproyecto de Ley Código de Familia.
Las dudas e inquietudes salen a relucir ante la imposibilidad de que el matrimonio igualitario sea incluido en el Código de Familia, teniendo en cuenta el pensamiento discriminatorio, homofóbico y conservador de nuestro pueblo y la pobre cultura jurídica y de derechos humanos después de 60 años de Revolución.
A ello se suma el preocupante avance de las ideologías fundamentalistas promulgadas por las denominaciones evangélicas, a quienes nuestro Estado/Partido les ha lanzado un trozo de carne con la eliminación del A68. Así se busca acallar sus ladridos durante el Referéndum Constitucional. Por eso no veo esta movida como un triunfo de las Iglesias y reitero que la eliminación del artículo no cierra la posibilidad de la aprobación del matrimonio igualitario.
El Código de Familia vigente desde 1976, después de un proceso de consulta popular durante 1975, fue votado por Referéndum, según me han hecho saber las y los expertos que hace más de veinte años han trabajado en su actualización sin éxito alguno. En aquella época fue un Código muy avanzado por sus fundamentos axiológicos y jurídicos en relación al Derecho de Familia. Su promulgación siguió a la Constitución de la República de 1976.
Este proceso se pretende repetir en la actualidad, tal cual establece la Ley. Sin embargo, no tengo información de que sea obligatorio someter al Anteproyecto de Ley Código de Familia a Referéndum.
El anteproyecto Ley Código de Trabajo fue sometido a una amplia consulta popular, pero fue aprobado por la Asamblea Nacional del Poder Popular (Parlamento), incorporando muchos de los cambios propuestos por la ciudadanía, ¿por qué tendría que ser diferente con el anteproyecto de Ley Código de Familia?
Si el Anteproyecto de Ley Código de Familia se aprueba bajo Referéndum no será posible aprobar el matrimonio igualitario, lo cual sería anticonstitucional por ser una flagrante violación del artículo de igualdad y no discriminación y nuestro Estado/Partido fallaría en el cumplimiento de sus obligaciones como garante de derechos y de protección de grupos en desventaja social.
Por lo tanto, la realización de la consulta popular sería la forma participativa ideal para enriquecer el futuro Anteproyecto Código de Familia, pero manteniendo su aprobación por las y los legisladores, de manera que se garanticen los derechos de los grupos humanos vulnerables y en desventaja social, donde se incluyen las personas que no se ajustan a la norma opresiva heterosexual. [Santos Suárez, 20 de diciembre de 2018]

10/01/2018

Matrimonio igualitario, Iglesias y asociaciones perversas


El poder heterosexual está en proceso de duelo. La definición del matrimonio se ha convertido en uno de los artículos “más polémicos” durante la consulta popular sobre el Proyecto de Constitución.
Resulta cuando menos una hipocresía tremenda que la desvencijada institución del matrimonio esté en crisis por los propios heterosexuales que ostentan el privilegio de ejercitar el derecho a oficializar sus uniones y al mismo tiempo sean tan intensos en negarlo a las personas no heterosexuales.
El duelo está en perder un privilegio, anquilosado a la moral judeocristiana y burguesa, muy a pesar de que los divorcios y las desintegraciones familiares estén a la orden del día, en franca demostración de que ese modelo hace aguas por todas partes.
Muchas personas de bien dicen que detenerse “en esa tontería del matrimonio igualitario” es una cortina de humo frente otros aspectos más importantes. Otros lo entienden como un derecho humano. Yo me sumo al último grupo y considero que como derecho humano no es ni superior ni inferior a otros derechos contemplados en el proyecto que discutimos. Simplemente el Estado tiene la obligación moral y política de garantizarlo para todas las personas aunque de la consulta popular emanen criterios en contra.
Los derechos humanos no se plebiscitan, se garantizan; sobre todo cuando existen grupos humanos minoritarios que están en desventaja social y tienen pobre representación en las decisiones políticas.
El Estado, desde su laicidad, debe garantizar ese derecho, aún contra las posturas de las iglesias. En este aspecto resulta muy peligrosa la asonada fundamentalista religiosa que se ha evidenciado durante la consulta.
El Estado/Partido se ha mostrado sospechosamente permisivo con un proselitismo sin precedentes que ha desbordado los espacios eclesiales. Las iglesias protestantes han venido con todo: uso de formatos atractivos y en diferentes plataformas, impresión de gigantografías, más la participación coordinada en los espacios de discusión donde han usado un discurso que apela a valores universales.
Con semejante ejemplo, el Estado/Partido debiera tomar nota de cómo se hace trabajo ideológico de calidad y sobre los peligros que implican la Iglesias para el manejo de la cosa pública.
Da la impresión de que desde el interior del Partido, o mejor, desde arriba, es música para el oído lo que les iglesias plantean sobre el artículo 68. Sabemos de sobra que este largo proceso de reconocimiento de una política no discriminatoria a las personas con sexualidades y géneros no heteronormativos se ha adoptado gracias a la intervención de Raúl Castro y de un pequeño grupo de decisores y asesores que comprenden las esencias y consecuencias políticas que representan no atacar las discriminaciones por todos los flancos.
El actual presidente Diaz- Canel ha mostrado una actitud congruente y fundamentada en los principios de derechos humanos, que da continuidad a los esfuerzos personales de Raúl en relación a implementar políticas no discriminatorias.
Otros militantes se manifestaron rabiosamente en contra cuando se discutió la inclusión de la orientación sexual y la identidad de género como causales de discriminación en los Objetivos de Trabajo del Partido Comunista en 2011. Ese fue uno de los temas “más debatidos y cuestionados” entonces.
Me parece perverso que en la TV nacional sea recurrente, después de una cuidada edición, las opiniones adversas al artículo 68. Las iglesias deben sentir orgullo con tener semejantes aliados.
Imaginemos que las iglesias hubiesen distribuidos pasquines contrarios a la “moral socialista”, o con contenido racista o cuestionadores de las políticas del Estado. El Estado/Partido sabría en detalle quiénes, dónde y cómo generaron la supuesta propaganda y los límites se hubiesen impuesto.
Este post no pretende estimular la censura a las iglesias, ni mucho menos  a ningún ciudadano, más bien intenta llamar la atención sobre los límites y las responsabilidades de las iglesias como instituciones y sobre el alto costo político que tendrá si se niega algún derecho a cualquier persona por principios religiosos fundamentalistas.
También hago notar la profunda orfandad del movimiento LGBTI cubano, que repito: ni es movimiento ni es comunidad. La pobre articulación política ante el Estado/Partido cubanos y la ausencia de liderazgos horizontales de las y los activistas LGBTIQ favorecen estos lamentables hechos [Santos Suárez, 1 de octubre de 2018].


