Espacio para debatir sobre sexualidad y diversidad sexual, con total apego a la equidad y al respeto a la dignidad humana
9/14/2016
Humor y opresión: complicidad peligrosa
8/07/2016
SemLac: Uniones homosexuales en Cuba, contrapunteo a favor de los derechos
Carlos Alejandro Rodríguez |
Alberto Roque |
Nomi Ramírez |
6/14/2016
Masacre en Orlando, Estados Unidos: crimen de múltiples odios
6/10/2016
«La familia nuclear es radioactiva», ¿en serio?
El título entre comillas de la entrada hace alusión a un cartel —bastante creativo por cierto— portado por integrantes de un grupo radical que luchaba por el reconocimiento del matrimonio entre personas del mismo sexo en España hace algunos años.
La contraprotesta en realidad se dirigía entonces a los grupos conservadores y neofascistas que defendían a la familia nuclear, tradicional o heteroparental y que compartían el mismo campo de batalla de las calles madrileñas.
Aunque la pancarta tiene mucho de humor por el juego de palabras y sus significados, muchas personas allí, autodefinidas como gays, lesbianas, bisexuales, trans, queer, bolleras, prostitutas, osos y feministas, pretendían denunciar que la familia donde crecieron no era modélica de paz, unión, ni bienestar, sino el marco propicio para la discriminación, la violencia física, psicológica, sexual, real y simbólica.
En sus familias nucleares fue donde escucharon, se apropiaron y sintieron por primera vez el peso de los términos peyorativos y discriminatorios con que se prentende normalizar a las personas raritas, a los que no encajan con los dictados heterosexistas y patriarcales que le da forma a la familia tradicional.
En Cuba tenemos algunos de estos inventarios, pero también contamos con magníficos ejemplos de familias nucleares que han significado el espacio de apoyo, crecimiento y realización de las personas con sexualidades y géneros que no se ajustan a la norma heterosexual.
Desde hace tiempo existen muchas otras configuraciones de familias en nuestro país, inclusive, antes de aprobarse el Código de Familia en 1976. Acá el debate sobre su legitimidad llega tarde, y de verdad que ni siquiera ha empezado.
Como mis amigos más queridos me advierten que deje ser un poquito hipercrítico, más otras lindezas que escucho de los que dicen ser mis enemigos, creo que es momento de reconocer que el diario oficial del Partido Comunista de Cuba comenzó a poner el dedo en la llaga de forma positiva, bastante objetiva y sosegada.
El 7 de junio Granma publicó una entrevista al doctor Leonardo Pérez Gallardo, profesor titular de la Facultad de Derecho de la Universidad de La Habana, titulado «Las nuevas construcciones familiares, desafío para el Derecho».
La señal es buena, pero como un pequeño aporte a ese debate necesario que mencionaba antes, creo que debe considerarse que para el Derecho no son nuevas estas familias. Tanto expertos como público en general saben que las familias no nucleares son visibles y existen desde hace muchos años. No debe confundirse lo nuevo con lo miopía, con la negación de lo que está; o dicho de manera más simple: una cosa es que las familias no nucleares sean nuevas y otra bien distinta es que se nieguen, se borren o no se visualicen.
Otro aspecto que menciona el experto de la Universidad de la Habana es que las familias homoparentales es la de más interés mediático. Al parecer se refiere a los medios masivos de los países occidentales del primer mundo, porque en Cuba se habla de familia en singular. Las imágenes y contenidos mediáticos refuerzan el estereotipo de familia heteroparental (nuclear y «no radiactiva»), blanca, pulcra (casi estéril) y urbana. Tanto fuera como en Cuba esos son los mensajes que predominan, lo que son percibidas de forma tan natural que cualquier variación de la norma despierta interés, atención y hasta morbo.
La primera parte de este artículo no habla de las familias creadas a través de técnicas de reproducción asistida (derecho reproductivo negado a las lesbianas cubanas), embarazos subrogados o vientres de alquiler, sobre las familias compuestas por personas trans e intersex, las integradas por varias figuras paternales o maternales entre otros «modelos». Me pregunto: ¿serán también tema de debate en la segunda parte, en los que están por venir?
Me preocupa que incluso las personas más sensibilizadas y aliadas en el reconocimiento de todas las configuraciones de familias, utilicen a la nuclear como referente o norma desde la que se legitima o compara a las «otras», a las «nuevas». Escarbemos un poquito y veremos cómo se reproducen estereotipos discriminatorios y normativos en todas.
