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5/17/2022

Día Internacional contra la Homofobia: sentimientos encontrados

Llegar vivo al 17 de mayo de 2022 ha tenido el peso de elaborar muchos duelos de pérdidas: por los muertos por la pandemia, por los que ponen las circunstancias naturales, por los que provocan los accidentes, por los que están vivos pero han partido en busca de mejores condiciones de vida y de realización personal, entre otros.

En cuanto a nuestros derechos como personas con sexualidades no heteronormativas, los últimos cuatro años han sido muy favorables en la formulación de políticas de Estado. Sólo falta su implementación, con las contradicciones propias de un proceso complejo, en el que hemos visto cómo se plebiscitan selectivamente algunos derechos y cómo se retrasan la puesta en marcha de otros.

Sin dudas, siendo optimista, me alegra sinceramente un día como hoy que tengamos una Constitución, un Proyecto de Ley Código de Familias y un Código Penal que incluyan la protección y reconocimiento de muchos de nuestros derechos. 

Sin embargo, siendo radicalmente revolucionario, un día como hoy no sólo proceso los duelos que mencioné al comienzo de esta publicación. Aquí me apropio del duelo, como lo define Judith Butler en su dimensión transformadora y política. En esta línea de pensamiento un día como hoy lamento:

• La precariedad social de las personas trans en Cuba y los desafíos que enfrentan en el disfrute de otros derechos sociales, civiles, económicos y políticos.
• Las violencias sexuales y de género hacia las mujeres cis y trans, sobre todo aquellas que han perdido la vida, y la ausencia de una política real (no sólo en la letra) e integral para enfrentar la violencia.
• El no disfrute de los derechos reproductivos de las mujeres lesbianas y de las personas trans.
• El avance de los conservadurismos y reaccionarismos religiosos y seculares.
• La ausencia de una Ley de Identidad de Género que pavimente el camino hacia la modificación del Código Civil.
• La instrumentación ideológica de la articulación de los movimientos por los derechos sexuales que lastran una agenda consensuada.
• La vulgarización neoliberal de las estrategias de visibilidad pública de las personas LGBTIQ, con pactos y guiños mercantiles desde las propias instituciones. En otras palabras: la conga contra la homofobia institucional (suspendida por segunda vez) no es marcha política, es una performance festiva; mientras las marchas no institucionales que comienzan siendo espontáneas y multitudinarias, terminan con la provocación de sujetos cuya abyecta agenda no tiene compromiso alguno con el activismo social por nuestros derechos.
• La situación de vulnerabilidad de las personas LGBTQ privadas de libertad, sobre todo la población trans y las personas seropositivas al VIH.
• La no implementación del Programa Integral de Educación y Salud Sexual, la ausencia de programas y espacios seguros para las personas LGBTIQ que pueden sufrir acoso escolar.
• Las personas LGBTIQ en las que la homofobia familiar, social, laboral e institucional favorecen a un diagnóstico tardío del VIH y el Sida, situación vivenciada en mi práctica profesional.
Un día como hoy celebro que hayamos logrado mucho viviendo en Cuba, desde nuestro proyecto mayoritario de construcción de esta Nación, pero lo que seguimos perdiendo y lo que falta por lograr, me impulsa a creer en la transformación permanente, con optimismo, pero sin triunfalismos vacíos de contenido político.

Santos Suárez, 17 de mayo de 2022, Día Internacional contra la Homofobia y la Transfobia

http://aroqueg.blogspot.com

10/23/2020

Progresismos papales y matrimonio igualitario en Cuba

Publicado en: Blog Matria, El Toque

El papa Francisco ha abierto una pequeña brecha en la infranqueable doctrina cristiana: es el primer sumo pontífice que reconoce a las personas homosexuales como parte de una familia y condena alto y claro la homofobia familiar.

Las posiciones progresistas del Bergoglio no son nuevas. Se reconocen sus intentos de tratar la homosexualidad durante el Sínodo Extraordinario de los Obispos sobre Familia en 2014-2015. Aunque Su Santidad encargó al cardenal Baldisseri, junto a otros purpurados liberales, incluir esta discusión, el ala conservadora del Vaticano mostró una marcada resistencia al asunto. Sin embargo, en el texto final del Sínodo se reconoce que la dignidad de las personas homosexuales debe ser respetada en el seno de sus familias.