5/09/2018

Acoso escolar por orientación sexual e identidad de género

El pensamiento feminista nos ha dicho hace mucho tiempo que lo personal es político.  Por eso, al ser yo un sobreviviente del acoso escolar homofóbico, para mí tiene un significado especial participar en un evento de este nivel. Aunque por esa y otras razones también he sentido el peso del acoso en momentos posteriores de mi vida, las vivencias de mi infancia y la adolescencia me dieron herramientas para expresar plenamente mi sexualidad y luchar por la libertad sexual de las personas.

Sobrepasado este preámbulo quisiera agradecer a la Dra.C. Yoanka Rodney la posibilidad de participar en un panel que trate el tema del acoso escolar y al mismo tiempo pedir disculpas por la referencia de carácter personal que encabeza mi ponencia.

El acoso escolar por orientación sexual e identidad de género es un fenómeno multidimensional que debe ser visto de forma holística y transdisciplinaria.

En esta ocasión me referiré primeramente a algunas dimensiones teóricas en relación al género desde una perspectiva de derechos humanos, que matizados críticamente con elementos bioéticos, guardan relación con el acoso escolar.

El uso del enfoque bioético y derechos humanos obliga, en un segundo momento de mi intervención, a pasar de la reflexión crítica al esbozo de elementos biopolíticos de intervención en las políticas públicas.

La homofobia y sus variantes específicas son una de las formas en que se expresa el acoso escolar. El rechazo, la exclusión, la humillación y las agresiones físicas reiteradas hacia las y los escolares que muestren expresiones de género diferentes al sexo asignado o  hacia la demostración de elementos identitarios homosexuales o bisexuale, son las formas en que se manifiesta el acoso escolar por estos motivos.

Aunque pueden combinarse con otros estigmas (color de la piel, origen geográfico, creencias religiosas, rasgos morfológicos) en el acoso homofóbico y transfóbico  quien acosa y su víctima tienen una relación basada en asimetrías de poder, que en el caso de la sexualidad y el género se asientan sobre una matriz heterosexual dominante, legitimada por la cultura, la moral y las instituciones.

En dicha relación las y los acosadores devienen en policías del género, representantes del poder heteronormativo que la víctima termina aceptando. A decir de Bourdieu[1], dicha relación se articula desde una relación de violencia simbólica donde la opresión es concebida como natural e inevitable, pero en muchas ocasiones evoluciona hacia una escalada de hechos discriminatorios y vejatorios capaces de aniquilar a la víctima.

Dicho poder heteronormativo descansa en las bases ideológicas de la dominación masculina, que también es ejercida por las niñas y las adolescentes cisgénero. Sus bases se ubican en un sistema sexo-género-deseo lineal, esencialista y binario, que toma como punto de partida a las características biológicas que definen la categoría sexo y desde el guión cultural del género se le atribuyen significados subjetivos, sociales y políticos estratificados en poder.

Así se configuran los mandatos culturales que persiguen fines reproductivos en relación al deseo erótico heterosexual. Todas las variantes que ponen en tela de juicio dicho sistema heteronormativo conllevan a descalificar a las y los infantes que expresen un género diferente al asignado o que con el advenimiento de la pubertad comiencen a mostrar inclinación hacia personas de su mismo género. El acoso escolar se convierte así en una operación perversa y violenta que pretende aniquilar a los raritos, a los indeseables por la cultura o por los valores morales que nuestra sociedad jerarquiza en una escala axiológica de higiene social.

Resulta notable que desde las edades preescolares y hasta el comienzo de la adolescencia el acoso se expresa como trasgresiones de género. La condena a los infantes «afeminados» o hacia aquellos que se identifican con roles o expresiones de género transgenéricos comienza desde los espacios familiares y comunitarios para canalizarse en las escuelas.