Pero a mi entender unos de los temas más importantes a debatir son: ¿se modificarán las relaciones de poder y las asimetrías en todas las configuraciones de familias?, ¿Cómo lograr que no sean tan «radioactivas» y se conviertan en espacios humanos de paz, concordia, crecimiento, bienestar y respeto a la dignidad de sus integrantes? [Santos Suárez, 10 de junio de 2016]
5/17/2016
IX Jornada Cubana contra la Homofobia: entre discursos y hechos
distancia. Mi alejamiento no es voluntario, he estado muy ocupado con
los buenos cambios que hemos tenido mi familia y yo en este mes de
mayo.
La distancia, sin embargo, me permite una valoración desde el cubano
de a pie, que no es activista.
Pero no trataré en esta entrada sobre si el Noticiero de TV de las 8
de la noche obvió la cobertura de la Conga el pasado sábado, que hasta
el Miami Herald dijo haber sido estrepitosa; más bien quiero
reflexionar sobre algunas líneas discursivas y los hechos más
recientes en relación a la conmemoración en Cuba.
Esta edición fue dedicada nuevamente a la discriminación por
orientación sexual e identidad de género en los espacios laborales. Me
llamó poderosamente la atención la insistencia en este aspecto, sobre
todo porque es sabido que la Ley Código de Trabajo no se ha traducido
en leyes concretas que contemplen este aspecto, ni siquiera en los
reglamentos laborales ni en las funciones que el Sindicato debiera
asumir en casos de discriminaciones.
Más utópico aún sería pensar que en los centros de trabajo se
debatiese la Ley aprobada en 2013, ni mucho menos sobre
discriminaciones y vulnerabilidades en los espacios laborales.
También leí que durante las actividades académicas trataron sobre el
matrimonio igualitario y sobre el activismo LGBTI. Sobre el primero no
leí nada sustantivo, al menos se esgrimieron los mismos argumentos de
hace nueve años y se dejó ver que tendremos que esperar la reforma
constitucional de 2018 para promover el "revolucionario cambio" en el
reconocimiento de los derechos humanos de miles de cubanas y cubanos.
Sobre el activismo me llamó la atención que desde el CENESEX se ha
dicho que el activismo LGBT en Cuba se basa en el conocimiento
científico y en los resultados de las investigaciones sociales bien
diseñadas.
Nadie se atreverá en poner en tela de juicio el valor de la ciencia en
el activismo social, sobre todo cuando de discriminaciones se trata.
Sin embargo, tomo distancia sobre los enfoques ideológicos y
científicos que se dictan desde una institución o persona determinada.
Hasta el momento percibo mucho esencialismo, mucho olor a positivismo
pedagógico y a binarismo ortodoxo en la mayoría de los discursos
académicos cuando de sexualidades no heteronormativas se trata. En el
mejor de los casos se producen acercamientos constructivistas,
cuidadosamente cuestionadores de la realidad social.
Esperaba a esta altura de casi una década enfoques más heterodoxos,
flexibles, radicales, feministas y antihegemónicos, verdaderamente
representativos de nuestro tiempo histórico y de las evidencias
científicas de hace más de dos décadas.
Con frecuencia se repite machaconamente que el marxismo es la guía y
la fuente de inspiración del activismo LGBTI en las instituciones
cubanas. Me parece muy bueno que así sea pero me produce preocupación
cuando no se sobrepasan los temas sobre división sexual del trabajo y
el papel de las relaciones de producción desde una lectura en clave
de manual soviético post estalinista, que ni siquiera supera la
cuestión de género como independiente de la lucha de clases. Tampoco
se toman en cuenta los aportes de Rosa Luxemburgo, o de las feministas
marxistas norteamericanas y francesas del postmoderno, que desde hace
tiempo en América Latina han tenido una apropiación enriquecedora por
los movimientos sociales y políticos y son más cercanos a nuestro
contexto.
No se mencionan en los discursos académicos las palabras postcolonial,
descolonial, desconstrucción, performatividad, heteronormatividad.
Todo ello a pesar de ser Cuba una Nación postcolonial, en construcción
desde un enfoque que se autodefine como revolucionario. Otras voces,
más inteligibles como patriarcado o machismo son políticamente
incorrectas.
En este estado de cosas, tampoco se enuncia ni se estimula un
activismo LGBTI espontáneo, que parta de las necesidades reales y
concretas de la gente que lo hace, rico en contradicciones y con una
autonomía posible, que no tiene que estar necesariamente en oposición
al trabajo institucional.
Creo que sería más provechoso dirigir la mirada científica a los
objetos y a los sujetos inmersos en una praxis política y social
vibrante y revolucionaria, pues lo contario corre el riesgo del sesgo,
la homogeneidad y la prescripción autoritaria de cómo se quiere
estudiar al tejido social cubano.