A contrapelo de la rigidez conservadora y el ocultamiento que la homosexualidad tiene en el seno de la Iglesia Católica, Francisco ha mostrado audacia al negarse a juzgar a las personas homosexuales. La necesidad de una Ley de convivencia civil, sin hacer mención al matrimonio igualitario, también es, en parte, un paso de avance que pudiera representar un alivio ante la flagrante violación global de los derechos humanos de las personas con sexualidades y géneros no heteronormativos. La gran influencia de la Iglesia Católica a nivel mundial pudiera también favorecer un cambio favorable en los 68 países que penalizan las relaciones consensuadas entre personas del mismo género.
Sin embargo, cuando el papa se refiere a una Ley de convivencia civil, propone un desplazamiento que deja intacta la institución del sacrosanto matrimonio. Cuando el actual pontífice fue cardenal y arzobispo de Buenos Aires, optó por proponer la unión civil para homosexuales ante el embate imparable de los grupos LGBTIQ y sus aliados políticos a favor del matrimonio igualitario en Argentina. Su posición actual no colisiona con lo planteado en las conclusiones del Sínodo de los Obispos sobre la familia con relación al matrimonio: “no existe ningún fundamento para asimilar o establecer analogías, ni siquiera remotas, entre las uniones homosexuales y el designio de Dios sobre el matrimonio y la familia”.

¿Por qué la reciente declaración del papa aviva las preocupaciones sobre la aprobación del matrimonio igualitario en Cuba?

La Constitución de la República de Cuba establece el reconocimiento del matrimonio y otras uniones sin especificar género o números de cónyuges, despoja al matrimonio de sus fines reproductivos, junto a los artículos que prohíben la discriminación por orientación sexual o identidad de género.

En la Ley civil cubana se amparan tanto la figura jurídica del matrimonio como las uniones de hecho para las personas heterosexuales con similares derechos y obligaciones. Dicho privilegio heterosexista no tiene significado religioso desde el punto de vista jurídico en nuestro país, como no tiene ningún valor legal el matrimonio formalizado bajo los sacramentos de las Iglesias.

Las declaraciones del sumo pontífice, que sugieren el reconocimiento de uniones civiles entre personas del mismo sexo como otra institución diferente al matrimonio, también han sido esbozadas por algunos decisores políticos durante los decenios que anteceden al Anteproyecto de Código de las Familias en Cuba. En la actualidad algunos líderes evangélicos se han expresado en esta misma vertiente para evitar el choque con sus fundamentos sacros del matrimonio.

Dichos postulados presuponen una política francamente discriminatoria si las personas del mismo género no pueden acceder al disfrute de los derechos que ofrecen tanto el matrimonio como la unión civil. Ello incluye el derecho a la adopción, asunto que genera intensas resistencias en los ámbitos religiosos y seculares por el imaginario homofóbico que pervive en Cuba, tanto a nivel social como estructural.

El escenario actual tiene el antecedente de que el debate constitucional estuvo permeado por posiciones neoconservadoras cristianas que se opusieron y presionaron al Estado/Partido. Las denominaciones religiosas evangélicas fueron las más incisivas, con gran movilización de recursos humanos y materiales en sus acciones pastorales contra el artículo 68 del anteproyecto de Constitución, que abría la posibilidad del matrimonio igualitario. El contradiscurso de dichas denominaciones se basó fundamentalmente en una narrativa legitimadora del “diseño original de la familia”. El asunto se tornó más complejo cuando se propuso por la Comisión Constituyente someter a referendo el futuro Código de las Familias. Numerosos activistas e intelectuales expresamos nuestra oposición a que se plebisciten derechos humanos.