Cuando las expresiones de género trans son profundas y sostenidas (niñas y niños trans) las relaciones interpersonales con sus pariguales producen síntomas disfóricos que tienen un profundo impacto deletéreo en su desarrollo psicosexual. En nuestro país esta es una realidad silenciada y desatendida, salvo algunos servicios aislados de la salud mental.

Según algunas series internacionales publicadas, la mayoría de estos individuos no llegan a ser personas transexuales en el futuro, sin embargo, no se ha valorado el impacto psíquico que dichas hechos provocan[2].

El análisis de la categoría sexo es aún más complejo y silenciado en el contexto del acoso escolar. Se conoce que no es una categoría naturalmente estable y que pueden observarse variabilidad en sus expresiones que no son patológicas. Los infantes intersexo, al no tener una genitalidad inteligible, son víctimas de un pacto de silencio impuesto por sus progenitores y los profesionales de la salud. Durante la edad escolar y la adolescencia se les somete a cirugías de corrección genital sin que se tengan la capacidad de consentir sobre las intervenciones sobre sus cuerpos. Dicha violación del principio bioético de autonomía se agrava con los potenciales ataques de otros educandos cuando el sexo asignado a los individuos con ambigüedad genital no coincide con la identidad de género sentida por el infante.

Otros aspectos importantes en la dimensión intersubjetiva del bullying homofóbico y transfóbico son las percepciones y valores morales de las y los educadores en relación a la heteronormatividad.

La deficiente formación con enfoque de género del profesorado contribuye a empeorar el acoso escolar, que además de no reconocer a los grupos de educandos vulnerables, no cuentan con herramientas para la prevención y protección de las víctimas. De hecho, si las concepciones de género de las y los educadores son binarias, reproductivas y heteronormativas se corre el riesgo de legitimar el bullying por orientación sexual e identidad de género. 

A este panorama se asocia la dimensión institucional de la homofobia que parte de la ausencia de políticas de Estado que reconozcan la diversidad de expresiones de género y de construcciones del deseo erótico, el enfoque positivista, paternalista, verticalista y esencialista de los modelos pedagógicos, el no respeto de la autonomía de las y los infantes como legítimos sujetos de derecho y la no promoción del desarrollo del pensamiento crítico y de la participación de acuerdo a cada momento del desarrollo vital.

Tampoco se promueve efectivamente una educación en valores que con su componente bioético interrelacionaría los principios de pluralidad, responsabilidad, respeto de los grupos vulnerables, equidad y no estigmatización y no discriminación.

Resulta notable que el Programa Nacional de Educación Sexual, redactado desde 1972, no haya sido implementado de forma transversal en el Sistema Educativo y que en fecha tan reciente como 2011 se cuente con la Resolución Ministerial 139 «Programa de Educación de la Sexualidad con Enfoque de Género y de Derechos Sexuales en el Sistema Nacional de Educación»[3]. Dicho documento normativo es amplio y ambicioso en su alcance, pero en nada se refiere al acoso escolar, su tipificación, prevención y abordaje.

Aunque se evidencian cambios favorables en relación a la homofobia y la transfobia escolar, el escenario actual en que el Sistema Educativo ejerce sus funciones es complejo puesto que según López Bombino  en relación a los valores, a nivel global se evidencia una crisis del sentido, de las expectativas y de los proyectos de vida, una incongruencia entre el discurso verbal y el comportamiento moral efectivo, un crecimiento de la apatía, de la desconfianza y del afán de lucro, un crecimiento vertiginoso de la marginalidad conductual, falta de comunicación familiar y de modelos y ejemplos y una imposición de gustos estéticos mercantiles[4]. Dicho panorama global de crisis de valores Lipovetsky [5] lo definió como ética indolora. Nuestro país no está exento de ello.

Sin embargo, la educación en Cuba cuenta con suficiente capital humano y experiencia para retomar los valores morales que permitan una formación integral de ciudadanos libres de estigma y discriminaciones. Se requiere descolonizar el pensamiento y tomar referentes de la educación popular y del legado axiológico de Martí, Luz, Varela y Freyre.

La escuela podrá ser un espacio seguro si se desaprende a discriminar y si las relaciones entre educandos se basan en la empatía y el respeto a la dignidad humana. Uno de los retos es que su alcance llegue a la comunidad y se integre a acciones de participación real de acuerdo a las necesidades concretas de esta última.

A la vez, mientras no se produzcan cambios positivos en el imaginario colectivo en relación a las discriminaciones deben establecerse políticas de protección a los grupos vulnerables al acoso escolar en todas sus manifestaciones.

La enseñanza debe apropiarse de un enfoque de género no binario y de derechos humanos,  tanto a nivel de la formación del profesorado como de las y los educandos. También deben desarrollarse las habilidades y competencias que permitan tener un enfoque crítico a los esencialismos sexuales y de género, aún y cuando la cultura dominante y la familia no coincidan totalmente con sus postulados. Desde el punto de vista ético son los mínimos para la construcción de una moral civil y de los máximos en relación a la felicidad y la realización individual de cada persona[6] en cuanto a su orientación erótica del deseo y su identidad de género.

La educación en la sexualidad es un derecho humano que debe ser respetado, enmarcado en el derecho a la educación, contenida en la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño y en las normativas y leyes cubanas vigentes. También se aplican la necesidad de garantizar otros derechos relacionados: derecho de los niños a expresar su opinión y a ser escuchados, derecho al cuidado y la protección y el derecho a la protección contra toda forma de discriminación.