Se insiste en la voluntad política del Partido Comunista y del
Gobierno cubanos en avanzar en la garantía de los derechos de las
personas con sexualidades no heteronormativas mientras vivimos en un
marasmo legislativo de varios años y aún no se conoce el contenido de
los documentos que se "debatieron" en el recién concluido Congreso del
Partido en relación a las discriminaciones.
Vi y escuché en la TV nacional que se había incluido la identidad de
género como causa de discriminación en la letra final del informe,
pero no me queda claro cuáles son las políticas concretas que
respondan a la persistente voluntad que dicen los discursos y los
documentos.
Se mantiene la censura —sin pausa— de blogueros que denunciamos las
discriminaciones desde una posición revolucionaria y constructiva. Lo
peor es que por décadas este modo operandi no cambia: un grupo exiguo
de funcionarios y funcionarias, desde la sombra y sin explicaciones,
dejan caer sin piedad su hacha cercenadora de opiniones.
Hace pocos días se produjo en la ciudad de Matanzas un hecho
homo-transfóbico lamentable. Oficiales de la Policía Nacional
Revolucionaria, en desacato a la voluntad política del Partido
Comunista, realizaron un operativo en el que condujeron
arbitrariamente a la estación de policía a varias personas
presumiblemente homosexuales y a personas trans.
Y no se trata de propaganda enemiga alrededor de la conmemoración
nacional en esa ciudad, pues la denuncia proviene de los intelectuales
cubanos Alberto Abreu Arcia y Víctor Fowler.
Se sabe que la Jornada Cubana contra la Homofobia era necesaria en
Matanzas, pero nuestros servidores públicos deben responder en casos
de abuso de poder y arbitrariedades que contradicen las políticas y no
se ajustan a Ley alguna.
Insisto en que la Jornada debe mantenerse todo el año, con acciones
educativas y una participación real, en la que la ciudadanía se sienta
parte del proceso de cambio que se requiere.
Es sabido que tenemos un mal de fondo: la estatización de todos los
espacios que lastra la participación y aborta las iniciativas y la
autogestión, además de las actitudes retrógradas, los miedos, los
sectarismos y los dogmatismos.
Casi al fin de un día como hoy, 17 de mayo, en que se garantizaron en
el pasado derechos plenos a los campesinos cubanos y se retiró la
homosexualidad de la Clasificación Internacional de Enfermedades, sigo
creyendo en la utopía de tener una Cuba donde la prosperidad también
signifique poder vivir en paz. [Santos Suarez, 17 de mayo de 2016]
3/29/2016
Racismo en prensa cubana a propósito de Obama
«No cabe dudas, a Obama se le fue la mano. No puedo menos que decirle –al estilo de Virulo- “¡Pero Negro, ¿tú eres sueco?!”». Así se ha expresado el periodista Elias Argudín en Tribuna de la Habana en relación a la reciente visita del presidente estadounidense.
Confieso que me estremecí cuando leí en la versión impresa del periódico el título del artículo: «Negro, ¿tú eres sueco?». Es rampantemente racista y me alarma que fuese escrito por una persona de piel negra y que se publicase en un diario controlado por el Departamento Ideológico del Partido Comunista de Cuba.
El periodista parafrasea al humorista cubano Virulo, bien conocido por ese estilo de la década de 1980 que no ponía reparos en hacer chistes sobre homosexuales, negros, pinareños —para nada superado en la actualidad— y demás otredades.
El propio Virulo declaró hace unos años en televisión, al regresar de una larga estancia en el exterior, que el humorista podía reírse de cualquier cosa.
Discrepo frontalmente con el humorista, pues hasta en el humor hay límites muy claros cuando se trata de la dignidad y el decoro de las personas.
Denuncio públicamente al periodista Argudín y al periódico por el uso irresponsable de un lenguaje racista, que en este caso pretende criticar al presidente Obama a través de un refrito de argumentos superficiales, más o menos cuestionables, que no promueven la reflexión ni el diálogo.
Si en nuestro país se aplicase con rigor el peso de la Ley penal en relación a las discriminaciones, estos hechos no quedarían impunes y tendrían un marcado efecto educativo. [Centro Habana, 29 de marzo de 2016]
2/14/2016
Jerarcas cristianos por la paz y la no violencia o la hipocresía de los patriarcas
El patriarca ruso, Kirill, y el patriarca de Roma, Francisco, han escogido a Cuba como sede de conversaciones después de 2000 años de haber ocurrido el sisma entre las Iglesias Ortodoxa y Católica.