Las actuales declaraciones del máximo líder de la Iglesia Católica son preocupantes ante la posibilidad de que se reconozca una figura jurídica paralela al matrimonio, con el consiguiente menoscabo de los derechos de parentesco de las personas con sexualidades y géneros no heteronormativos. Aunque se desconoce el contenido del Anteproyecto del Código de las Familias, se disparan las alarmas de que el Estado/Partido conceda una gratificación a las Iglesias cristianas, sobre todo, a la católica, con quien mantiene excelentes relaciones bilaterales.

Adicionalmente, el Estado/Partido enfrenta serios dilemas políticos entre el respeto a la libertad religiosa y de los fundamentos de su laicidad. La creación de la Alianza de Iglesias Evangélicas de Cuba y el uso de algunos grupos evangélicos en acciones de subversión del orden constitucional y de Gobierno cubanos constituyen una amenaza nada despreciable para la adopción de políticas garantes de derechos de las personas LGBTIQ.

Más allá del entusiasmo generado por las declaraciones del sumo pontífice, debemos prestar atención a que no se percibe necesariamente un cambio doctrinal en el seno de la Iglesia Católica y que los grupos neoconsevadores, dentro y fuera de las iglesias, tendrán una alineada posición antiderechos LGBTIQ.

El éxito relativo de las denominaciones cristianas en implantar un discurso que avala la existencia de una supuesta ideología de género, basada en estereotipos patriarcales y discriminatorios, el pobre alcance de las políticas de educación en la sexualidad, la debilidad en la construcción de alianzas entre actores de la sociedad civil que aboga por el respeto de estos derechos, son desafíos importantes.

El reconocimiento de los derechos de las personas trans, de las políticas específicas sobre los derechos reproductivos de las mujeres lesbianas y bisexuales, el derecho a la adopción y la configuración de familias homoparentales y homomaternales serán objeto de una agresiva oposición de dichos grupos religiosos. El asunto de cómo se reconocen —o se deshacen— los parentescos no heterosexuales tiene un valor real y simbólico que impacta en el resto de los derechos, pues son interdependientes e inalienables.

Si el Estado/Partido adopta la estrategia de no respetar todos los derechos para todas las personas incurriría en una violación de los artículos constitucionales de igualdad y no discriminación, del respeto a la dignidad humana y de la separación entre Iglesias y Estado. Esperemos que prime la congruencia entre la voluntad y la política real. El matrimonio es para el Estado Cubano una institución civil, y será igualitario o no será.

12/21/2018

Carta abierta al Diputado Raúl Alejandro Palmero Fernández


La Habana, 21 de diciembre de 2018

Raúl Alejandro Palmero Fernández
Diputado de la Asamblea Nacional de Poder Popular
Presidente de la Federación Estudiantil Universitaria

Le escribo tomando en consideración su condición de joven revolucionario, con la doble responsabilidad de representar al estudiantado universitario y al pueblo cubano y como ejercicio de soberanía ciudadana de dirigirme a sus servidores públicos en el proceso de construcción de una República próspera y democrática.
En su intervención durante el debate en comisiones del Parlamento sobre la pertinencia de someter a referendo popular el Código de Familia en el plazo de dos años posteriores a la refrendación de la Constitución, usted ha dicho que “va a ser el pueblo en última instancia quien tome la decisión”.
Su defensa de dicho mecanismo participativo y democrático es digno de alabanza, sobre todo por el predominio del uso de los decretos leyes en la historia legislativa cubana desde 1959.
Le concedo como elector mi sincero apoyo si usted mantiene dicha postura en los numerosos procesos legislativos que ocurrirán a partir de febrero de 2019.
Sin embargo, el contexto en que se produjo su comentario fue en respuesta a la solicitud del diputado Luis Ángel Adán Roble, quien instaba a la realización de una consulta popular y de que se refrendara la Ley Código de Familia a nivel parlamentario.
Su opinión, bajo su responsabilidad legislativa y de ser líder de una organización juvenil de masas, pretende ignorar la alta probabilidad de que el Código de Familia no sea refrendado por el soberano, al incluir el reconocimiento del matrimonio igualitario, el derecho a la adopción y  muchos otros cambios que reconocen, en el marco de la institución familiar, los derechos humanos de las personas con sexualidades no heteronormativas.
Cuando digo “pretende ignorar” lo hago con el debido respeto de que usted no es en lo absoluto ignorante de la lamentable persistencia de un imaginario popular discriminatorio, homofóbico y machista. El estudiantado que usted representa no está exento de tales lastres, infelizmente aprendidos en el seno de sus propias familias y reproducidos en los espacios escolares.
Los tiempos en que las organizaciones estudiantiles participaron en la purga de personas homosexuales han sido felizmente superados. En 1966, el entonces secretario general de la Unión de Jóvenes Comunistas, abogaba públicamente por la expulsión de los homosexuales de la Universidad y manifestaba que dichas personas fueran consideradas por el pueblo como individuos degenerados *.  Lamentablemente, los antivalores morales en relación a este tema persisten y queda mucho por hacer para desarraigar la ideología patriarcal, homofóbica, misógina y racista de nuestro pueblo.
La garantía de los derechos humanos de las personas que por su orientación sexual e identidad de género se sitúan en estratos desventajosos de subordinación hacia una mayoría heterosexual prejuiciada es un acto de justicia en el cual usted tiene una responsabilidad ética y política.
Le pido humildemente ser parte activa de este noble empeño y que logre usted una mirada basada en derechos humanos en el desempeño de sus funciones legislativas y como presidente de la más antigua y revolucionaria organización estudiantil en la historia de la Nación.
Le saludo afectuosamente,