[1] Bourdieu, P., & Jordá, J. (2000). La dominación masculina. Barcelona: Anagrama. 
[2] Ehrensaft, D. (2011). Gender Made, Gender Born:  Raising Healthy gender-nonconforming children. New York: The Experiment y Cohen-Kettenis, P. T., Owen, A., Kaijser, V. G., Bradley, S. J., & Zucker, K. J. (2003). Demographic characteristics, social competence, and behavior problems in children with gender identity disorder: A cross-national, cross-clinic comparative analysis. Journal of Abnormal Child Psychology, 31(1), 41-53.
[3] MINED (2012). Programa de educación de la sexualidad con enfoque de género y derechos sexuales en el sistema nacional de educación. Resolución Ministerial 139/2011, La Habana.
[4] López Bombino, L. (2012). Entre la ética de la ciencia y la bioética: problemas y debates actuales. Félix Varela. La Habana p. 225
[5] Lipovetsky, G., Richard, B., & Moya, A.-P. (2008). La sociedad de la decepción (Vol. 127): Anagrama.
[6] Gracia, D. (1989). Fundamentos de Bioética (pp. 576). Madrid: Eudema (Ediciones de la Universidad Complutense).

4/17/2017

Revolución no es exclusión

Estoy preocupado pero no sorprendido. La Universidad Central Marta Abreu de las Villas (UCLV) ha expulsado a la estudiante de periodismo Kala María Pérez González.


Mediante una declaración de la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU), se justifica el hecho por la pertenencia de la estudiante a la organización contrarrevolucionaria Somos + y su supuesta actividad política proselitista dentro de la Universidad.


Como ocurre en estos casos, las versiones que circulan en las redes sociales sufren el sesgo de la propaganda política de ambos lados, por lo que me situaré en el peor de los escenarios posibles: Karla
pertenece Somos +, ella y su familia son contrarias al socialismo, son opositores abiertos al gobierno y al Estado cubanos y reciben financiamiento de potencias extranjeras para su activismo.


¿Son estas razones válidas para expulsar a la estudiante Karla de la UCLV? Mi respuesta es no, por ser una violación del derecho la educación, consagrada en nuestra Constitución en relación a la igualdad como sigue:




artículo 43o.- El Estado consagra el derecho conquistado por la Revolución de que los ciudadanos, sin distinción de raza, color de la piel, sexo, creencias religiosas, origen nacional y cualquier otra
lesiva a la dignidad humana:
• tienen acceso, según méritos y capacidades, a todos los cargos y empleos del Estado, de la Administración Pública y de la producción y prestación de servicios;
• ascienden a todas las jerarquías de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y de la seguridad y orden interior, según méritos y capacidades;
• perciben salario igual por trabajo igual;
• disfrutan de la enseñanza en todas las instituciones docentes del país, desde la escuela primaria hasta las universidades, que son las mismas para todos;
• reciben asistencia en todas las instituciones de salud;
• se domicilian en cualquier sector, zona o barrio de las ciudades y se alojan en cualquier hotel;
• son atendidos en todos los restaurantes y demás establecimientos de servicio público;
• usan, sin separaciones, los transportes marítimos, ferroviarios, aéreos y automotores;
• disfrutan de los mismos balnearios, playas, parques, círculos sociales y demás centros de cultura, deportes, recreación y descanso.


Aunque este artículo contiene ambigüedades y en varias ocasiones ha sido infelizmente violado por normativas coyunturales, resulta arbitrario expulsar una estudiante por sus ideas políticas.
El trato selectivo que se le aplica a la negación de su derecho legítimo de continuar sus estudios superiores es también una violación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y del Pacto Internacional de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales, derechos de segunda generación que nuestro país se honra de cumplir en letra y espíritu.


Resulta interesante que los argumentos utilizados en la mencionada declaración se basan en las Palabras a los Intelectuales de FidelCastro cuando dijo:


"…dentro de la Revolución, todo; contra la Revolución, nada. Contra la Revolución nada, porque la Revolución tiene también sus derechos; y el primer derecho de la Revolución es el derecho a existir. Y frente al derecho de la Revolución de ser y de existir, nadie."


De sobra sabemos cómo se utilizó el «adentro» y el «contra» que Fidel enarbolara en la compleja coyuntura política de 1961. Aunque sigue pendiente un debate serio sobre las políticas implementadas posteriormente, en el ámbito cultural se invalidó la obra creadora de numerosos artistas, se perdieron muchos otros que estaban dispuestos a integrarse a la creación revolucionaria y democrática. Desde un nacionalismo excluyente y stalino-machista se ningunearon a creadores
homosexuales. El costo político para la Revolución aún lo estamos pagando.


Por esos mismos años, en el ámbito educativo se implementó una reforma universitaria, que aunque imbuida de un enfoque positivista y paternalista, condujo a la garantía de la educación como derecho
humano.


Pero la contradicción sobrevino cuando por similares motivos se enarboló que la universidad era para los revolucionarios. La condición revolucionaria se impuso mediante estrechos marcos excluyentes,
dogmáticos y homogeneizantes del pensamiento. El hervidero de ideas que debe ser la universidad dejo ser dialógico y edificante, la FEU perdió paulatinamente su autonomía y mucho del espíritu de Julio Antonio Mella.