La movida de nuestro gobierno al propiciar el histórico encuentro envía un mensaje político resonante a nivel internacional. Tanto así, que Francisco ha dicho que Cuba se convertirá en la capital de la unidad.
Pudiera sentirme orgulloso al escuchar semejante afirmación, pero en temas de políticas domésticas en relación al género y la sexualidad me suena a candil de la calle y oscuridad de la casa.
Los medios digitales cubanos omitieron el último punto de la declaración conjunta de ambos líderes religiosos en relación a las nuevas configuraciones de familia, el matrimonio, el aborto, la anticoncepción y la eutanasia.
Según el sitio web de la televisora Russia Today, ambos patriarcas dijeron:
Entre otros temas, los líderes de las iglesias han criticado "la crisis de la familia en muchos países" y han lamentado que "otras formas de convivencia se igualan" al matrimonio de una mujer y un hombre. Han llamado a "respetar el derecho inalienable a la vida" en referencia a "millones de niños que son privados de la oportunidad de nacer". Asimismo, han criticado que la divulgación de la eutanasia lleva a que personas mayores empiecen a sentirse una carga para sus familiares y la sociedad.
No me canso de decirlo: estos mortales patriarcas, representantes de las Iglesias que han acumulado durante milenios tanto poder y riqueza, son los que denuncian la violencia, el consumo, la inequidad, la injusticia, el sufrimiento, pero no consideran una crisis en la familia al poder del patriarcado con sus significados violentos, ni la discriminación y odio hacia las mujeres y hacia las personas con sexualidades no heteronormativas.
Ellos critican y se preocupan por la intolerancia hacia los cristianos, pero jamás han alzado su voz para denunciar los feminicidios ni las ejecuciones extrajudiciales de personas homosexuales por grupos fundamentalistas y por la Ley del Islam.
Ambas Iglesias, que tanto hablan de amor y diálogo y se erigen arrogantemente como la voz autorizada de todos los cristianos, siguen ancladas a sus ideas medievales sobre el matrimonio y ejercen un poderoso lobby para bloquear cualquier iniciativa jurídica nacional que reconozca otras configuraciones de familias que no se ajusten su dogma. El poder jurídico del Estado sigue dando una concesión gratuita a estos purpurados en estos asuntos.
Más allá de las distancias y opiniones polémicas sobre la eutanasia, resulta además simplista y lamentable decir que su divulgación provoque un sentimiento de dependencia de los ancianos hacia sus familiares, sobre todo, con el precepto postmoderno individualista y utilitario de nuestra cultura occidental —y judeo-cristiana— de considerar a lo viejo como descartable (desechable en español).
Los derechos de las mujeres a decidir sobre sobre su cuerpo y las justas políticas aplicadas en Cuba en relación al aborto nada tienen que ver con los preceptos de dichas Iglesias. Por eso me preocupa significativamente que al patriarca Kirill lo han condecorado con la Orden José Martí.
A esta altura, no me cabe duda que en nuestro país habrá por mucho tiempo un retardo significativo en el avance de los derechos de las personas con sexualidades no heteronormativas.
Aunque en Rusia la homosexualidad se despenalizó desde 1993 —después de la repenalizarse por Stalin en 1934—, el patriarca de Moscú y toda Rusia y el gobierno de Putin han mostrado un rechazo rampante a la homosexualidad. El primero con su silencio ante la represión brutal ejercida por el gobierno del segundo hacia los participantes de la marcha del Orgullo Gay en Moscú desde 2006.
Uno de las víctimas de tal represión fue el reconocido activista gay británico Peter Tatchel, quien perdiera la visión en el ojo derecho por el brutal ataque de las fuerzas policiales rusas.
El patriarca ruso, honrado con la Orden José Martí, considera a la homosexualidad como «una señal muy peligrosa del Apocalipsis». Su Iglesia ha hecho silencio en relación a la ley contra la propaganda homosexual aprobada en 2013 y no se ha pronunciado contra las acciones de grupos como «Occupy Paedophilia», que buscan a jóvenes homosexuales por Internet, para atraerlos y luego maltratarlos.
La Iglesia Ortodoxa también ha promovido un referéndum para socavar las iniciativas de aprobar el matrimonio igualitario en Rusia. Con estos truenos parece que las oscuras fuerzas conservadoras están de moda en Cuba.
A propósito del apóstol José Martí, en momentos como estos resulta pertinente recordarlo cuando dijo: «En la justicia no cabe demora: y el que dilata su cumplimiento, la vuelve contra sí». [Centro Habana, 13 de febrero de 2016]