Alberto Roque Guerra

Doctor en Medicina
Activista por los derechos de las personas con sexualidades no heteronormativas
Educador en Derechos Humanos (Equitas, 2008)

* Martín, Miguel. 1966. Tenemos que desarraigar los rezagos de la ideología pequeño-burguesa en el movimiento estudiantil.  Discurso pronunciado por Miguel Martín, secretario general de la Unión de Jóvenes Comunistas en la Asamblea General de la UJC en la Facultad de Humanidades de La Universidad de la Habana. Juventud Rebelde, 24 de enero.

12/20/2018

Código de Familia: entre el referéndum y la consulta


En todo intercambio de ideas se recogen buenos frutos. La retirada del artículo 68 (A68) y la inclusión del A82 han motivado diferencias de criterios. Dejando fuera las pasiones, los intereses políticos mezquinos y las descalificaciones sietemesinas, existe una preocupación compartida en relación a la realización de consulta popular y referéndum del anteproyecto de Ley Código de Familia.
Las dudas e inquietudes salen a relucir ante la imposibilidad de que el matrimonio igualitario sea incluido en el Código de Familia, teniendo en cuenta el pensamiento discriminatorio, homofóbico y conservador de nuestro pueblo y la pobre cultura jurídica y de derechos humanos después de 60 años de Revolución.
A ello se suma el preocupante avance de las ideologías fundamentalistas promulgadas por las denominaciones evangélicas, a quienes nuestro Estado/Partido les ha lanzado un trozo de carne con la eliminación del A68. Así se busca acallar sus ladridos durante el Referéndum Constitucional. Por eso no veo esta movida como un triunfo de las Iglesias y reitero que la eliminación del artículo no cierra la posibilidad de la aprobación del matrimonio igualitario.
El Código de Familia vigente desde 1976, después de un proceso de consulta popular durante 1975, fue votado por Referéndum, según me han hecho saber las y los expertos que hace más de veinte años han trabajado en su actualización sin éxito alguno. En aquella época fue un Código muy avanzado por sus fundamentos axiológicos y jurídicos en relación al Derecho de Familia. Su promulgación siguió a la Constitución de la República de 1976.
Este proceso se pretende repetir en la actualidad, tal cual establece la Ley. Sin embargo, no tengo información de que sea obligatorio someter al Anteproyecto de Ley Código de Familia a Referéndum.
El anteproyecto Ley Código de Trabajo fue sometido a una amplia consulta popular, pero fue aprobado por la Asamblea Nacional del Poder Popular (Parlamento), incorporando muchos de los cambios propuestos por la ciudadanía, ¿por qué tendría que ser diferente con el anteproyecto de Ley Código de Familia?
Si el Anteproyecto de Ley Código de Familia se aprueba bajo Referéndum no será posible aprobar el matrimonio igualitario, lo cual sería anticonstitucional por ser una flagrante violación del artículo de igualdad y no discriminación y nuestro Estado/Partido fallaría en el cumplimiento de sus obligaciones como garante de derechos y de protección de grupos en desventaja social.
Por lo tanto, la realización de la consulta popular sería la forma participativa ideal para enriquecer el futuro Anteproyecto Código de Familia, pero manteniendo su aprobación por las y los legisladores, de manera que se garanticen los derechos de los grupos humanos vulnerables y en desventaja social, donde se incluyen las personas que no se ajustan a la norma opresiva heterosexual. [Santos Suárez, 20 de diciembre de 2018]