Volviendo al caso de Karla, se evoca por la FEU el principio martiano "con todos y para el bien de todos", rector de la República soñada, pero en nombre de una supuesta unidad Karla no es parte de ese todo.


Si la unidad niega la diversidad de ideas, no es unidad sino exclusión opresiva y hegemónica. El propio apóstol en su tiempo tuvo que confluir con las ideas autonomistas y el legado de las ideas de
antiesclavistas e independentistas que también fueron racistas.


Al mismo tiempo no es ética la exclusión ni la violencia simbólica desde el atrincheramiento y la parcelación. Preocupa que la estrategia de lucha de la FEU no incluya el diálogo, la confrontación de ideas, el ejercicio del pensamiento crítico. De esa manera Karla tendría que (de)mostrar la validez ética y moral de sus ideas políticas. ¿Tendrá Karla esos fundamentos?


Las purgas han demostrado ser inútiles y contraproducentes y resulta más pernicioso y contrarrevolucionario la convivencia con la apatía, la inercia, la simulación, con el creciente neoanexionismo y los antivalores neoliberales.


La FEU debiera articular más su trabajo ante tamaños desafíos. La juventud es la base para la construcción de una República incluyente, es fuente de cambio, de avance, con todos y para el bien de todos, pero como lo quiso José Martí. [Santos Suárez, 17 de abril de 2017]

2/08/2009

Derechos Homosexuales en Cuba: por el respeto a la dignidad humana

Alberto Roque Guerra
27 de mayo del 2008

El complejo proceso de formación del imaginario homófobo tiene marcados antecedentes religiosos que surgieron en gran parte de los países occidentales por la influencia del credo judeocristiano. De esa manera, con el paso de los siglos, se empoderó férreamente el pensamiento patriarcal, machista y heterosexual en las relaciones entre los seres humanos y se perpetuaron la discriminación y la marginalización de las mujeres y de toda aquella persona que se apartara de esas rígidas normas impuestas por la Iglesia. La Inquisición persiguió y eliminó a todo ser humano que desafiara estas relaciones de poder. Con el debilitamiento de la Iglesia y el aumento del papel gobernante del Estado en las formaciones sociales occidentales, el delito de pederastia se incluyó en los códigos penales de los países europeos y de sus colonias de ultramar.

El término homosexualidad surge en el siglo XIX con los aportes de la Medicina. El sexólogo inglés Havelock Ellis denominó entonces a estas personas como invertidas, designación que se popularizó posteriormente. Sin duda alguna, la Medicina profundizó el estigma contra las personas homosexuales.

A finales del siglo XIX y principios del XX, el sexólogo judío alemán, Magnus Hirschfeld, realizó importantes aportes a la comprensión de la sexualidad humana en sus expresiones más diversas y fue un valiente luchador por los derechos de las personas homosexuales y transgéneros. Lamentablemente, gran parte de su obra se perdió por la persecución nazi durante las primeras décadas del siglo XX.

En los años 60 y 70 del pasado siglo, surge el llamado movimiento de liberación homosexual en los Estados Unidos. En 1973 la Sociedad Americana de Psiquiatría concluía que “La homosexualidad, de por sí, no implica ningún impedimento en el juicio, la estabilidad, la confiabilidad ni las capacidades sociales y vocacionales en general…”. Sin embargo, no fue hasta el 17 de Mayo de 1990, que la Organización Mundial de la Salud eliminó del Manual de Enfermedades Mentales a la Homosexualidad.

Consecuentemente, la homofobia transitó por enfoques religiosos, jurídicos y científicos. Estas influencias fueron determinantes en la formación de la nación cubana y se complementaron con los aportes de los cultos africanos. El triunfo de la Revolución Cubana representó un avance en eliminar la discriminación racial y de género, sin embargo, no fue así con el reconocimiento de las personas homosexuales. De hecho, se cometieron injusticias y arbitrariedades avaladas por criterios médicos, políticos y jurídicos. La ostentación pública de la homosexualidad siguió siendo penada por la Ley hasta la década de 1980.

Los últimos 18 años han sido favorables en la evolución del imaginario social en este sentido, sin embargo, la sociedad cubana actual continúa permeada de ideas y concepciones machistas y patriarcales, a pesar de los esfuerzos realizados por la Revolución por eliminar esta herencia cultural de casi 500 años. La familia, como núcleo fundamental de la sociedad, es el marco fundacional de estas relaciones de poder. Las personas homosexuales nacen y crecen, en la mayoría abrumadora de los casos, en el seno de una familia heteroparental, es decir, son hijos de padres heterosexuales y crecen, por lo tanto, bajo códigos heterosexistas y machistas.

La orientación erótica hacia personas del mismo sexo –homosexualidad- o hacia ambos sexos- bisexualidad- se forma natural en inconscientemente a lo largo de la niñez y se consolida al final de la adolescencia. La dura tarea de ser “macho”, de la cual tampoco escapan los varones heterosexuales, conlleva a una alta carga de responsabilidad para los padres. La simple insinuación o muestra de que la homosexualidad o la bisexualidad será una de las maneras de expresar la sexualidad se convierte en una tragedia para toda la familia. Nadie escapa a ese sufrimiento.