10/01/2018

Matrimonio igualitario, Iglesias y asociaciones perversas


El poder heterosexual está en proceso de duelo. La definición del matrimonio se ha convertido en uno de los artículos “más polémicos” durante la consulta popular sobre el Proyecto de Constitución.
Resulta cuando menos una hipocresía tremenda que la desvencijada institución del matrimonio esté en crisis por los propios heterosexuales que ostentan el privilegio de ejercitar el derecho a oficializar sus uniones y al mismo tiempo sean tan intensos en negarlo a las personas no heterosexuales.
El duelo está en perder un privilegio, anquilosado a la moral judeocristiana y burguesa, muy a pesar de que los divorcios y las desintegraciones familiares estén a la orden del día, en franca demostración de que ese modelo hace aguas por todas partes.
Muchas personas de bien dicen que detenerse “en esa tontería del matrimonio igualitario” es una cortina de humo frente otros aspectos más importantes. Otros lo entienden como un derecho humano. Yo me sumo al último grupo y considero que como derecho humano no es ni superior ni inferior a otros derechos contemplados en el proyecto que discutimos. Simplemente el Estado tiene la obligación moral y política de garantizarlo para todas las personas aunque de la consulta popular emanen criterios en contra.
Los derechos humanos no se plebiscitan, se garantizan; sobre todo cuando existen grupos humanos minoritarios que están en desventaja social y tienen pobre representación en las decisiones políticas.
El Estado, desde su laicidad, debe garantizar ese derecho, aún contra las posturas de las iglesias. En este aspecto resulta muy peligrosa la asonada fundamentalista religiosa que se ha evidenciado durante la consulta.
El Estado/Partido se ha mostrado sospechosamente permisivo con un proselitismo sin precedentes que ha desbordado los espacios eclesiales. Las iglesias protestantes han venido con todo: uso de formatos atractivos y en diferentes plataformas, impresión de gigantografías, más la participación coordinada en los espacios de discusión donde han usado un discurso que apela a valores universales.
Con semejante ejemplo, el Estado/Partido debiera tomar nota de cómo se hace trabajo ideológico de calidad y sobre los peligros que implican la Iglesias para el manejo de la cosa pública.
Da la impresión de que desde el interior del Partido, o mejor, desde arriba, es música para el oído lo que les iglesias plantean sobre el artículo 68. Sabemos de sobra que este largo proceso de reconocimiento de una política no discriminatoria a las personas con sexualidades y géneros no heteronormativos se ha adoptado gracias a la intervención de Raúl Castro y de un pequeño grupo de decisores y asesores que comprenden las esencias y consecuencias políticas que representan no atacar las discriminaciones por todos los flancos.
El actual presidente Diaz- Canel ha mostrado una actitud congruente y fundamentada en los principios de derechos humanos, que da continuidad a los esfuerzos personales de Raúl en relación a implementar políticas no discriminatorias.
Otros militantes se manifestaron rabiosamente en contra cuando se discutió la inclusión de la orientación sexual y la identidad de género como causales de discriminación en los Objetivos de Trabajo del Partido Comunista en 2011. Ese fue uno de los temas “más debatidos y cuestionados” entonces.
Me parece perverso que en la TV nacional sea recurrente, después de una cuidada edición, las opiniones adversas al artículo 68. Las iglesias deben sentir orgullo con tener semejantes aliados.
Imaginemos que las iglesias hubiesen distribuidos pasquines contrarios a la “moral socialista”, o con contenido racista o cuestionadores de las políticas del Estado. El Estado/Partido sabría en detalle quiénes, dónde y cómo generaron la supuesta propaganda y los límites se hubiesen impuesto.
Este post no pretende estimular la censura a las iglesias, ni mucho menos  a ningún ciudadano, más bien intenta llamar la atención sobre los límites y las responsabilidades de las iglesias como instituciones y sobre el alto costo político que tendrá si se niega algún derecho a cualquier persona por principios religiosos fundamentalistas.
También hago notar la profunda orfandad del movimiento LGBTI cubano, que repito: ni es movimiento ni es comunidad. La pobre articulación política ante el Estado/Partido cubanos y la ausencia de liderazgos horizontales de las y los activistas LGBTIQ favorecen estos lamentables hechos [Santos Suárez, 1 de octubre de 2018].