La invisibilidad de las lesbianas, discriminadas doblemente por el hecho de ser mujeres y homosexuales, así como el rechazo abierto a las personas transgéneros –travestis y transexuales- son una realidad en la Cuba de hoy.

La marcada resistencia a comprender esta realidad deriva en la exclusión, la marginación y hasta el maltrato físico de los niños y adolescentes que comienzan a tener inclinaciones homosexuales. Ellos crecen con una marcada culpa ante la ingenuidad para entender el motivo de estas acciones. La familia se fracciona y ha provocado hasta la ocurrencia de suicidio de algunos de sus miembros.

Bajo estas mismas condiciones se esgrimen hoy día todas las razones para impedir que las parejas homosexuales formen una familia -en este caso homoparental-. Pero, ¿cual es el referente de la familia homoparental? Los estudios realizados en otras sociedades de occidente demuestran que las niñas y los niños que crecen bajo la tutela de padres del mismo sexo no presentan una mayor incidencia de trastornos psicológicos ni de problemas con el aprendizaje en comparación con las hijas e hijos de personas heterosexuales. El ejercicio de la maternidad y de la paternidad, además de ser un derecho, no guarda relación alguna con la orientación sexual ni con la identidad de género. La familia homoparental no representa una amenaza a la fecundidad ni a la reproducción humanas. Las personas homosexuales, bisexuales y transgéneros – de ambos sexos- desean ejercer una maternidad y una paternidad responsables y son capaces de transmitir valores morales.

El reconocimiento legal de las parejas homosexuales en nuestro país es también un asunto pendiente. Mientras perdure esta situación, seguirá siendo discriminatoria. Muchas personas de nuestra generación han adoptado el concubinato como forma de unión entre personas de diferentes sexos que es reconocida ante la ley con las mismas prerrogativas que el sacrosanto matrimonio. Las parejas de hecho son, al menos en Cuba, la forma más viable por el momento, de lograr el reconocimiento legal de estas uniones. Esto no representa tampoco una amenaza a la institución del matrimonio. La familia es el objetivo fundamental a sensibilizar sobre los temas de la diversidad sexual. Las instituciones y los actores de la sociedad civil tendremos que continuar desarrollando un intenso trabajo educativo que permita revertir los prejuicios relacionados con la sexualidad.

La educación en asumir una sexualidad sana y responsable debe formar parte de los programas educativos en todos los niveles de enseñanza mediante la implementación del Programa Nacional de Educación Sexual.

Los medios de difusión desempeñan un papel fundamental en la lucha contra la homofobia. La realidad de las personas homosexuales en Cuba aun tiene un pálido reflejo en los medios. El acercamiento a la espiritualidad de las personas homosexuales y transgéneros se realiza desde una perspectiva eminentemente heteroxesista, en la que se silencia a la persona homosexual y se profundizan los estereotipos que se tienen sobre ellos. No se debe pretender saturar respecto a este tema, ni de dar la idea de proselitismo sexual o de “homosexualizar” a la población. Los medios de comunicación deben trazarse estrategias inteligentes y dinámicas que eduquen y sensibilicen a la gente. No se trata de provocar un enfrentamiento entre homosexuales y heterosexuales, sino de promover el diálogo y la comprensión de todas las realidades de la diversidad humana. También deben eliminarse de una vez y por todas a los personajes humorísticos que se burlan del “diferente”. Esto nos llevaría a transmitir mensajes mucho más cercanos al respeto a la dignidad humana.

Resulta llamativo el contenido de un artículo que leí hace unos días, en el marco de la conmemoración de la Jornada Cubana contra la Homofobia, donde el autor -cubano él- evoca en un discurso invertebrado a Dios, la ONU. y a Martí para exponer su posición respecto a estos temas. Evocar a Dios, se explica por sí sólo en el marco de este escrito. Evocar al apóstol me pareció un golpe bajo, sobre todo por descontextualizar el pensamiento de Martí sobre las relaciones amorosas de la época en que le tocó vivir. Citar al Maestro es contradecir su profundo pensamiento emancipador, de igualdad y de apelación a la dignidad humana.

En cuanto al tema de los Derechos Humanos Universales reconocidos por la ONU, es evidente que el autor desconoce todo el movimiento que crece en el mundo por la defensa de los derechos de las personas homosexuales y transgéneros. La Asociación Mundial de Salud Sexual (WAS, por sus siglas en inglés), reconocen la existencia de los Derechos Sexuales y Reproductivos (1). Los especialistas del Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX) y de la Sociedad Cubana Multidisciplinaria para el Estudio de la Sexualidad (SOCUMES) son miembros de la WAS y participaron en la elaboración de esa Declaración. Los gobiernos miembros de las Naciones Unidas aun tienen que sensibilizarse en trazar políticas que reconozcan plenamente estos derechos. En el marco jurídico se redactaron en 2006 los Principios de Yogyakarta (2), en plena concordancia con la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Prestigiosas instituciones científicas del mundo y las organizaciones no gubernamentales trabajan arduamente en buscar un espacio en el marco de las Naciones Unidas que permitan el reconocimiento de los derechos sexuales como derechos humanos universales.

Las cubanas y los cubanos, independientemente de nuestra orientación sexual, tenemos la responsabilidad ética y moral de eliminar cualquier forma de discriminación. Voltear la cara ante estos hechos desde la mayoría –no por ello dominante- es un acto de injusticia.

Notas:

Identidad gay y homofobia

(Palabras en el panel "Masculinidad y homofobia", durante la Primera Jornada Cubana contra la Homofobia, Pabellón Cuba, La Habana, 17 de mayo del 2008)
Resulta un privilegio y al mismo tiempo un reto hablar sobre homosexualidad masculina y homofobia. El privilegio, que tengo el gusto de compartir con ustedes, es precisamente el de contar con un espacio de reflexión y diálogo como este. El reto consiste en abarcar en su totalidad el problema de la homofobia ante las múltiples y diversas expresiones de la sexualidad humana. En consecuencia, intentaré realizar una aproximación a la homofobia basada en mi experiencia, en las ricas influencias de mi entorno social y en las útiles lecciones aprendidas en estos últimos 4 años de continuada colaboración con el Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX).

La familia

La sociedad cubana actual continúa permeada de ideas y concepciones machistas y patriarcales, a pesar de los esfuerzos realizados por la Revolución por eliminar esta herencia cultural de casi 500 años. La familia, como núcleo fundamental de la sociedad, es el marco fundacional de estas relaciones de poder. Las personas homosexuales nacemos y crecemos, en la mayoría abrumadora de los casos, en el seno de una familia heteroparental, es decir, somos hijos de padres heterosexuales y crecemos por lo tanto bajo códigos heterosexistas y machistas.

La orientación erótica hacia personas del mismo sexo o hacia ambos sexos –permítanme hablar a nombre de los bisexuales- se forma paulatinamente a lo largo de la niñez y se consolida al final de la adolescencia. La dura tarea de ser “macho”, de la cual tampoco escapan los varones heterosexuales, conlleva a una alta carga de responsabilidad para los padres. La simple insinuación o muestra de que la homosexualidad o la bisexualidad será una de las maneras de expresar nuestra sexualidad se convierte en una tragedia para toda la familia. Ni ellos ni nosotros estamos ajenos a ese sufrimiento.

No somos homosexuales porque lo hemos elegido, ni es tampoco un comportamiento o una inclinación aprendida. Si todo fuera de esta manera, no fuéramos homosexuales, no existirían estos conflictos, y el CENESEX y el Centro de prevención del Sida probablemente se dedicarían a trabajar en otros temas. La marcada resistencia a comprender esta realidad deriva en la exclusión, la marginación y hasta el maltrato físico de los niños y adolescentes que comienzan a tener inclinaciones homosexuales, quienes crecen con una marcada culpa ante la ingenuidad para entender el motivo de estas acciones. La familia se fracciona y ha provocado la ocurrencia de suicidio de algunos miembros.

Bajo estas mismas condiciones se esgrimen hoy día todas las razones para impedir que las parejas homosexuales formemos una familia -en este caso homoparental-. Pero, ¿cual es el referente de la familia homoparental? Los estudios realizados en otras sociedades de occidente demuestran que las niñas y los niños que crecen bajo la tutela de padres del mismo sexo no presentan una mayor incidencia de trastornos psicológicos ni de problemas con el aprendizaje en comparación con las hijas e hijos de personas heterosexuales. El ejercicio de la paternidad, además de ser un derecho, no guarda relación alguna con la orientación sexual ni con la identidad de género.

El reconocimiento legal de las parejas homosexuales en nuestro país es también un asunto pendiente. Mientras perdure esta situación, seguirá siendo discriminatoria. Muchas personas de nuestra generación han adoptado el concubinato como forma de unión entre personas de diferentes sexos que es reconocida ante la ley con las mismas prerrogativas que el sacrosanto matrimonio. No me atrevo a decir que las personas homosexuales que disfrutamos de nuestras relaciones de pareja estables rechacen del todo la idea del matrimonio. Las parejas de hecho son, al menos en Cuba, la forma más viable por el momento, de lograr el reconocimiento legal de nuestras uniones. De aprobarse la nuevas y revolucionarias modificaciones del Código de Familia, se tendrán que realizar –cuando sea oportuno- los pertinentes cambios a nuestra Constitución. Si me lo permiten, deseo expresar que personalmente no pretendo acatar el modelo tradicional de familia heteroparental, solo quiero compartir mi vida , junto a otro hombre, con igualdad de derechos y en el respeto a cualquier otra forma de conformar familia que sea capaz de educar con valores humanos.

La familia es el objetivo fundamental a sensibilizar referente a los temas de la diversidad sexual. Las instituciones y los actores de la sociedad civil tendrán que continuar desarrollando un intenso trabajo educativo que permita revertir los prejuicios relacionados con la sexualidad. Nosotros, las personas homosexuales, también tenemos un papel crucial en este empeño, en la medida que seamos capaces de educar a todos los miembros de nuestras familias, con paciencia, mediante la persuasión, demostrando que somos seres humanos que no nos avergonzamos de nuestra orientación sexual y que valemos por las personas que somos.

La escuela

La escuela es el espacio canalizador de la homofobia, de hecho, la potencia a niveles insospechados en la medida que el niño “diferente” “no encaja” con el resto de sus compañeros. Estos niños, generalmente catalogados como “pajaritos” o “mariquitas”, por su gestualidad femenina, o por no participar en juegos violentos, son vejados y ridiculizados a la vista indiferente de sus maestros quienes a su vez no cuentan con las herramientas necesarias para tratar estos problemas. La educación en Cuba sigue reproduciendo e inculcando a los educandos profundos preceptos sexistas. Esto se expresa en la división del aula en varones y niñas para determinadas tareas, así como en una marcada definición de juegos apropiados para niñas y para niños.