6/02/2011

Matrimonio, Familia y Educación Sexual en Cuba: ¿Y los Otros Modelos?



Por Alberto Roque Guerra
¡Oh, sorpresa! En mi revisión matutina de las noticias del día me encuentro con dos artículos publicados en los diarios más importantes de nuestro país.
En Juventud Rebelde, diario de la Juventud Cubana, aparece el artículo de opinión Educación sexual, ¿asunto familiar?. Confieso que al leer el titular pensé: que bien, ha puesto el dedo en la llaga. Al sumergirme en la lectura noto que su autor, el profesor y pedagogo, Diego de Jesús Alamino, adopta un enfoque acrítico respecto a la educación sexual hacia el interior de la familia cubana, donde hablar de sexualidad continúa siendo un tabú y los padres no cuentan con las herramientas necesarias para brindar información sobre sexualidad basada en los conocimientos científicos. Lamentablemente lo –mal- aprendido sobre sexualidad  en nuestras familias sigue impregnado de estereotipos machistas y patriarcales que debemos a nuestra milenaria herencia cultural y religiosa judeo-cristiana y africana.
En la familia cubana contemporánea se niega el derecho de las niñas y niños, como sujetos de derecho, a ser educados  en los temas de la sexualidad con enfoque de género y con pleno respeto a la diversidad. Se ignora sobre la capacidad progresiva de aprendizaje de las y los infantes sobre sexualidad. En consecuencia se perpetúan las acciones autoritarias y normalizadoras de los padres al definir desde sus prejuicios y su poder lo que sus hijas e hijos deben o no saber sobre sexualidad, como si la rica y diversa realidad circundante no tuviera influencia alguna sobre la personalidad de cada ser humano.
El artículo tampoco profundiza en el papel de la educación escolar y sobre las resistencias que nuestro sistema educativo impone a la aplicación del Programa Nacional de Educación Sexual en todos los niveles de enseñanza de forma transversal, con enfoque de género, basado en los principios de igualdad y no discriminación y más allá de los contenidos biologicistas y positivistas que predominan en la actualidad.
Me alarma leer en
pleno siglo XXI que el autor diga sin ambages que debe respetarse el “valor” de la virginidad para algunas familias cubanas. Esa es simplemente una muestra del pensamiento medieval que perdura en nuestro imaginario y que se acuña como valor. El control del cuerpo de las mujeres y de las sexualidades todas no será jamás un valor mientras se basen en la desigualdad y el estigma entre los seres humanos. No debemos confundir privilegios con derechos.
Preocupa así mismo que el profesor Diego De Jesús, mezcle el tema de la educación sexual con el matrimonio
al mencionar el artículo de la nuestra Constitución donde se establece como “la unión entre hombre y mujer”. Es una pena que no sea más explícito, pero puedo leer entre líneas y noto que dentro de sus valores personalísimos solamente tiene cabida y legitimidad la educación sexual en el contexto de las familias heteroparentales reconocidas legalmente por el Estado y algunas Iglesias. Esa realidad se subvierte ante nuestras narices con otros modelos de familias también válidos: monoparentales, homoparentales y muchas otras variantes, ejemplo: cuando educa un tío, un amigo, uno o dos abuelos sin contar las uniones consensuales (no legalmente registradas) en muchas de sus variantes.
Si esta es la lógica que sigue una aparente mayoría desde el control social, se viola entonces el artículo constitucional que proclama que las cubanas y cubanos nacemos con derechos, somos iguales y no podemos ser discriminados por ningún motivo. Me atrevo a decir que en este aspecto, nuestra Constitución no es representativa de grupo de cubanas y cubanos bastante numeroso y debe, por lo tanto, se modificada.