La adolescencia es un periodo también complejo y extremadamente confuso. El varón adolescente que se sienta atraído por otros varones es también discriminado por su colectivo. En las escuelas donde se sorprenda a dos varones con relaciones afectivo-eróticas se les separa y se les traslada hacia otro centro, mientras que las relaciones entre personas de diferentes sexos son totalmente toleradas por ser consideradas “dentro de la norma”, aun cuando se expresen de forma inadecuada públicamente. Consideramos que la educación en asumir una sexualidad sana y responsable debe formar parte de los programas educativos en todos los niveles de enseñanza mediante la implementación del Programa Nacional de Educación Sexual.

Espacios e interacción macrosocial

Un aspecto casi unánime es el relacionado con los espacios para el esparcimiento y los llamados sitios de encuentro para personas homosexuales. A lo largo de décadas la Ciudad de la Habana ha contado con espacios públicos que abarcan socialmente a grupos de personas que comparten intereses comunes. La ausencia de sitios para el sano esparcimiento es un problema general que afecta a toda la población y en el que la autoridades deben pensar seriamente en la medida que mejoren las condiciones económicas del país. Opino que los espacios deben ser inclusivos y que permitan la coexistencia de personas de diferentes orientaciones sexuales. Debemos ser cuidadosos en que el reclamo de tener sitios de encuentro para personas únicamente homosexuales lleve a la aparición de especies de guetos y logremos con esto un mayor aislamiento social. De esta manera le estaríamos haciendo el juego a la homofobia.

Nos preocupa mucho la existencia de lugares donde la entrada es solo por parejas –hombre y mujer, por supuesto- o donde las administraciones se “reservan el derecho de admisión”. Estas regulaciones son arbitrarias y francamente discriminatorias. Pensemos en la posibilidad de crear sitios como el Mejunje en la ciudad de Santa Clara, donde coexisten en perfecta armonía la cultura, la diversidad humana y el esparcimiento.

Hacemos un llamado también a que se revise la manera en que las fuerzas del orden asedian a las personas homosexuales, únicamente por tener “apariencia gay” o por vestirse “raro”. Nuestro código penal no incluye la homosexualidad como figura delictiva y se hace necesario que todos conozcamos los derechos ciudadanos amparados por la Ley. El CENESEX cuenta con un departamento jurídico que tramita cualquier denuncia de las personas víctimas de esas arbitrariedades. Nuestros agentes del orden tienen que desarrollar su trabajo contra el delito y por mantener la tranquilidad ciudadana. Así mismo, los ciudadanos tenemos la obligación de cumplir lo establecido por la ley, independientemente de nuestra orientación sexual. Se requiere de una mejor educación e instrucción de la Policía en temas relacionados con la diversidad sexual.

Medios de Difusión

Los medios de difusión desempeñan un papel fundamental en la lucha contra la homofobia. Esta Jornada es un buen ejemplo de lo que puede lograrse en este sentido. La realidad de las personas homosexuales en Cuba aun tienen un pálido reflejo en los medios. El acercamiento a nuestra espiritualidad se realiza desde una perspectiva eminentemente heteroxesista, en la que se silencia a la persona homosexual y se profundizan los estereotipos que se tienen sobre nosotros. No se pretende saturar a los televidentes respecto a este tema, ni de dar la idea de proselitismo sexual o de “homosexualizar” a la población. Los medios de comunicación deben trazarse estrategias inteligentes y dinámicas que eduquen y sensibilicen a la gente. También deben evaluarse la eliminación de una vez y por todas de los personajes humorísticos que se burlan del “diferente”. Esto nos llevaría a transmitir mensajes mucho más cercanos al respeto a la dignidad humana.

Homofobia Internalizada

Antes de concluir quisiera a hacer mención a la discriminación entre gays, lesbianas y transgéneros. Resulta lamentable y muy frecuente el uso de frases despectivas en boca de los gays contra las lesbianas y las personas transgéneros. El hecho de ser más visibles en la sociedad obedece al hecho biológico de nacer varones y de reproducir en cierta medida, los estereotipos machistas. Reflexionemos seriamente sobre este tema y busquemos dentro de nosotros cuanto podemos mejorar en este sentido. Sintámonos orgullosos de lo que somos, de nuestra orientación sexual y del ejercicio de una sexualidad digna y plena.

Siempre recuerdo lo que escribiera a comienzos del pasado siglo, Margarite Yourcenar, en su obra “Alexis o el Tratado del Inútil Combate” y que define muy bien la esencia de la homofobia:

(…) No se figuran que los actos que juzgan reprensibles puedan ser al mismo tiempo fáciles y espontáneos, como los son la mayoría de los actos humanos. Echan la culpa a los malos ejemplos, al contagio moral y sólo retroceden ante la dificultad de explicarlos. No saben que la naturaleza es más diversa de lo que suponemos: no quieren saberlo porque les es más fácil indignarse que pensar. (…)

Cambiemos eso mediante el diálogo paciente y seremos todos mejores seres humanos. Muchas gracias.