Sin dudas, este artículo tiene vasos comunicantes intencionales y muy nítidos con  este otro:
Matrimonio: Protección Jurídica, publicado también hoy en Granma, órgano oficial del Partido Comunista de Cuba.Para avalar el contenido de su artículo,  Ricardo Alonso Venereo cita  a la doctora Olga Mesa Castillo, presidenta de la Sociedad Cubana de Derecho Civil y de Familia de la Unión Nacional de Juristas de Cuba, quien en su charla con el autor,se refirió a la garantía de los derechos económicos y patrimoniales bajo el matrimonio  así como a las potencialidades de desprotección de la prole y del derecho a la biparentalidad por las características de “liberalidad” de las uniones consensuales.
Con el mayor respeto y admiración que profeso por la Dra. Mesa, sin dudas una institución en Cuba sobre Derecho de Familia, considero que su opinión explica claramente la única garantía que ofrece el matrimonio en Cuba: la patrimonial;  de hecho en ocasiones digo medio en serio, medio en broma, que esa institución con fuertes orígenes religiosos debiera llamarse Patrimonio. Sin dudas, lo anterior es cuestionable, puesto que para las parejas consensuales basta con testigos que muestren evidencias de una unión estable para dar curso  a la reclamación de los bienes patrimoniales adquiridos durante la relación de pareja. Si de protección de la descendencia se trata, la ley cubana es clara en la protección de los derechos de las niñas y niños,  independientemente que se trate de matrimonio, unión consensual u otro modelo de parentalidad o maternidad.
Contrasta el contenido del artículo con el silencio ante la creciente necesidad de legitimar legalmente otros modelos de familia, dentro de ellas las fundadas por parejas del mismo sexo, tema también tratado en la  IV Conferencia Internacional de Derecho de Familia, celebrado el pasado abril en La Habana y donde la propia Dra. Mesa abogaba por la discusión y aprobación de las modificaciones del Código de Familia.
Alonso Venereo también exorciza otros de sus fantasmas al referirse al  incremento en un 4.6% del índice de uniones consensuales en Cuba. El autor, va más lejos y concluye con el siguiente párrafo:
Es necesario detener la crisis actual del matrimonio en nuestro país. Hay que educar en la importancia y el sentido de esta unión legal para que las parejas se casen, aun cuando la tendencia universal vaya en sentido contrario. La familia basada en el matrimonio ofrece seguridad, fortaleza y unión. (El destaque es mío)
El autor mira nuevamente a la punta de las ramas al referirse a una supuesta crisis del matrimonio en Cuba y parece no advertir que la verdadera crisis es de valores en las relaciones humanas, hacia el interior de la familia y en la sociedad toda. ¿Cuál es la evidencia científica que avala su afirmación? ¿Cuál es su referente en Cuba de que otros modelos de familia no son válidos o legítimos? Su discurso me recuerda a las posiciones  adoptadas por la falange franquista - católica del Partido Popular cuando se aprobó el matrimonio entre personas del mismo sexo en España.

No me sorprende que no mencione en ningún momento la palabra amor, quizás por manida o cursi, pero tan necesaria en estos tiempos. También agregaría yo: comprensión, comunicación, empatía, igualdad, respeto, solidaridad y cultura de paz. Sin estos valores jamás habrá seguridad, fortaleza ni unión. Si se le llama matrimonio a las múltiples y legítimas familias basadas en estos principios, bienvenido sea, al igual que el resto de los modelos. (2/06/2011)